Preparaciones, preparaciones y más preparaciones. La comida
del banquete, los peinados de las niñas, los regalos para la boda, la
decoración del jardín donde se celebraría la fiesta... Toda la familia Van Der
Nero se movía de un lado a otro de la casa como hormigas hiperactivas
poniéndolo todo a punto para la celebración, aunque el mismísimo novio estaba
sentado en un sofá sin mover ni un dedo.
Había intentado ayudar, claro. Primero a su madre con la
comida, aunque había tenido que dejarlo cuando estuvo a punto de incendiar
media cocina con una sartén con aceite ardiendo. Luego probó suerte recortando
guirnaldas para la decoración, pero después de cargarse una decena de metros de
tela con cortes irregulares le echaron fuera. Fue probando tarea tras tarea,
hasta que al final, con todos los miembros de su familia hartos de él y de sus
desastres, le mandaron al sofá a quedarse calladito y no molestar más. Para
añadir aún más vergüenza al hecho enviaron como vigilante a Sora, la hija de
Alc y que sólo tenía ocho años, para vigilar que no se le ocurriera volver a
“ayudar” a nadie.
-Venga, Sora, no seas así. Estoy demasiado nervioso para
quedarme quieto como un pasmarote, déjame al menos que pase la escoba o algo
así. No puedo romper nada pasando la escoba, por los dioses.
Sora se lo quedó mirando fijamente con sus grandes ojos
azules, con tanta atención que Nero no pudo evitar tragar saliva, nervioso. Era
como estar sometido al duro escrutinio del público tras una actuación
especialmente intensa, sólo que mucho peor porque en este caso los espectadores
no eran duros críticos o quisquillosos expertos, con los que ya estaba
acostumbrado a tratar, sino una única niña con un oso de peluche colgando del
brazo. Nunca se le había dado bien tratar con niños.
-No puedo dejarte, tío –respondió la pequeña con una voz
dulce pero firme. -Mamá me ha hecho prometer que vigile que no rompas nada más,
y eso es lo que voy a hacer. ¿Quién sabe la de desastres que podría hacer el
tío con la escoba, no Fluffy? –dijo sosteniendo el osito de peluche ante ella y
moviéndole la cabeza para que éste asintiera.
Nero soltó un bufido de fastidio. Era inútil discutir con
un oso de peluche, esos cabrones siempre tenían razón.
-Bueno –dijo Nero, poniéndose de pie-, pues si nadie quiere
mi ayuda voy a salir un rato a tomar el aire. ¿Eso si que puedo hacerlo, no? Me
volveré loco si me quedo aquí.
-Claro, tío. Pero prométeme que cuando vuelvas me avisaras,
¿vale? –dijo su sobrina levantando el dedo meñique de su mano derecha. Con un gesto
de resignación, Nero cruzó su dedo con el de la niña para sellar la promesa.
Salió de la casa sintiendo los vigilantes ojos de Sora –y
su peluche- sobre su espalda, y tras despedirse de varios miembros de su
familia que trabajaban por el jardín, caminó por las calles del pueblo hasta
llegar a la posada. Se sentó en la terraza, disfrutando del Sol, y pidió una
cerveza mientras escuchaba las conversaciones de los parroquianos habituales.
-Escúchame bien –decía un anciano con el rostro arrugado y
unas orejas enormes, enfatizando sus palabras con un flacucho puño-, el
Deportivo Real hubiese ganado el partido si ese malnacido de árbitro hubiese
visto el claro penalti.
-¿Pero qué estás diciendo? –exclamó su compañero, otro
anciano gordo como una pelota y con el cabello blanco. – ¡Si perdían por 5-0!
-¡Pero hubiesen remontado!
Nero movió la cabeza de un lado a otro, divertido y un
tanto impresionado por la devoción que mostraban los viejos por un juego tan
simple como darle pataditas a un balón. A él nunca le habían atraído mucho los
deportes, aunque desde luego eso no tenía nada que ver con el hecho de que
fuese un patoso sin coordinación física. Era simplemente que le gustaban más
los desafíos intelectuales: el reto de la interpretación de un personaje complicado
siempre le había resultado mucho más apasionante y satisfactorio que el
esfuerzo físico. Además, sudabas menos y el pelo se te conservaba mucho mejor.
-¿Usted no tendría que estar preparándose para una boda,
señor?
Casi dio un salto al escuchar esta pregunta a su espalda.
Se dio la vuelta de golpe y se quedó con la boca abierta al ver a una joven que
le sonreía burlona. Era hermosa, con un rostro suave y redondeado y una pequeña
nariz respingona, un cabello corto castaño y una figura que no destacaba, pero
que resultaba agradable a la vista. Llevaba un sencillo vestido de color claro
y un anillo de prometida en la mano izquierda.
-¿Eyre? ¿Qué… qué estás haciendo aquí?
-¿Es que no puedo salir a caminar por mi pueblo? –respondió
jocosa.
-¡Sabes de sobra que no quiero decir eso! Se supone que los
novios no pueden verse hasta la boda. Trae muy mala suerte que… -de repente se
calló, cómo dándose cuenta de lo que acababa de decir. Se llevó una mano al
rostro y se tapó los ojos mientras con la otra mano hacía un gesto en dirección
a las calles. – ¡Vete, antes de que sea demasiado tarde! Podemos decir que ha
sido un accidente, que casi no nos hemos visto. En realidad, si lo pienso bien
–dijo alargando las palabras, con lo que pareció que el “bien” se estiraba hasta
perder su significado-, no te he visto. Ha sido sólo un espejismo, una ilusión
manifestada por mis nervios y mi cansancio. Exacto. Así que ahora márchate –dijo moviendo de nuevo su mano en
dirección a las calles-, oh hermoso espejismo creado por mi mente traidora,
antes de que sea demasiado tarde y realmente
nos hayamos visto.
-Oh, por favor –murmuró Eyre poniendo los ojos en blanco.
-¿Puedes dejar de hacer tonterías por un momento y prestarme atención?
Nero se hizo el sueco, tatareando en voz alta una canción
de su última obra de teatro mientras hacía oscilar su mano derecha –con el dedo
anular estirado- en el aire, indicando a su prometida que se marchase.
Con un suspiro de resignación, Eyre le cogió el dedo y se
lo retorció.
-¡Ay, ay, para! –se quejó Nero mientras soltaba un gritito
de dolor.
-¿Me vas a hacer caso, futuro esposo?
-¡Sí, sí, pero suéltame!
Eyre lo dejó ir, mascullando por lo bajo sobre los hombres,
lo tontos que son y lo especialmente tonto que era Nero. Una queja que no tenía
mucho sentido teniendo en cuenta que en pocas horas se casaría con él, pero
cualquiera se lo decía.
-Vamos, acompáñame –le pidió Eyre mientras Nero aún miraba
su dedo con expresión dolorida. –Quiero enseñarte un sitio.
-¿Hoy? ¿Precisamente hoy? Que disparate es… -se interrumpió
al ver la expresión de Eyre, y decidió reorientar la conversación de una manera
más productiva que no tuviese como consecuencia más retorcimiento de dedos-,
quiero decir, ¿no sería mejor esperar a mañana, o a otro día que no nos
tengamos que casar? Si te parece bien, claro.
Su prometida sonrió.
-Tiene que ser precisamente hoy, el día de mi boda. Así son
las cosas en mi familia-. Le dio la mano y le apremió con un gesto de la
cabeza. –Vamos.
Con un encogimiento de hombros, el actor se puso en pie, se
excusó ante la camarera que justo en ese momento le traía la cerveza, y cogió
de la mano a su prometida.
Supongo que esto es
la vida de un casado, pensó Nero.
Discutir mucho para acabar haciendo lo que decide la mujer.
Buenas Jesús, de momento todo lo que has escrito me parece bien. Yo no entiendo mucho, pero la estructura del texto la veo bien y no es una lectura que canse.
ResponderEliminarMmm... estoy intrigada por saber dónde está situada la historia y por saber algo más sobre Nero y Eyre. Evidentemente es muy pronto y supongo que más adelante darás información.
Ya tengo ganas que llegue el Lunes!
No me esperaba que realmente se estuviera preparando para su boda, tengo ganas de saber como sigue el tema. Si realmente es cierto lo que dice en la primera parte del capitulo y tiene dudas al respecto del matrimonio, o solo estaba actuando y representando a la gente que las tiene.
ResponderEliminarTambién me gustan mucho los toques de humor. El oso de peluche, los retorcimientos de dedos y cuando habla de su pelo. Me ha llamado la atención las referencias al deporte, me gusta el tono de realidad que le da a la historia.
Y por ultimo, a donde lo lleva Eyre?
En fin, seguiremos leyendo a ver que sigue!
Primero de todo, gracias a los dos por comentar.
ResponderEliminarLaura - Me alegro que te guste. En la siguiente parte doy bastante información sobre Nero, Eyre y su relación.
Jaime - En la siguiente parte se responden tus dudas respecto a si Nero tiene dudas o estaba actuando. Me gusta que no deduzcas a dónde lo lleva Eyre, temía que fuese demasiado evidente.
Hummm por ahora mola. Pero vamos con unos consejos de maquetación que harán que sea mucho más fácil de leer en ordenador :P Bueno punto comenzar casándole... pero me lo huelo. Huele a muerte. Huele que apesta a drama. Es lo que suele pasar en las novelas jejejeje
ResponderEliminarEl guión largo de acotaciones de diálogo se saca con el comando Alt+0151 (es un código ASII de programación y es el que se usa en novela. Manten pulsada la tecla Alt y teclea el códico numérico ese y — ¡tachaaaannn! Depende el tipo de letra que tengas configurada te quedará algo más largo o menos.
El otro punto es algo que llevará algo más de tiempo. Tabular. No vendría mal tabular o meter una sangría izquierda en el inicio de los párrafos. Aunque sea tecleando 10 veces la barra espaciadora (es lo que hago yo en Bakán) :P
Tipo esto :P Ayuda a que se lea todo mejor.
El drama está sobrevalorado! En esta novela no hay nada de drama (esta última frase puede no ser del todo cierta...)
ResponderEliminarLo del guión largo es una información muy valiosa. Me pondré a ello.
Tabular. No me lo había planteado, pero lo probaré.