Siempre
le había asustado la Torre. Tan misteriosa, tan imposible, tan… inhumana.
Incluso ahora, después de todo lo que le había pasado, le ponía los pelos de
punta estar tan cerca de ella.
No tengo nada que perder, pensó Nero. Era un pensamiento
que había tenido muchas veces en su vida; cuando dejó el campo para lanzarse al
teatro, cuando se declaró a Eyre o cuando suplicó para que le dieran el papel
del vampiro Noshern. Pero sólo ahora entendía realmente su significado.
Sólo
ahora comprendía lo que realmente era no tener nada que perder.
Levantó
la mano derecha y sin dudar ni un segundo, su rostro una máscara inexpresiva,
tocó la superficie plateada de la Torre.
-¡Ay!
En
seguida retiró la mano, haciendo gestos de dolor y maldiciendo entre dientes.
La Torre estaba helada. De hecho
estaba mucho más fría que eso, tanto que al tocarla –aunque sólo había sido un
instante- había sentido como un escalofrío recorría todo su cuerpo.
-Maldita
Torre –masculló mientras se frotaba vigorosamente la mano derecha contra la
izquierda para hacerla entrar en calor. -¿Es que ni siquiera te voy a poder
tocar? ¿Quién demonios te const…
Cerró
la boca de golpe. Allí donde había tocado la superficie de la Torre con su mano
había aparecido una mancha oscura, una oscuridad que latía y vibraba a un ritmo
regular con un extraño sonido mecánico. Nero la contempló en un silencio
reverente y horrorizado a la vez, pensando en lo mucho que se parecía a un
corazón.
-¿Qué
está pasando?
La
oscuridad aumentaba con cada latido, devorando la superficie plateada como un
cáncer hambriento. Los latidos sonaban cada vez más fuertes, el rugido de un
tambor que crecía y crecía hasta silenciarlo todo. Partiendo de la Torre se
alzaron tentáculos de negrura hacía el cielo que ocultaban las nubes y el Sol,
mientras el suelo más próximo a la estructura era cubierto por miles de
infinitos zarcillos oscuros que se extendían con rapidez.
Nero
apenas pudo dar un paso hacia atrás antes de que los zarcillos le alcanzasen y
empezasen a subir por sus piernas, atrapándolo en un abrazo helado que le
paralizó. Gritó presa del pánico, hasta que el frío que le subía por el pecho
le arrebató el aire. ¿Era así como acabaría? ¿Éste era su final? Miró hacía un
lado, viendo como el cuerpo partido en pedazos de Derrick y la espada que Nero
había arrojado inútilmente contra le hombre pálido desaparecían en un instante
bajo la masa de oscuros zarcillos. Siguió mirando mientras la oscuridad subía
por su cuello y las lágrimas le caían por las mejillas, sus ojos fijos en el
rostro de Eyre para guardarlo para siempre en su memoria.
Lo siento, pensó Nero, dándose cuenta que
no podría cumplir la promesa de vengarla. Lo
siento…
La
oscuridad lo envolvió.
-¡Despierta!
Nero
abrió los ojos. Había un osito de peluche flotando sobre su cabeza.
-Ya
era hora -dijo el osito. Por su tamaño y su voz aguda parecía un niño, aunque
ningún niño tenía ese aire de dignidad, y desde luego ningún niño podía
quedarse quieto en el aire como si nada. -La mayoría de los candidatos presentan
un tiempo de recuperación mucho más corto que el tuyo, debes de ser un ser
humano de constitución débil o con escasa fortaleza mental. No te lo tomes a
mal, es sólo una observación objetiva.
Nero
pestañeo un par de veces.
-¿Qué...
qué eres?
-Soy
una representación tridimensional de una entidad que existe en múltiples planos
de existencia y períodos temporales a la vez.
Nero
frunció el ceño. La explicación del oso de peluche sonaba demasiado complicada
como para ser producto de su imaginación, así que no estaba soñando ni
–esperaba- loco. Se incorporó, rascándose la cabeza mientras observaba dónde se
encontraba.
Estaba
en una sala con forma circular de unos cinco metros de diámetro, vacía por
completo a excepción del extraño oso y de él mismo. El suelo y las paredes
estaban hechas de un material liso y sin fisuras, que bajo la leve luz ambiente
que reinaba en la habitación se veían de un color verde apagado. La luz era tan
escasa que el techo no se veía, oculto por las sombras.
Esa luz… pensó Nero recorriendo la
modesta sala con la mirada. ¿De dónde
sale? No veía ninguna lámpara en la habitación.
-¿Necesitas
alguna aclaración, candidato? Es muy
probable que no hayas entendido los términos de mi explicación debido al bajo
nivel tecnológico alcanzado por tu civilización de origen. Es una dificultad
que encuentro a menudo al tratar con seres humanos de…
-Espera,
espera un momento –dijo Nero alzando una mano para detener al osito. -Déjate de
palabras raras y otras historias, ¿podrías explicarme de manera sencilla qué
eres? Y ya que estás en ello podrías decirme dónde estoy.
Los
ojos del oso de peluche brillaron por un momento.
-La respuesta a las dos preguntas es la misma: la Torre.
-¿La Torre? –repitió Nero, sin entender muy bien qué quería
decir el osito. – ¿Estoy en la Torre? –preguntó señalándose a sí mismo con una
mano, a lo que el peluche asintió con la cabeza.-Tú… ¿cómo puedes ser tú la
Torre? Si eres sólo un oso de peluche.
Nada más decir la frase Nero se sintió bastante estúpido.
Un oso de peluche que volaba y hablaba no era sólo un oso de peluche.
-Contemplar una aproximación realista de mi ser te haría
explotar el celebro en mil pedacitos pequeñitos y rosados –dijo el osito con
una sonrisa amable-, así que para poder comunicarnos he extraído de tus recuerdos
recientes una forma que consideras inofensiva.
-Gracias, supongo –respondió Nero. La verdad es que era
clavado a Fluffy, el oso de peluche que tenía su sobrina. No pudo evitar
sonreír al recordar a la pequeña “conversando” con su osito, aunque la sonrisa
se le congeló en el rostro y se convirtió en un rictus amargo cuando recordó la
última vez que había visto a la niña.
Apretó los puños con fuerza, luchando por echar a un lado
el alud de rostros familiares que le vino a la cabeza. Su hermano Alc, con el
cuello roto y el brazo estirado en dirección a donde yacía su hija. Compañeros
del teatro con los que había compartido horas de ensayos, medio enterrados bajo
los restos de su casa. Eyre, intentando sonreír con los labios ensangrentados
cuando ese monstruo acababa de atravesarle el pecho.
Noshern. Soy Noshern.
Nada me afecta, nada me daña. En el vacío oscuro que es mi alma sólo hay sitio
para un sentimiento: el odio. La venganza.
-¿Dónde está? –preguntó, su voz cubierta con un gélido tono
de ira. -¿Dónde está el hombre pálido?
-¿El hombre pálido? –el osito movió la cabeza un lado,
adoptando una pose reflexiva. –Ah,
supongo que te refieres al hombre que destruyó tu pueblo, matando a todos los
seres humanos que vivían en él menos a ti. Deduzco por tu lenguaje corporal y
tu tono de voz que sientes ira hacía esa persona, un sentimiento comprensible
dado lo sucedido.
-¿Dónde está? –preguntó de nuevo Nero haciendo servir un
tono cortante. No le había gustado la manera tan fría en que el peluche había
relatado lo sucedido.
-Está en otro instante temporal. Y dentro de poco cruzará a
otro mundo.
-¿Pero desde la Torre puedo llegar hasta él, no? Esto es un
portal, un mecanismo de viaje –dijo Nero recordando la explicación que le había
dado Eyre sobre la función de la Torre. –Puedo usarla para viajar al mundo
donde esté ese asesino.
-Me temo que estás equivocado. La Torre no es un portal.
-Pero… -Nero se quedó con la boca abierta, demasiado
sorprendido para seguir hablando. Había contado con usar la Torre para perseguir
al asesino. Era todo lo que tenía para alcanzarle, su única esperanza de poder
vengarse. -Pero Eyre me dijo que era precisamente eso. Una antepasada suya
llegó al pueblo a través de la Torre hace muchos años, desde un mundo
diferente. ¿Cómo puedes explicar eso si este maldito edificio no es un portal?
El peluche alzó la mano en un gesto tranquilizador.
-Relájate, candidato; la situación que me planteas es común
a muchas culturas que viven cerca de una de mis ubicaciones físicas. Se trata
de una simple confusión: yo no soy un portal. Los humanos que me hacen servir
viajan a otros mundos, cierto, pero ni es un proceso que ellos controlen ni es
mi función principal.
-Entonces, ¿cuál es tu maldita función principal? ¿Traer
asesinos de otros mundos para que maten a todos las personas que quiero?
Nero notaba como el personaje de Noshern se le escapaba de
las manos, pero no le importaba. La desesperación y el dolor que había
conseguido apartar temporalmente habían regresado, abriéndose camino en su
corazón como una riada que lo arrasaba todo a su paso. Estaba en el filo del
abismo, a un paso de derrumbarse emocionalmente.
El osito se lo quedó mirando fijamente, sus ojos de botones
negros tan indiferentes como los de un muerto.
-Mi función es escoger al nuevo Dios –respondió.
-¿Qué?
-Al tocar una de mis ubicaciones físicas te has convertido
en un candidato. Si quieres puedes viajar a otros mundos donde serás puesto a
prueba. Si superas la prueba, podrás regresar a la torre y repetir al ciclo,
así una vez y otra hasta que hayas superado las suficientes pruebas. Entonces
te convertirás en Dios. ¿No te parece genial?
A Nero lo que le parecía era una locura.
-Estás flipando. Eres un oso de peluche que habla y flota,
pero estás flipando.
-No estoy “flipando” –replicó el oso, frunciendo el ceño.
–No creo que pudiese hacerlo aunque quisiera, para empezar. La información que
te he dado es completamente cierta.
-¡Pero es imposible! –le espetó Nero alzando los brazos.
–Así que viajo por unos cuantos sitios, supero unas cuantas pruebas, y ¡pum!
¡Poderes divinos instantáneos! Venga ya.
-Porque tú creas que algo es imposible no quiere decir que
lo sea, candidato. Hay seres humanos que realizan tareas todos los días que tú
dirías que son imposibles, como volar, hablar con personas situadas a cientos
de kilómetros de distancia o caminar sobre las estrellas. Lo “imposible” es
sólo una cuestión de conocimiento.
Nero se pasó la mano
por el cabello, poniéndoselo bien por acto reflejo mientras pensaba en las
palabras del peluche. La torre siempre le había parecido un edifico que no
podía existir, desafiando con su sola presencia todo lo que los humanos sabían
de construcción, pero ahí estaba. Todo esto de convertirse en Dios podía ser
algo parecido. Después de todo, sólo un día antes se hubiese reído si alguien
le hubiese dicho que existían otros
mundos aparte del suyo.
-Vale, vale, supongamos que te creo, aunque sólo el
suponerlo ya es una herejía tan grande que seguro que acabo en el Infierno. ¿Te
conviertes en Dios, omnipresente, todopoderoso y demás, o en uno de esos dioses
menores de los pueblos del sur, como el dios del fuego o el de los plátanos?
Porque si es así es bastante cutre. –Movió la cabeza de un lado a otro, e iba a
decir otra tontería cuando de repente una idea se le cruzó por la mente. Una
idea disparatada, pero que podía cambiarlo todo. -Entre esos poderes divinos
que recibes, ¿está el de resucitar a los muertos?
-Dios es prácticamente todopoderoso en lo que respecta al
resto del universo -respondió el osito.
Un escalofrío recorrió a Nero. Si eso quería decir lo que
se imaginaba que quería decir… Rápidamente hizo un gesto con la mano para
pedirle al peluche que se explicara mejor, esperando y temiendo a la vez la
respuesta a sus dudas.
–Sí -aclaró el
osito-, podrías resucitar a los muertos. Te sería sencillo.
-¿Lo… lo dices en serio? –preguntó Nero, tan emocionado que
se abalanzó sobre el peluche, pasando a través de él como si fuese un fantasma.
Dio un traspiés sorprendido, pero enseguida se giró de nuevo de cara al osito,
demasiado alterado incluso para prestar atención al extraño fenómeno. -¿Podría
resucitar a la gente del pueblo? ¿A mi familia, a mis amigos, a Eyre? ¿A todos?
-De nuevo muestras características por debajo de la media
del resto de candidatos. Tu capacidad de raciocinio y comprensión deben ser…
-¡Cállate! –le interrumpió Nero blandiendo el puño
amenazadoramente ante el peluche volador, que se lo quedó mirando en silencio.
Nero estuvo durante unos segundos así, todo su cuerpo en tensión y la
respiración agitada, antes de darse cuenta de qué estaba haciendo. Entonces
cogió aire respirando profundamente, para a continuación soltarlo despacio
intentando calmarse. Abrió el puño y lo dejó caer inofensivo a un lado. –Por
favor, confírmame que puedo resucitarlos a todos. Es muy importante.
El osito se encogió de hombros. No parecía haberle
molestado en lo más mínimo la actitud de Nero, incluso había un asomo de burla
en su sonrisa cuando habló.
-Sí. Los podrías resucitar a todos.
Nero se quedó paralizado. El color abandonó su rostro al
pensar en todos aquellos que habían muerto, en todo lo que habían supuesto para
él, y en la posibilidad de volver a verlos. Su corazón dio un vuelco cuando
pensó que el último recuerdo que guardaría de Eyre no sería el de su rostro
muerto.
Las lágrimas le caían por las mejillas sin que se diese
cuenta.
-Oh, Dios, puedo hacerlo -murmuró para si mismo. -Puedo
salvarlos…
-Para empezar la prueba sólo tienes que tocar una de las
paredes de esta sala –dijo el osito, charlando alegremente mientras Nero seguía
llorando perdido en sus pensamientos. –En cuanto llegues a tu destino se te
comunicará directamente a tu mente en qué consiste la prueba; el mensaje será
claro, conciso y no podrás olvidarlo. Una vez superes la prueba y vuelvas a tener
contacto físico con una de mis representaciones regresarás a esta sala
exactamente en el mismo estado en el que te encuentras ahora. ¿Alguna pregunta?
Sólo obtuvo el silencio como respuesta. Nero estaba
demasiado aturdido, y no fue hasta que el osito tosió un par de veces que éste
reparó en su presencia.
-¿Qué... -Nero se detuvo un momento para secarse las
lágrimas con el dorso de la camisa.- ¿Qué has dicho?
El osito lanzó un suspiro y le volvió a soltar la
explicación, moviéndose lentamente en el aire a poco más de un metro sobre el
suelo mientras repetía las instrucciones.
-¿Así que dime, candidato, tienes alguna pregunta? -dijo
cuando acabó la explicación.
-¿Basta con que toque cualquier pared para empezar, no?
-preguntó Nero. Poco a poco su rostro recuperaba el color, e incluso empezaba a
sentir como una nueva fuerza inundaba su cuerpo agotado.
-Así es. Es tan sencillo que hasta un mono de feria podría
hacerlo.
-Bien-. Caminó hasta el borde de la sala, los dientes
apretados y los ojos poco más que una fina línea de determinación. -No tardaré
en regresar.
-¡Hasta luego! -exclamó alegremente el osito, despidiendo a
Nero con la mano.
Nero tocó la pared y desapareció al instante, aunque el
peluche siguió agitando el brazo durante un rato más en la dirección por la que
se había marchado.
-Ay -dijo con un suspiro el pequeño peluche. -No tardaré en
regresar, dice. “La perfecta inocencia es la perfecta ignorancia”, dijo una vez
un humano, y tenía bastante razón. Para ser sólo un humano -añadió con una
risita aguda. -Tarda cuanto te haga falta, candidato, no tienes que
preocuparte.
“La torre te estará esperando”.
Antes de nada, cuanto tardara Nero en llegar a la conclusión que el extraño de la torre tenia como misión matar a todos los de su pueblo menos uno por ordenes de la torre? y cuando llegue a ese punto, que pasara?
ResponderEliminarMe parece que en este capitulo sirve para plantear preguntas, entrever historias de manipulación y dar una imagen de por donde ira la historia a partir de aquí. Muy interesante. Además, creo que conjugas bastante bien el tono de humor que da Fluffy, con el drama que acaba de vivir Nero.
También me pregunto como evolucionara el tema de los personajes que adopta con tanto trauma de por medio.
hay una falta de ortografía en la línea 24 .."grito presa de panico"... debe ser en masculino "preso".
ResponderEliminarNo me acaba de convencer la forma de proceder de la torre ya que de vez en cuando habla como una persona y otras como una computadora... Si es un pueblerino común (eg ..hasta un mono de feria..) y no entiendo pq este cambio de registros. si fuera alguien o algo extremadamente inteligente hablaría como spooke por ejemplo y tal vez al usar un aforismo o expresión común lo remarcaría. Por el otro lado, si es extremadamente inteligente pero habla de forma que Nero pueda entenderle... lo haría siempre.
En conclusión y resumiendo no me convence la personalidad de la torre por estos cambios mencionados
Mi idea era transmitir que la Torre es extremadamente inteligente, pero también muy cabrona. Intenta parecer profesional e imparcial, pero disfruta tomando el pelo y riéndose de los candidatos.
ResponderEliminarNo sé si te convence más así...
Ah vale! es una IA o consciencia cabrona?... me convence más aunque que motivo tiene? está programada así o hay motivos?
ResponderEliminarMotivos haylos... sigue leyendo ;)
ResponderEliminar