Era
una noche calurosa de Verano. Sin ninguna nube, sólo las estrellas y los
insectos volaban sobre el cielo de la ciudad de Fortuna, el núcleo urbano más
grande y rico de todo el mundo de Navar.
Observando
pensativo el cielo de la ciudad a través de la ventana de una posada se
encontraba Yasra, un extranjero. Era un hombre grande que se estaba quedando
calvo, con la nariz demasiada pequeña y los ojos demasiado grandes para ser
considerado atractivo. Sostenía en una mano un vaso de licor medio lleno y
sonreía divertido a sus compañeros de mesa, todos ellos extranjeros y ladrones.
Él mismo también era un ladrón, aunque antes de viajar a través de la Torre
–hacía ya, ¿cuanto? ¿Veinte años?- fuese un famoso luchador.
En la
ciudad de Fortuna la inmensa mayoría de extranjeros sólo tenían dos opciones de
supervivencia: trabajar partiéndose el culo por un misero sueldo o convertirse
en ladrones.
-Ya
sólo queda una semana para la Lotería –dijo en tono emocionado Clarence, un
tipo pequeño y con cara de besugo que soñaba despierto más de la cuenta. -¡Una
semana! Presiento que esta vez me tocará el primer premio. ¡Tengo casi cien
números del sorteo!
-Si en
vez de comprarte tantos números en cada puñetera Lotería hubieses ahorrado el
dinero, ahora ya tendrías el millón y te hubieses largado de este mierda de
mundo –le criticó Bask, tan agrio y tacaño como de costumbre. –En serio, mira
que te lo digo cada año pero no hay manera: nunca ganarás la Lotería. Es cosa
de estadística. Es mucho más probable que mueras en la bañera por culpa de un
resbalón.
-Cállate
y deja vivir a los que todavía no hemos abandonado la esperanza, Bask. Cuando
me toque la Lotería dejaré este mundo, pasaré el resto de pruebas que me ponga
la Torre –no pueden ser peor que conseguir un jodido millón- y entonces…
-Mucho
estás flipando ya, amigo –le interrumpió Bask, bebiendo un trago.
-Y
entonces –continuó Clarence como si no hubiese pasado nada, señalando
enfáticamente a Bask con el dedo índice de su mano derecha-, ¿sabes qué es lo
primero que haré cuando sea el nuevo Dios, Bask? ¿Eh, lo sabes?
-Yo
que sé, ¿conseguirte una mujer guapa y obediente? –preguntó con tono burlón
Bask, provocando que Yasra estallase en carcajadas ante la mirada irritada de
Clarence.
-¿Qué?
–preguntó Yasra a Clarence cuando consiguió calmarse. –Tienes que reconocer que
ha sido muy bueno.
-No
entiendo porqué –replicó Clarence encogiéndose de hombros y soplando indignado.
-Yo ya tengo una mujer, y nos va muy bien juntos. No necesito otra.
-Claro
que no, Clarence -dijo Yasra cruzando una mirada cómplice con Bask. La mujer
del pequeño soñador era el doble de corpulenta que su marido y lo controlaba
con mano de hierro. -Pero vamos, no nos dejes ahora con el suspense: ¿qué será
lo primero que harás cuando seas Dios?
Clarence
se lo quedó mirando, receloso.
-Seguro
que si lo digo os volveréis a reír de mí, así que para eso mejor me lo
guardo-respondió con un suplido desdeñoso. -Aunque puedes estar seguro de que
era una gran idea. ¿Tú que harías, Yasra?
-Prefiero
no pensarlo. Bastantes complicaciones tengo ya para pagar el alquiler cada mes
como para calentarme la cabeza con eso. -No dijo nada sobre las importantes
deudas de juego que tenía y que se comían casi todos sus ingresos; sus amigos
tenían problemas similares y tampoco hablaban sobre ello. En vez de eso dio un
largo trago a su copa, sediento, e iba a rellenarse la copa para beber un poco
más cuando se dio cuenta que se había acabado. -¡Camarera! -gritó, enseñando la
botella vacía. -Otra de licor de Nacama.
-¿Sabíais
que el licor de Nacama sale del culo de un pulgón? -preguntó Bask.
-Bah,
que más da -respondió Yasra. -Aquí lo que no es venenoso sale de la boca o del
culo de algún bicho, ya estoy acostumbrado... Además, bien bueno que está.
-Amén
a eso, amigo.
La
camarera trajo una nueva botella, sonriendo con desgana. Eran las últimas horas
de la noche y sólo quedaban unos escasos parroquianos en la posada, repartidos
entre las dos plantas del edificio, que conversaban entre sí en voz baja y
reservada. Eran las mejores horas del día para tener una charla amistosa.
-Estaba
pensando -dijo Clarence una vez se marchó la camarera, rascándose la barbilla-,
¿habéis oído algo de las bandas y la Lotería? Tengo curiosidad por saber si hay
alguna que vaya a intentar robar el dinero de los premios este año.
-Que
yo sepa no -respondió Bask, llenando su vaso y el de sus amigos. -Sumando todos
los premios son tres millones de coronas, sí, pero hace ya muchas décadas que
intentarlo es sinónimo de desastre. La seguridad es demasiado buena, y este año
además se dice que el duque de Adinerado ha contratado al Cuervo Rojo para
vigilar que no haya problemas.
Un
escalofrío recorrió a Yasra.
-¿Esa
zorra? -Clarence escupió con rabia hacía un lado. Yasra alzó la cabeza; creía
haber oído un ruido en el tejado. ¿Algún insecto? La posada tenía velas
aromáticas para repelerlos, pero estaban casi consumidas a estas horas. -Aún me
duele el brazo de la última vez que me tope con ella -se quejó Clarence
frotándose la extremidad. -Estuve un mes con cabestrillo y comiendo con la
izquierda.
-Y aún
tuviste suerte -dijo Bask. -Recuerda lo que le pasó a Nariz Rota.
Yasra cogió su vaso con una mano temblorosa. Todo el mundo
sabía lo que el Cuervo Rojo le había hecho a Nariz Rota. No había sido rápido,
y desde luego no había sido bonito, pero había dejado el mensaje muy claro:
cuando el Cuervo Rojo quería algo, lo conseguía. Negarse sólo empeoraba las
cosas. Yasra echó un trago rápido, notando como el dulce líquido le caía por la
garganta, y luego dejó el vaso sobre la mesa con un golpe seco que resonó con
fuerza.
Joder, pensó
Yasra, ¿el puto Cuervo Rojo?
-¿Te pasa algo, Yasra? –preguntó Clarence. – Te has quedado
pálido, como si hubieses visto a un fantasma. ¿Estás bien?
-Yo… puede que la haya jodido, tíos.
-¿Jodido? –preguntó Bask preocupado. -¿De qué coño estás
hablando?
-Veréis, hace poco me ofrecieron hacer un trabajito.
Sencillo, bien pagado, casi sin riesgos… Un chollo, así que no me lo pensé
mucho en aceptarlo aunque había algo extraño en todo aquello. –Yasra guardó
silencio durante unos instantes, maldiciendo por dentro su estúpidez. Debería
haber sabido que era demasiado bueno para ser verdad. -Además, era un trabajo para los Ocean’s
Eleven.
-¡Los Ocean’s Eleven! –exclamó con sorpresa Clarence. Sus
gritos llamaron la atención de varios parroquianos, que se giraron en su
dirección, curiosos.
-¡Callate, joder! –le ordenó Yasra con los nervios a punto
de estallar. -¿Es que quieres que se entere toda la puta posada?
-Lo.. lo siento, Yasra, perdóname –se excusó Clarence con
la voz temblorosa. Parecía realmente arrepentido, pero en cuanto vio que los
parroquianos volvían a sus cosas recuperó el aplomo. –Pero, joder, los Ocean’s
Eleven son una leyenda –dijo en voz baja.- ¿Pudiste ver a su jefe? Dicen que
domina magias poderosas y oscuras, que está loco y que la mitad de lo que dice
no tiene ningún sentido.
-Se rumorea en las calle que él fue el responsable de la
fuga de extranjeros de hace tres años –añadió Bask.
-Sólo le vi de lejos y estaba oscuro, así que no tengo ni
idea de cómo es –respondió Yasra, frunciendo el ceño mientras recordaba los
eventos de aquella noche. - Y tampoco es que me importase mucho después de que
descubriese que ese “trabajito” sin importancia formaba parte de un plan para robar
el dinero de la Lotería.
-¿En serio? -preguntó Clarence, inclinándose hacía adelante
lleno de entusiasmo. A su lado Bask bebía como si la conversación no fuese con
él, aunque su aparente diferencia era
traicionada por la chispa de curiosidad que brillaba en sus ojos.- La fiesta se
celebra en la fortaleza del duque, vigilada por cientos de soldados acorazados
y bestias de guerra. ¿Qué han planeado? Seguro que es algo incluso más
espectacular que cuando se llevaron el cuadro del conde de Exquisito ante las
mismas narices del comisario.
-No tengo ni idea, Clarence, sólo sé lo que tenía que ver
con el trabajo. ¿Crees que compartirían
su plan con alguien como yo? -preguntó Yasra con sorna. Llenó de nuevo el vaso
y lo sostuvo con su mano, la mirada perdida en el líquido anaranjado y la
frente arrugada como una pasa. -Y mejor así. No quiero saber nada de todo esto.
-Bebió un pequeño sorbo y entrecerró los ojos, convertidos en una fina rendija
que observaba con desconfianza a sus amigos. -No tendría que haberos dicho
nada, pero soy un jodido bocazas. Cuanta menos gente sepa que he tenido algo
que ver con los Ocean's Eleven, mejor.
-¿Crees que vamos a ir por ahí soltando tus secretos,
Yasra? –preguntó Bask ofendido. –Ni
Clarence ni yo somos unos chivatos.
-No estoy diciendo nada de eso –replicó Yasra, aunque no se
hacía muchas ilusiones. En esta ciudad de ladrones cualquiera vendería a su
madre por dinero. –Pero, ¿y si os pilla el Cuervo Rojo buscando información
sobre la Lotería? ¿Seríais capaces de quedaros callados?
Ninguno de sus amigos respondió.
Yasra asintió lentamente con la cabeza. Justo lo que se
esperaba.
Un silencio tenso se instaló entre los tres amigos, pero
Yasra no hizo ningún intento por cortarlo. Él mismo se sentía un tanto
incómodo, como si sacando a relucir el plan de los Ocean’s Eleven hubiese
mostrado un mundo duro pero lleno de esperanzas y sueños al cual tres vulgares
ladrones como ellos, que mucha suerte tenían con ir tirando día a día, jamás
podrían llegar.
Estaba tan perdido en sus pensamientos que casi no se dio
cuenta de la figura que en ese instante se posó en el marco de la ventana, tan
sigiloso y ágil como un gato. Yasra abrió los ojos como platos al darse cuenta
que vestía totalmente de negro.
Antes de que tuviese siquiera tiempo de gritar, el recién
llegado se deslizó –o al menos eso es
lo que le pareció a Yasra- al interior de la posada, su capa aleteando a la
espalda, y golpeó con una de sus botas a Clarence en el rostro enviándolo de
bruces contra el suelo.
-Eso por llamarme zorra –dijo la oscura figura con una voz
claramente femenina. Yasra aún estaba paralizado por lo rápido que había
sucedido todo, pero Bask cogió la botella y se abalanzó sobre el asaltante con
un grito de rabia que fue cortado bruscamente cuando voló por los aires y se
estrelló contra la pared a su espalda, arrojado como si no fuese más que una
mosca por el oscuro visitante.
-Bien, ahora que tus amigos nos han dejado podemos charlar
un rato sobre ese trabajito que hiciste, Yasra–dijo el asaltante. Se llevó las
manos a la capucha y la echó hacia atrás, mostrando un rostro suave y
redondeado, unos cabellos castaños bastante cortos que acababan en rizos y unos
ojos grandes y astutos, que con su iris totalmente rojo observaban a Yasra sin
perder detalle. Sonrió, mientras a su espalda los últimos parroquianos del piso
superior de la posada huían escaleras abajo. –Sé sincero y quizás no te rompa
ningún hueso.
Mirando a los ojos del Cuervo Rojo, Yasra no pudo hacer
otra cosa que tragar saliva.
No me esperaba que fueran a pasar tres años desde los acontecimientos del capitulo 6, más bien que continuarías con la evolución de la relación entre Peter y Sara una vez llegados a alguna ciudad. Personalmente, creo que estos juegos temporales son muy interesantes, tengo curiosidad por ver como habrán evolucionado, sobretodo Sara. Eso si todavía siguen juntos claro.
ResponderEliminarEn cuanto a la historia de los ladrones, me gusta el trasfondo que crean, además la relación entre ellos es bastante clara, con sus rasgos bien marcados. Sirven para que veamos los efectos de un sistema injusto, las opciones que tienen la mayoría de las personas que viajan a través de la torre, en fin son un poco robin hood pero con un perfil mas estoico. Me gusta especialmente el momento de silencio que intercambian después de que Yasra les haya desvelado que trabajó para los ocean’s eleven, cuando vislumbran un mundo que les es inaccesible, creo que los humaniza mucho. También me gusta como marcas la diferencia entre su comportamiento y sus pensamientos, como se guardan sus preocupaciones y suspicacias.
En cuanto al nombre de Ocean’s eleven, creo que estabas un poco preocupado porque se entendiera que se trataba de Peter con la ayuda de ¿?¿ (uno de los misterios que quedan por resolver es quien forma parte es este grupo, creo que Nero pegaría bastante bien como ladrón, pero no se si el ego de Peter le dejaría trabajar con alguien como Nero sin llevarle a plantearse dejarlo tirado o odiarlo directamente) Y lo digo porque después haces que Clarence describa su personalidad, pero creo que se entiende perfectamente de quien se trata.
En cuanto al desarrollo del capitulo, creo que lo que pretendes, aparte de mostrar de forma indirecta como se las ha manejado Peter y compañía una vez en fortuna, es crear una atmosfera para la presentación del cuervo negro. Y creo que esta bastante bien. Desde el primer ruido en el tejado que ya nos hace sospechar algo, la tensión en la sala va aumentado con la descripción de la posada casi vacía y la conversación de los tres ladrones, en que la revelación de Yasra hace que los ánimos cada vez estén mas inquietos.
El paso de los años será una constante a lo largo de la novela. Superar las pruebas de la Torre no es fácil, así que conseguirlo no puede ser cosa de unos días y ya está (salvo contadas excepciones).
ResponderEliminarLa parte de los ladrones está para dar un poco de trasfondo, sin tener que explicar directamente. Me alegro que te haya gustado.
Lo del nombre de los Ocean's Eleven es por dos motivos: para dar pistas sobre quien es el jefe y porque Peter es un friki que le pone nombres frikis a todo. Es característico de él, podríasmo decir.
Aún falta para que salga Nero... pero saldrá!
Si, tienes razón en que pretendo crear una atmósfera para presentar al Cuervo Rojo sin caer en lo típico de empezar desde su punto de vista, que ya había hecho con Peter y Nero.
Es genial por muchisimas razones:
ResponderEliminar- Descripciones concisas que no parecen un intento de chiste
- algún comentario cómico y bien llevado
- Sentimientos bien expuestos
- Atmósfera y ambientación bien llevada
En muchos aspectos es el mejor capítulo hasta ahora desde mi humilde opinión =)
stYgs, me alegro que te haya gustado. En este caso es una parte para dar trasfondo, desde el punto de vista de uno de los millares de extranjeros que hay en Navar.
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