Todo esto es taaaaan
aburrido, pensó el Cuervo Rojo.
La mejor cazarecompensas de la ciudad vestía un bonito
vestido rojo que le dejaba los hombros y parte de la espalda al aire, además de
lucir un pronunciado escote. Muy bonito y le quedaba como un guante, sí, pero
le apretaba las tetas y estaba tan ajustado de las caderas que si se ponía a
correr seguro que se le acababa rompiendo.
Pero claro, estos vestiditos de ricos estaban pensados para
enseñar carne y no para ser cómodos. Formaba parte del precio a pagar por
asistir a las fiestas de la nobleza, como sonreír a los camareros que le
servían copas o no romperle la cara a los pervertidos que le miraban el culo.
-Estate atenta –le
pidió en voz baja Elena. La hermosa joven sostenía una copa en la mano y
sonreía con una naturalidad que hacía parecer falsas las sonrisas de verdad.
–Ya queda poco para que el conde muestre el cuadro, así que los Ocean’s Eleven
han de actuar en cualquier momento.
-Lo sé, lo sé –dijo el Cuervo Rojo asintiendo con pocas
ganas. Se llevó la mano a la boca para disimular un profundo bostezo. –Pero en
serio, Elena, espero que no tarden mucho o me acabaré durmiendo.
-Vamos, no seas así. ¿Es que no te das cuenta de todo lo
que está pasando aquí?
-Claro que me doy cuenta –replicó la cazarecompensas. El
conde de Exquisito había recibido una carta de los Ocean’s Eleven anunciándole
que iban a robarle su nuevo cuadro esta noche, así que para demostrar que no
les tenía miedo el noble había montado todo un espectáculo en el jardín de su
mansión. Protegido por sus mejores hombres y todos los mercenarios que había
podido encontrar, el conde mostraría en público su nuevo cuadro por primera vez
y ofrecería bebidas y comida durante toda la velada a los invitados. Hubiese
sido más prudente guardar el cuadro en una cámara fuerte que no tenerlo en un
jardín al aire libre, pero el conde no podía mostrarse débil después de todos
los robos que habían sufrido tanto él como sus aliados a manos de los Ocean’s
Eleven. Al final era una simple cuestión de ver quien la tenía más larga, si
los ladrones o el conde. –Es sólo que
no me importa.
Elena soltó un bufido y dio un ligero sorbo a su copa,
irritada.
-No bebas demasiado, Elena –la advirtió el Cuervo Rojo. -Ya
sabes que no te sienta bien y acabas haciendo tonterías.
-¡Por favor! –replicó Elena, poniendo los ojos en blanco.
–Ya soy una mujer adulta, ¿vale? Puedo beber una o dos copas perfectamente.
-Eso mismo fue lo que dijiste en la fiesta del barón de
Rincón Nevado, y las dos sabemos como acabó aquello-. Movió la cabeza hacía a
un lado, sonriendo burlona. –Le
causaste una gran impresión al barón, con todo eso de vomitarle encima.
-¡Eso fue hace años! –protestó Elena. El Cuervo Rojo la
observó, divirtiéndose al ver como la joven intentaba mantener la calma a pesar
de la irritación que sentía. Lo hacía bastante bien, aunque el ligero temblor
de su labio superior la delataba. -¿Es que me lo vas a estar recordando toda la
vida?
La cazarecompensas se la quedó mirando, pensando si se
había pasado. Elena había crecido y ya no era aquella niña asustada y
desconfiada que había rescatado de las sucias garras de Nariz Rota, sino una
hermosa mujer, inteligente y segura de sí misma. Al observar la seriedad de su
expresión, el Cuervo Rojo empezó a pensar que quizás iba siendo hora de tratar a
su protegida como a una mujer adulta.
Luego recordó todas las veces que Elena había venido
llorando a su cama suplicando dormir con ella porque tenía miedo de algún
monstruo imaginario, y cambió de idea.
-Sí –respondió la cazarecompensas. –Ya te puedes casar y
tener hijos, que ahí estaré yo recordándotelo. Así que venga –siguió el Cuervo
Rojo, ignorando el mohín de protesta de Elena-, no bebas nada más y si ves a
los Ocean’s Eleven hazme el favor de
despertarme.
Qué demonios, en el fondo seguía siendo una niña.
-Yo… -Elena tragó saliva y alzó el mentón bien alto, sus
ojos cargados de indignación y su rostro mostrando una sonrisa cien por cien
enfado. -No soy un escarabajo despertador, ¿sabes? Yo voy a dar una vuelta y
hablar con gente agradable y simpática antes de que cometa un asesinato. Si no
te importa y crees que soy lo suficientemente adulta para ello, claro.
Por toda respuesta, el Cuervo Rojo se encogió de hombros.
La joven se dio la vuelta y se marchó, internándose entre
los grupos de nobles con facilidad. Era simpática, atractiva y se conocía todas
las normas de etiqueta, así que podía conversar con ellos sin problemas e
incluso bailar con los nobles de menor rango si llegaba el caso.
Era a todo lo que podía aspirar. Por muy inteligente y
hermosa que fuese Elena, en el mundo de Navar jamás podría ser un noble, ni tan
siquiera la esposa –o la amante colgada de regalos- de uno. De hecho, si no
fuese por ser la protegida del Cuervo Rojo, estos mismos nobles que la recibían
en sus corrillos con una sonrisa y le reían los comentarios ni tan siquiera le
dedicarían una mirada.
En fin, pensó la
cazarecompensas bostezando de nuevo, espero
que esto no tarde mucho. Apareced de una vez, Ocean’s Eleven.
Dio un vistazo rápido a su alrededor examinando la
seguridad de la zona. El jardín estaba rodeado por una muralla de Hiervesangre,
un espeso arbusto sin hojas que tenía una madera inmune al fuego y espinas
llenas de veneno paralizante. Los dos únicos puntos de entrada libres de
arbustos estaban protegidos por los mejores guardias del barón, insobornables y
leales hasta la muerte.
Con el aparente propósito de alejar a los insectos se
habían colocado decenas de antorchas aromáticas por el jardín, cubriendo hasta
el más pequeño de los rincones con su brillo apagado y mortecino. Eso
garantizaba que, junto con los maestros de la espada que había entre los
invitados y que repasaban disimuladamente con la mirada a todos los presentes,
ningún posible ladrón que atravesase el muro de arbustos llegase hasta el
cuadro sin ser visto.
Pero es que aunque el ladrón consiguiese pasar el muro, los
guardias y los maestros de la espadas, se encontraría con un último escollo: un
trío de soldados acorazados, cubiertos
con el casi indestructible caparazón de un escarabajo real y armados con
descomunales martillos de piedra que vigilaban muy de cerca el cuadro en el
centro del jardín.
El conde de Exquisito se había gastado una fortuna, pero
había conseguido una seguridad impresionante de veras. El Cuervo Rojo estaba
segura que con cualquier otra banda criminal hubiese sido mucho más que
suficiente, pero los Ocean's Eleven no eran como el resto de bandas.
-¡Por favor, señores, un momento de silencio! -exclamó en
voz alta un sirviente mientras tocaba una campanilla que sonaba horriblemente
aguda. La estuvo tocando durante un rato más, hasta que los nobles dejaron lo
que estaban haciendo para atenderle. –El conde de Exquisito desea hablar con
ustedes.
El sirviente hizo una impecable reverencia y se retiró a un
lado, dejando todo el protagonismo en la figura del conde. Era éste un hombre
alto y en buena forma, con una presencia imponente y poderosa. Como era
costumbre entre los nobles, lucía un enrevesado bigote con las puntas hacía
arriba.
-Buenas noches, amigos míos –empezó saludando el conde con
una voz que sonó alta y clara en el jardín. –Los que me conocéis muy bien sabréis
que soy un hombre directo y sincero, y hoy no voy a ser menos. Esta noche os he
invitado a esta fiesta no sólo para que presenciéis la nueva obra de arte que
ha ido a parar a mis manos, sino también para que seáis testigos de que nadie asusta
al conde de Exquisito.
Guardo silencio, cogiendo aire durante unos instantes que
la nobleza aprovechó para especular sobre lo que diría el conde. El Cuervo Rojo
volvió a bostezar, aburrida de tanta charla inútil y sin sentido. Si al conde
realmente le gustaba tanto ser “directo y sincero” lo habría dicho de una
puñetera vez, en vez de hacerse el interesante de una manera tan descarada.
–Esta noche, una
banda de criminales se ha atrevido a desafiarme –anunció el conde caminando en
dirección al centro del jardín. –Estos criminales, que se hacen llamar Ocean’s
Eleven, han cometido la osadía de pretender robar mi nuevo cuadro. ¡Incluso se
han atrevido a avisarme por adelantado, como si yo no pudiese hacer nada por
impedirlo!
“Pues escuchadme bien, ladrones. No os tengo miedo. Si lo queréis,
aquí lo tenéis–dijo el conde retirando la tela que lo cubría y mostrando el
cuadro a todos los invitados: una pintura de la última reina de Fortuna con sus
dos hijos al lado. Una obra de arte de gran valor, sobre un marco de carísimo
metal trabajado a mano por un maestro orfebre.
¡Vamos, Ocean’s Eleven! –gritó el conde a pleno pulmón mientras
señalaba con su puño al cuadro que reposaba apoyada en un armazón de metal. -¡Os
reto a que cumpláis vuestra palabra!
Tras estas palabras el silencio reinó en el jardín, un
silencio expectante. La tensión se palpaba en el aire, pues todos los presentes
sabían que los Ocean’s Eleven jamás habían roto su palabra y que siempre habían
acabado realizando sus robos, sin importar las medidas de seguridad. Los nobles
miraban a todas partes, los guardias vigilaban las entradas, los maestros de
espadas mantenían la mano sobre la empuñadura de sus armas y el trío de
soldados acorazados rodeaba el cuadro.
El Cuervo Rojo cerró los ojos y escuchó. Echó a un lado los
murmullos de los nobles, los movimientos pesados de los guardias, el susurro
del viento en las hojas de los árboles. Simplemente, escuchó.
Hay… algo, pensó
el Cuervo Rojo. Había oído algo, como el sonido de las aspas de un molino. Pero
sonaba… ¿arriba? Abrió los ojos y miró hacia el cielo, sus ojos rojos que había
obtenido tras pasar la primera prueba de la Torre atravesando el velo de oscuridad
como si no estuviese ahí. No había estrellas ni ninguna de las dos Lunas sobre
el cielo de Fortuna, pero eso no le importaba al Cuervo Rojo que veía tan bien
como si fuese mediodía.
Un extraño objeto volaba en el aire, con alas a los lados y
una hélice que giraba a gran velocidad en su parte superior. La cazarecompensas
se lo quedó mirando, hipnotizada por lo imposible y maravilloso de su
existencia.
El Cuervo Rojo sonrió. De repente, el aburrimiento había
desaparecido.
Hola Jesús,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho esta parte, esta muy bien escrito y resulta fácil y rápido de leer.
Esta muy bien descrito como es el jardín, como esta protegido... La forma de presentar el conde con lo que dice y transmite mostrando el cuadro puedes hacerte una buena idea de como es sin que se haga una descripción pesada.
Me gusta como el Cuervo Rojo ve a Elena, la parte en que piensa que siempre sera una niña para ella. Te quedas con ganas de leer más y esto es bueno. Sigue así! Muchos ánimos!!
Gracias Cristina.
ResponderEliminarEspero que conforme vayas leyendo más te guste la evolución de la relación de Elena y el Cuervo Rojo.
Hola,
ResponderEliminarMe parece muy interesante como estas jugando con el tema de los flahsbacks y flashforward y el uso que le das para darle mas cuerpo a los personajes. Ahora podemos especular con motivaciones personales del cuervo rojo, para perseguir a la banda de Peter en la parte del capitulo anterior.
No he tenido problemas para entender que nos estabas introduciendo el robo del cuadro que se menciona en la primera parte. Lo único que se me hace difícil, es imaginar como ligarás estos saltos dentro de un mismo capitulo, da la sensación que sea otro diferente.
También creo que los personajes principales (incluyo a cuervo rojo, por el cuidado que has tenido en introducirla, creo que tendrá cierto peso en la trama durante un tiempo)se están agrupando por parejas y me pregunto en que posición quedará Nero dentro de este entramado. Al fin y al cabo es del único del que sabemos que lucha con el dolor de la perdida. Tengo curiosidad si en este tiempo habrá cambiado mucho o si volverás atrás para mostrarnos el punto en que se quedo.
En cuanto a cuervo rojo, creo que es una mujer temeraria y desde luego desdeña las convenciones sociales. Es muy divertida y reveladora de su personalidad, su forma de describir el plan del robo como una lucha "a ver quien la tiene mas grande" o la forma en que piensa que el traje es un estorbo. Al mismo tiempo sabemos por sus ojos que tiene un pasado como viajera, me gusta como se relacionan estos factores para darle profundidad. Ademas me pregunto una cosa, si es una cazar recompensas de éxito (la mejor) y parece que todos los que llegan al planeta tienen la misma misión, como es que no se ha marchado? (me imagino que podría haber reunido el millón). Que la hace quedarse? sabiendo que es una aventurera, creo que es porque esta muy unida a Helena. Llegados a este punto y vistos los precedentes, a partir de ya, comienzo a sufrir por el futuro de Helena.
Por cierto, hablando de Helena, creo que se parece al personaje de Sara, son importantes para definir a los personajes principales y interesantes en si aunque no llamen tanto la atención en comparación con estos.
Por lo demás, me gustan los pequeños detalles que introduces, como el escarabajo despertador, hace que no te olvides que de hecho es un mundo extraño.
¿Dónde esta Nero? jajaja
ResponderEliminarJaime que vas a gastar toda la tinta del ordenador! jajaja
ResponderEliminar@Jaime
ResponderEliminarEstoy pensando que quizás no queda demasiado claro que la acción es anterior a la de la parte anterior... puede que con un simple "x semanas atrás" quedase mucho mejor.
Lo que comentas sobre los motivos que tiene el Cuervo Rojo para no marcharse los explicaré en el capítulo 8, a ver que te parecen...
Lo del escarabajo despertador me pareció una buena idea, pero tengo que esforzarme en darle más vida a las descripciones para que se vea que es un mundo diferente. Poco a poco.
@Cristina
Nero saldrá en el siguiente capítulo... aunque no creo que lo reconozcas jeje
genial... me ha encantado! "...sonrió pq el aburrimiento había desaparecido" jejeje me ha gustado!
ResponderEliminarAú sigo sin entender lo de ocean's eleven... el nombre... no comprendo le motivo..
Intrigado ando de como funcionará ese helicoptero jejeje
Me alegro que te haya gustado, stYgs.
ResponderEliminarSigue leyendo y lo entenderás todo jeje