Nero dejó la taza humeante sobre
la mesa haciendo una mueca de disgusto.
-¿Tan malo está? –le preguntó
Valeria.
-Asqueroso –respondió el
actor. –Huele como el café así que me imaginé que tendría un sabor parecido,
pero está salado. ¿A quién demonios le puede gustar el café salado? Qué
desagradable –murmuró sacando la lengua fuera y haciendo gestos de desagrado.
-Bueno, al menos no está
envenenado –dijo la cazarecompensas encogiéndose de hombros y tomando un sorbo
de su taza. –Tras quince años en Navar aprendes a ser práctica con estas cosas.
Claro, nada como estar en un mundo donde casi todo está envenenado como
para hacerte cambiar tu idea de lo que es una buena comida.
-Recuerdo los primeros meses
que paseé en Navar –dijo Nero. –Todo lo que comía me parecía horrible. Patas de
hormiga, ojos de gusano, unos vegetales podridos que olían a perro muerto… Me
quedé en los huesos, en serio. Creo que perdí más de diez kilos. Luego te
acostumbras y te tragas lo que sea, pero al principio resulta muy duro.
-Aún así, algunas cosas no
estaban tan mal –comentó Valeria. -¿Probaste alguna vez la araña de la cosecha?
-¡Oh, Dios, sí! Fue todo un
descubrimiento. Te juro que la primera vez que la comí lloré de felicidad, y no
me avergüenzo para nada. ¿Cómo demonios un bicho tan feo puede estar tan bueno?
-¿A qué es increíble? Su rica
y jugosa carne, que parece derretirse en la boca…
-Su cerebro, tan suave y
sabroso –continuó Nero sintiendo como la boca se le hacía agua.
-¿Y los intestinos? ¿Qué me
dices de los intestinos? Cocinados con la sangre de la araña y aderezados con
licor de pulgón estaban tan buenos que…
-Perdonad un momento.
Al escuchar la voz de Peter,
Nero se dio cuenta de que el periodista había dejado de explicar el trasfondo
político de Roa –un follón sobre reyes, rebeliones y países en guerra que
combatían constantemente entre sí- para escucharles interesado. Había estado
tan distraído hablando con Valeria que ni siquiera podía decir en qué momento
había parado de hablar.
-Vamos, chicos, se supone que todos
deberíamos estar escuchando a Clarence –dijo Peter señalando con la mano al
periodista. –Ya sabéis, por todo eso de que nos va bien conocer este mundo y
tal. Odio tener que hacer el papel de profesor regañinas, pero niños, por
favor, ¿podrías dejar de cuchichear entre vosotros y prestar atención a la
clase?
-No quiero –replicó Valeria,
levantándose de un salto del sofá y poniéndose a dar vueltas por la habitación.
–Todas estas historias de politiqueo me aburren. No me importa cuántos países
hay, las relaciones que tienen entre ellos ni que sistema de gobierno tiene
cada uno. En este mundo hay humanos, y mientras haya humanos habrá gente que
manda y gente que obedezca. En Ozonne teníamos caballeros y siervos, en Navar
plebeyos y nobles, aquí ciudadanos y representantes, ¿qué más da como se
llamen? En el fondo es lo mismo.
Peter no respondió. Se quedó
en silencio, sonriendo como siempre hacía, aunque Nero podía adivinar una
chispa de irritación en su mirada de “la vida es un chiste y yo me río de
todo”.
Nero se llevó la mano a la
boca para disimular un suspiro de preocupación. No llevaba ni dos días con sus
“compañeros de equipo”, como los había llamado el oso de peluche, y ya tenía
bastante claro que esos dos acabarían mal.
-Vamos, intenta calmarte un
poco Valeria –dijo con la esperanza de poder limar un poco las esperanzas entre
esos dos. –Peter tiene razón. No podemos vivir en Roa sin tener la más remota
idea de cómo funcionan las cosas.
-Habla el que estaba
bostezando cuando explicaban lo de las elecciones democráticas y el sistema de
representantes –replicó Valeria provocando que bajase la cabeza avergonzado. Al
ver que Peter le estaba mirando se encogió de hombros, admitiendo su derrota. ¿Qué quieres que te diga? Cualquiera le
lleva la contraria.
-Dejémonos de tonterías
–continuó la cazarecompensas, deteniéndose justo delante del periodista con la
cara muy seria y las manos a los costados-, y háblanos sobre la prueba. Desembucha
todo lo que sepas sobre las carreras de dragón.
-Como queráis –dijo Clarence,
con pintas de estar pasándoselo bomba con la discusión. Algo le decía a Nero
que seguro que esto acababa saliendo en la entrevista. –Las carreras de dragón
son el evento deportivo más importante en Roa. Todos los países participan en
ellas, en mayor o menor medida.
“Millones de personas las
siguen en todo el mundo, ¿y cómo no iban a hacerlo? No hay nada mejor en la
vida que asistir a una carrera y ver a los especiales volando por los aires a
lomos de dragones, haciendo servir sus poderes unos contra otros, luchando por
llegar los primeros a meta, luchando por alcanzar la gloria y la fama.”
El periodista puso cara de emoción
y alzó un puño con fuerza, entusiasmado. Desde luego le ponía ganas, aunque a
Nero le parecía bastante tonto ponerse así por sus propias palabras.
-También lucharán por superar
la prueba de la Torre, ¿no? –preguntó Peter.
-Sí, por supuesto –respondió
Clarence-, pero eso es muy difícil. Tenéis que pensar que todos los países
tienen una o varias competiciones, como ligas o torneos eliminatorios, en las
que pueden llegar a participar decenas de especiales. Sólo los mejores pueden
participan en una eliminatoria para escoger al mejor equipo del país, y sólo
los ganadores de cada país compiten entre sí en la competición más famosa e
importante del mundo y que se lleva a cabo cada cuatro años: las carreras de
Roa. El equipo ganador son los únicos que superan la prueba de la Torre.
El periodista hizo una pausa para
darle un sorbo a su taza y refrescarse la garganta.
-Para que os hagáis una idea,
en las últimas carreras de Roa participaron 72 equipos. El equipo que ganó llevaba
varios años compitiendo al más alto nivel, y su victoria se debió tanto a su
habilidad como a la buena suerte. Aunque claro, eso dependerá de a quién le
preguntéis –añadió con una sonrisa cómplice. –Sus fans os dirán que fueron los
mejores y que su victoria fue más que justa; los seguidores de los otros
equipos os dirán que tuvieron una suerte impresionante.
Nero se pasó una mano por el
pelo, preocupado. No sabía cuántos participantes habría en todas las
competiciones, pero podía ser que esta prueba fuese al menos tan difícil como
conseguir el millón de coronas en Navar.
-Ah, y 25 equipos fueron
eliminados –añadió el periodista.
-¿Eliminados? –preguntó Nero
alzando una ceja. -¿Te refieres a que fueron expulsados de la competición por
infringir alguna regla?
- No, que va. Eliminados.
Muertos.
-¿Mu… -Nero tragó saliva.
-¿Muertos?
-¡Claro, hombre! Es una pena
que en las competiciones nacionales, aunque se permita la violencia, las
muertes entre los competidores estén prohibidas. Menos mal que eso no es así en
las carreras de Roa, o los mundiales como se les llama popularmente –comentó Clarence
en tono animado–, por lo que es bastante normal que los equipos mueran. De
hecho el último mundial fue bastante flojo, 25 es un número bajo teniendo en
cuenta que los especiales van a por todas para conseguir la victoria. Otros
años han muerto más de 40 equipos entre bajas por mordiscos o garras de dragón,
choques contra los obstáculos y ataques de otros competidores. Incluso hubo una
ocasión, antes de que yo empezase a trabajar como periodista, ¡en que más de 60
equipos fueron eliminados! Eso sí que fue espectacular –dijo riendo ante el
horror de Nero. -¡Había restos de humanos y dragones por toda la pista! Aún se
publican libros sobre esa carrera.
Están locos, pensó Nero. Las manos comenzaron a temblarle al
imaginarse a una bestia tan grande como un dragón atacando a una persona,
haciéndola pedazos con sus garras y devorándola ante una multitud que rugía
enfervorecida. Están locos.
-¿Qué podemos hacer para ganar
las carreras? –preguntó Peter.
-Uff, eso es muy complicado de
responder –dijo el periodista soltando un bufido. –En las carreras participan
dos individuos: un piloto que controla al dragón y un escolta que protege al
piloto y ataca a los rivales. Según el pensamiento tradicional, las habilidades
de cada uno y su trabajo en equipo son lo más importante para la victoria.
“Sin embargo los tiempos han
cambiado, y yo diría que lo más importante ahora son los patrocinadores”.
¿Patrocinadores? Nero intercambió una mirada de perplejidad con
Valeria, que parecía tan perdida como él con las palabras del periodista.
Peter, sin embargo, asintió en silencio como si eso tuviese todo el sentido del
mundo.
-Unos buenos patrocinadores te
pueden proporcionar un dragón de guerra de la mejor clase, así como equipo,
cuidados y entrenamiento de primer nivel –explicó Clarence. –Incluso pueden conseguirte invitaciones
para competiciones nacionales a las que normalmente sólo tendrías acceso tras
años de ganar carreras.
-Supongo que no será nada
fácil tener unos buenos patrocinadores –comentó Peter.
-Pues no. Depende del éxito
del equipo, de lo simpáticos que caigan al público y de muchos otros factores.
Lo normal es que sólo tras años de duro trabajo un equipo empiece a recibir
ofertas de los grandes patrocinadores. Bueno –dijo moviendo la cabeza a un
lado-, a menos que seas como Miska.
-¿Miska? –preguntó Nero
recordando los carteles que había en la ciudad con ese nombre y el dibujo de
una joven de pelo azul. -¿Qué pasa con ella?
-Miska es un prodigio
–respondió Clarence con un tono de profunda admiración. –Es la única especial
en todos los años de carreras de dragón que ha conseguido dominar un dragón de
guerra a la primera. ¿Tenéis idea de
lo difícil, no, de lo imposible que es hacer algo así? Además, es guapa, joven
y encantadora. Los patrocinadores prácticamente se pelean por darle dinero.
-Entonces es sencillo: tenemos
que hacer lo mismo que ella –dijo Valeria, ignorando la exclamación de
incredulidad que lanzó el periodista. –He tratado con dragones antes y sé lo
que hay que hacer. No me dan ningún miedo.
-¿Estás segura que serás
capaz? –preguntó Peter.
-Sí, ¿no será arriesgado? –preguntó Nero a su
vez. –Eso de “dominar a un dragón de guerra” suena como algo muy peligroso.
-Tiene razón -dijo Clarence,
reforzando las palabras de Nero.
-No te preocupes, Nero
–respondió la joven. – Ya te dije que te ayudaría a pasar las pruebas de la
Torre, y esta es la manera más rápida y sencilla de hacerlo. Te doy mi palabra
que lo conseguiré –dijo llevándose la mano al pecho, como un caballero que
acaba de realizar una promesa ante su señor.
Aún así, Nero se mordió el
labio, dubitativo. Clarence había dicho que sólo Miska lo había conseguido, y
había remarcado muchísimo lo increíble que eso era. Un hombre que reía
divertido al recordar una matanza había dicho que era “peligroso”. El actor
abrió la boca para pedirle a Valeria que cambiase de idea, pero en el último
momento se detuvo. ¿Qué le voy a decir? ¿Qué no se arriesgue? ¿Qué podemos ir poco a poco?
Eso supondría años de espera.
Un montón de años más sin volver a ver a Eyre.
Y después de todo, Valeria era
el Cuervo Rojo. En Navar era la cazarecompensas más temida y respetada, la
única que trataba con los nobles debido a su gran habilidad. En la fiesta de la
Lotería mató al duque de Adinerado y ganó ella sola la victoria para su bando.
Nero asintió para sí,
convencido. Si, seguro que ella podría hacerlo.
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