lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 15 (Parte 2) - Ha nacido una estrella


Cinco personas les esperaban al pie de la colina, donde el camino de piedra se dividía en varias ramas que iban a los diferentes edificios de la granja. Tres hombres jóvenes y una pareja de mediana edad, muy parecidos entre ellos y que vestían un mono de trabajo azul oscuro.


Al acercarse más el alcalde les saludó efusivamente con la mano, su respiración sonando un poco agitada tras el breve paseo que habían tomado desde el coche.
He aquí a uno que está en peor forma que yo, pensó Nero con secreta satisfacción, pasando por alto los veinte años y más de treinta kilos que seguramente le sacaba el alcalde.
-Buenos días, Vincent –dijo el político dirigiéndose al hombre de mayor edad. -¿Cómo va todo en la granja?
-Vamos tirando, señor –respondió Vincent con voz cansada. Tenía el mismo cabello oscuro y la misma barbilla prominente que el resto, pero las arrugas de su frente y las patas de gallo alrededor de sus ojos delataban su edad.  -Como siempre.
-Sí, claro-. El alcalde hizo una pausa para secarse el sudor de su frente con un pañuelo y colocarse bien el sombrero. Nero aprovechó para echar un vistazo a su alrededor, abriendo los ojos como platos al darse cuenta de lo descomunalmente grande que era todo en esta granja. Los abrevaderos podían pasar por piscinas, los establos era tan amplios que por sus puertas podían pasar sin problemas cinco hombres cogidos de las manos y había enormes extensiones de tierra valladas hasta los diez metros de altura para que paseasen las bestias. Todo era tan grande, tan desproporcionado, que el actor se sentía como un niño en una casa de gigantes.
¿Así que esto es una granja de dragones?, pensó Nero lanzando un silbido de admiración. Aún no he visto a los animales y esto ya es una pasada. Ha valido la pena viajar en ese trasto infernal para llegar aquí.
-Especiales –anunció el alcalde señalando con una mano extendida a Vincent y a sus acompañantes-, me siento honrado de presentaros a la familia Mosen, los mejores criadores de dragones de toda Roa. Ya sea un dragón centella, un ariete o un carnicero, podéis estar seguros que aquí os encontrareis con lo mejor.
-Gracias, señor –dijo Vincent con una leve reverencia que fue imitada por sus compañeros. Sus siguientes palabras fueron dirigidas a Nero y al resto de especiales.      –Seguimos estrictos controles de procreación y cría para mejorar la calidad de nuestros dragones y garantizar que tanto en desarrollo físico como mental cumplen las más altas marcas de excelencia. No se decepcionarán si deciden escoger alguno de nuestros ejemplares.
-Estoy seguro que no –respondió Nero educadamente. Tanto Clarence como el alcalde les habían explicado antes como funcionaba todo esto de buscar un dragón para un equipo: básicamente, los especiales recién llegados recorrían las granjas examinando los dragones, y cuando veían uno que les gustaba para las carreras intentaban dominarlo. Si todo salía bien, entonces dependía de que hubiese patrocinadores dispuestos a pagar el precio de la bestia para el nuevo equipo. Si los especiales no conseguían dominarlo o no había nadie que quisiera dar el dinero, pues se repetía el proceso.
Por lo que les habían dicho, incluso en el peor de los casos un equipo nuevo no solía tardar más de un mes en conseguir un dragón.
-Muy bien –dijo Vincent frotándose las manos-, ¿tienen ya una idea de lo qué están buscando? Ahora mismo tenemos un dragón centella especialmente rápido y muy inteligente. Si prefieren una raza más resistente también tenemos un ariete impresionante, con…
-Queremos un dragón de guerra –le interrumpió Valeria dando un paso adelante.
-¿Un dragón de guerra? –repitió el alcalde, su rechoncho rostro hinchándose aún más por la alarma. Vincent y sus compañeros intercambiaron unas miradas de sorpresa y expectación. -¿Sabéis lo qué estás diciendo? –preguntó el político.
-Por supuesto –respondió la joven, la barbilla alzada desafiante y las manos apoyadas en los costados. Nero se colocó a su lado, prestándole su apoyo. No es que creyese que Valeria fuese a necesitar su ayuda, pero la intención es lo que cuenta.
El alcalde miró a Peter, quien se limitó a encogerse de hombros, divertido. Luego, tras unos instantes de silencio, cogió su pañuelo y se lo volvió a pasar por la frente para secarse el sudor.
-Vincent, hazles entrar en razón.
-Sí, señor –dijo el criador de dragones.
“Tienen que saber, especiales, que todas las especiales de dragones son peligrosos depredadores. Rápidos, fuertes, capaces de volar, armados con garras y dientes y protegidos por escamas más duras que el hierro, no hay ningún otro animal que pueda competir contra ellos.”
“Un dragón de guerra caza a otros dragones. Es el depredador más peligroso de este mundo, me atrevería a decir que de cualquier mundo que hayan visitado. No lo subestimen. Si alguno de ustedes intenta dominarlo y fracasa, no podrá echarse atrás como sucedería con otros dragones. No.”
“El dragón de guerra le matará”.
-¿Entendéis ahora? –preguntó el alcalde. –Es una locura intentar dominar a un dragón de guerra. Me imagino que todo esto viene por Miska, pero ella es un caso único incluso para los especiales. En toda la historia de las carreras de dragón, nunca nadie a parte de ella ha conseguido dominar a un dragón de guerra. El resto han acabado en su estomago.
Nero se mordió levemente el labio inferior y se pasó una mano por el pelo, pensando que quizás estaban tentando demasiado a la suerte. Miró a Valeria, pero la antigua cazarecompensas no parecía tener ningún miedo. En su rostro redondeado e infantil sólo podía ver decisión, confianza y el asomo de una sonrisa en sus labios. Parecía… emocionada.
Qué mujer más temible, pensó el actor.
-Es la historia de siempre –dijo Valeria, apartándose un largo mechón de pelo de la cara. –En una batalla, si pierdes mueres. No sería una espadachina de Ozonne si no estuviese acostumbrada. Vamos a ello y no perdamos más el tiempo.
-Sí, venga, acabemos ya con esto –dijo Peter. –Todas estas advertencias, además de típicas, son de lo más aburridas. Nuestra pequeña Valeria está hecha toda una máquina de matar-. Fue a poner una mano en el hombro de la joven, pero cuando ésta le lanzó una mirada asesina cambió el movimiento y se la llevó a la cabeza, disimulando su fracaso. –Si alguien puede hacerlo, es ella.
El alcalde no respondió. Rechistó y negó con la cabeza varias veces mientras miraba a Nero y a los demás. El actor sonrió, dando su mejor versión de “tío-confiado-que-está-seguro-que-nada-saldrá-mal”.
-Como queráis –dijo al final, cediendo de mala gana. – Es vuestra responsabilidad; yo me lavo las manos. Vincent, prepáralo todo.
-Por supuesto, señor. Hagan el favor de ir a la pista de carreras mientras nosotros nos ocupamos –dijo señalando a una amplia zona de terreno rodeada por vallas. –Iremos tan rápido como podamos.
Nero y los demás se fueron hacia la pista de carreras, esperando mientras Vincent y el resto de criadores de dragones se movían a toda prisa entre los edificios de la granja, preparando al dragón y la pista para que Valeria intentase dominarlo. Pasaron diez minutos y Peter y el alcalde se pusieron a hablar de nuevo sobre política y otros temas super-pesados, así que sin nada más que hacer el actor cerró los ojos y se limitó a escucharlos, memorizando el acento y la manera de hablar del político, jugando mentalmente a actuar como él para entretenerse.
-Lamento haberles hecho esperar –se excusó Vincent unos minutos más tarde reuniéndose con ellos. -Es la hora de la siesta de los dragones más grandes, y como no esperábamos que quisieran ver a uno de ellos no los habíamos preparado. Pero ahora enseguida sale el dragón de guerra.
Al poco rato, acompañado por uno de los criadores que caminaba a su lado, un dragón salió del establo con pasos veloces y sorprendentemente suaves para un animal tan grande. Cubierto por escamas carmesíes y con las alas plegadas a la espalda, debía medir unos diez metros desde la punta de la cola hasta el morro. Nero pensó que su cuerpo se parecía a una flecha: largo, recto, delgado y acabado en una cabeza en forma de punta. La bestia dio un pequeño rugido que sonó casi como un bostezo, mostrando una hilera de dientes como puñales y una lengua sinuosa y rosada.
-¿Ése es el dragón de guerra? –preguntó Nero al alcalde.
-No, ése es un dragón centella.
El cuidador le dio unos golpecitos en el cuello y le dijo unas palabras que el actor no consiguió escuchar. Tras un nuevo bostezo, el dragón centella se echó a un lado, estirando levemente sus alas mientras trotaba hacia un abrevadero.
Qué obediente, pensó el actor observando como el dragón daba grandes tragos. Si no fuese por los dientes, las garras y que es grande como una casa pensaría en adoptar uno. Entonces escuchó unas fuertes pisadas y una exclamación de asombro de Peter, y se giró para ver qué demonios pasaba.
Sus ojos se encontraron con una mirada fría y cruel, que lo observaba desde una cabeza situada a más de cinco metros de altura. Por un instante, Nero creyó sentir como el corazón se le paraba por el miedo.
Esta bestia no era como el dragón centella. Era enorme, acercándose a los quince metros de tamaño, con un cuerpo esbelto y poderoso protegido por oscuras escamas. En su cabeza, coronada por una cresta ósea que le bajaba hasta la espalda y un par de largos cuernos, tenía tres enormes ojos amarillos. Dos de ellos estaban a los costados, y el tercero al frente, mirando con tanta fijeza a Nero que las piernas empezaron a temblarle. El dragón movió un poco las alas y bostezó, revelando hilera tras hilera de dientes afilados como espadas.
Si el dragón centella parecía una flecha, este parecía un monstruo salido de una horrible pesadilla.
-Ése es un dragón de guerra –dijo el alcalde.
-Joder –fue todo cuanto pudo decir Nero.
-Creo que me he ensuciado los calzoncillos –dijo Peter.
-Sí, es todo un ejemplar –afirmó Vincent con orgullo en su voz. –La pequeña Estrellita ha crecido mucho, pero aún recuerdo cuando no era más que una cría que lloraba asustada las noches de tormenta. Qué tiempos aquellos.
¿Estrellita? ¿Le pusiste Estrellita de nombre a un monstruo como éste? ¿¡En qué demonios estabas pensando!? quiso gritarle Nero al viejo criador. Sin embargo se quedó callado, sonriendo y asintiendo con la cabeza como si fuese de lo más normal. No pensaba alzar la voz en lo más mínimo delante del monstruo, ni ponerse a criticar a la persona que lo había criado. No estaba tan mal de la cabeza.
Frunció el ceño. De repente, acababa de recordar todo su plan.
-Valeria, ¿has visto el tamaño de ese dragón? A mí me parece demasiado peligroso y creo que deberíamos –iba a poner una mano en el hombro de la joven cuando ésta se apartó a un lado, ágilmente. Nero se quedó con la mano quieta en el aire y con cara de tonto– deberíamos… –calló, no sabiendo muy bien cómo reaccionar ante el inesperado rechazo de la antigua cazarecompensas. –Deberíamos pensar otra cosa. Creo. Bueno, no sé, como tú veas.
-No te preocupes por mí –respondió Valeria, mirándolo con desconfianza. –Puedo cuidar de mí misma.
-Sí, seguro que sí –respondió Nero con incomodidad, sintiendo las miradas de todos los presentes centradas en su persona. La joven por su parte se alejó, paseando por la pista sin perder de vista en ningún momento al dragón.
-Es una mujer muy rara, ¿verdad? –le dijo Peter en voz baja, cogiéndole del hombro en un gesto amistoso. -Y peligrosa. No sé si podemos fiarnos de ella. ¿Después de todo, qué motivos tiene ella para superar la prueba de la Torre? ¿La promesa de ayudarte porque “eres de su familia? –rechistó despectivamente, antes de añadir en voz baja. –No sería la primera promesa que incumple, créeme.
Nero ladeó la cabeza a un lado, dubitativo.
-No sé qué decirte, la verdad.
-Bueno, no te preocupes. Entre los dos nos ayudaremos.
 “Puedes confiar en mí.”

2 comentarios:

  1. Hola,

    Me he leído del tiron las tres últimas entradas y me ha gustado bastante. La parte en que recuerdan la comida de Navar esta muy bien, son detalles sencillos pero que aportan sustancia a la historia.
    Valeria me esta pareciendo la mas interesante y detallada de estos capítulos, con la sombra de una infancia complicada y la necesidad de recordarse a si misma su valía. Esta bien que a pesar de su capacidad de ver a través de las mentiras de Peter, tenga dudas de Nero. Al fin y al cabo, lo que dice Peter de él es totalmente lógico.
    También tengo ganas de ver como reaccionara Nero ante el intento de manipulación de Peter, me da la sensación que Nero puede temer a Valeria por lo que sabe de que es capaz, pero no por ser una persona de la que se pueda esperar una traición (sobretodo después de haber dado su palabra).
    Por lo demás, todos se diferencian bastante bien en sus reacciones ante las novedades de este nuevo mundo, me han gustado especialmente el viaje en coche y la referencia a la ropa femenina y su rechazo por parte de Valeria.
    También he de decir que no me acaba de convencer la estrategia de Peter. Realmente va en beneficio suyo dividir al equipo? supongo que estará teniendo en cuenta que solo se necesitan dos personas para participar en las carreras, y se esta intentando adelantar a la posibilidad de que lo dejen de lado. Lo que no entiendo, es que el avatar de la torre dijo que todo el equipo debía superar la prueba. No se me ocurre como pretende lidiar con este obstáculo. En definitiva, lo que quiero expresar es que su actitud me parece algo gratuita y poco calculada para tratarse de Peter. También lo encuentro algo grave en su comportamiento, desprovisto de la actitud de condescendencia y burla que lo caracteriza.
    Otra cosa que se me ha hecho algo pesada en las conversaciones entre ellos, es el movimiento de poner la mano en el hombro. Me da la sensación que abusas de este recurso.
    Para acabar dos detalles, me ha parecido interesante el momento en que Nero se pone a memorizar el tono y pronunciación del alcalde, tengo ganas de ver si su poder estará relacionado con esto, no me lo imagino lanzando rayos por los ojos. También me ha gustado el juego en la presentación de los dragones, el toque de los 3 ojos esta bien.

    ResponderEliminar
  2. Hola Jaime,
    Gracias por leer. Me alegro que te hayan gustado estas tres partes. Veremos que opinas de la siguiente parte, bastante crucial en la historia...
    Respecto a lo que me comentas, Peter sabe que Valeria le odia y cree que Nero desconfia de él, así que pretende que todos desconfien entre ellos para no estar en desventaja. Tienen un objetivo común y Peter quiere que se quede en eso. Lo que dices de su actitud lo revisaré, le he puesto alguna frase y actitud graciosa pero quizás le esté poniendo demasiado serio.
    También revisaré lo de la mano en el hombro... apuntado!

    ResponderEliminar