lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo 17 (Parte 1) - Una carrera de dragones


La bengala estalló en el aire señalando el inicio de la carrera.
El dragón de guerra rugió y cargó hacia adelante, moviendo arriba y abajo sus oscuras alas con la fuerza de un vendaval mientras cogía velocidad en su carrera. Valeria apretó los dientes y se agarró con fuerza a las cintas de la silla de montar para no salir despedida cuando la bestia dio un salto y se impulsó por los aires, acelerando mucho más rápido de lo que un caballo jamás sería capaz.


Es una pasada¸ pensó la joven sintiendo un estremecimiento en el estómago por la emoción. Ella y Nero habían practicado el despegue en carrera muchas veces, pero el sentir la gravedad tirando de ella hacía abajo combinado con la velocidad que alcanzaba la bestia siempre la dejaba sin aliento.
Una vez Estrellita dejó de acelerar y adoptó una velocidad estable, Valeria se relajó y adoptó una postura erguida sobre la silla de montar que compartía con Nero. Con sus ojos rojos cubiertos con unas gafas protectoras para evitar que el aire le cegase, vio como el dragón volaba en dirección hacia donde su amo le indicaba: un pequeño torreón sobre el cual debían pasar los participantes en la carrera y que hacía las funciones de primer punto de control. Había otros tres puntos de control situados en un círculo que formaban una vuelta. Para ganar esta carrera amistosa, un equipo debía ser el primero en realizar cinco vueltas.
El resto de dragones también habían alzado el vuelo desde sus puestos de salida y se dirigían al mismo punto, sus escamas de colores reflejando la luz de las primeras horas de la mañana. Negros, azules, rojos, verdes… Había dragones de todos los colores, tamaños y formas. Valeria entrecerró los ojos al reconocer entre ellos a Majestad, el dragón de guerra de Miska.
-Un dragón centella va en cabeza hacia el torreón –pudo escuchar que decía Peter a través del Peter-transmisor que llevaba en su oído. –Unas decenas de metros por delante vuestro, al noroeste. Sois los segundos, pero otro dragón centella y un carnicero os siguen de cerca.
Como respuesta, Nero tiró de las riendas para apremiar a Estrellita, que soltó un nuevo rugido antes de mover con energía las alas e impulsarse hacia adelante en un estallido de velocidad. El viento le sacudió la ropa y los cabellos a la joven -¿ves, Nero? Si no me los hubiese cortado ahora me estarían dando por saco-, pero no consiguieron reducir la distancia que los separaba del dragón centella que iba en cabeza que también había acelerado.
Valeria comprobó que tenía los pies sujetos a los estribos, se agarró con la mano izquierda a una cinta y se inclinó hacia la derecha cuanto pudo para vigilar a sus perseguidores. Peter había dicho la verdad: un dragón centella y un carnicero les seguían de cerca, pero el resto no iba muy lejos. Como debían frenar y descender para sobrevolar el torreón justo por encima para así pasar el punto de control, era muy probable que alguno de sus rivales les alcanzase.
 Los competidores habían salido desde posiciones separadas entre sí a suficiente distancia para no molestarse mientras despegaban, pero lo normal en las carreras era que un gran número de dragones se encontrasen en el primer punto de control, creando un atasco en el que cada equipo luchaba como podía por hacerse camino. Aún con la prohibición de matar, las heridas y abandonos eran el pan de cada día.
Así que una de las estrategias básicas para ganar una carrera y no perder un tiempo valiosísimo en peleas inútiles era llegar cuanto antes al primer punto de control. Pero, como suele suceder en estos casos, Valeria estaba descubriendo que eso resultaba mucho más fácil de decir que de hacer.
-¡El carnicero! –gritó Valeria para avisar a Nero. -¡Nos está superando por debajo!
-Que siga soñando –respondió Nero con un súbito movimiento de las riendas. –Estrellita no les dejará.

El dragón de guerra bajó la cabeza y plegó las alas al costado, lanzándose en picado como una flecha hacia el dragón carnicero. La joven apenas tuvo tiempo de soltar un grito y agarrarse a la silla de montar cuando las dos bestias chocaron con tanta fuerza que todos sus huesos temblaron por el impacto.
-¡Vamos! –escuchó gritar a Nero.
Estuvo a punto de salir despedida cuando los dos dragones se separaron el uno del otro con un movimiento brusco, las garras de Estrellita manchadas con la sangre de su rival que daba tumbos en el aire mientras se precipitaba hacia el suelo.
-¡Cuidado, a vuestra izquierda! –les avisó Peter.
Valeria se giró a la izquierda justo a tiempo de ver como el dragón centella que les seguía pasaba como una exhalación a su lado, aprovechando el breve combate para adelantarles. En el instante en que se cruzaron Valeria logró distinguir que el escolta del equipo llevaba una especie de tubo de madera en la boca con el que apuntaba directamente a Nero. Rápidamente, la joven desenfundó la pistola modificada por Peter que llevaba en la parte de atrás del cinturón e interpuso su culata metálica en la trayectoria del disparo.
Medio segundo después sintió como algo rebotaba contra el arma.
Hijo de puta. De no ser por ser mis ojos no hubiese podido pararlo.
Siguiendo las instrucciones de su amo, el dragón de guerra movió las alas con fuerza para recuperar la velocidad perdida. Consiguieron pasar el torreón en tercer lugar, por detrás de los dos dragones centella y por delante del resto de participantes.
Viraron hacia la derecha y cogieron altura, las alas de Estrellita extendidas e inmóviles para dejarse llevar por las corrientes de aire y recuperar energías tras el esfuerzo. Los dragones centella que iban en cabeza estaban cogiendo ventaja, pero eso no preocupaba a Valeria. Aún quedaba mucha carrera por delante, y aunque esas bestias eran más veloces eran mucho más débiles que el dragón de guerra.
-Junto con el carnicero que tumbasteis, otros cuatro dragones se han retirado por el momento –anunció Peter. –No hace falta que os diga que Miska sigue en la carrera.
Nero y Valeria intercambiaron una mirada de entendimiento. En la carrera había competidores peligrosos y con mucha más experiencia que ellos, pero si tenían que ganar a alguien era a Miska, a su hermano y su dragón de guerra Majestad.
Llegaron sin problemas al segundo punto de control, un globo de aire caliente que flotaba a un centenar de metros de altura, y enfilaron ya hacía el siguiente con un suave giro. Aunque no se veía ningún competidor cerca y aún faltaban unos cuantos minutos más de vuelo para llegar al tercer punto de control Valeria no se confiaba y se mantenía alerta, oteando continuamente en todas direcciones por si se presentaba alguna sorpresa desagradable.
En cambio, el actor no parecía estar en lo más mínimo preocupado. Silbaba una canción que se había puesto de moda últimamente, acariciaba cariñosamente el cuello de Estrellita e incluso se permitió el lujo de saludar con la mano a los periodistas que, montados en un gigantesco dragón de carga que volaba lentamente alrededor de la pista, comentaban la carrera en directo a través de la radio.
-Te veo demasiado relajado –le recriminó Valeria. –Deberías estar más alerta; esto no es un paseo por el campo. Nuestros rivales tienen poderes como nosotros y no sabemos contra qué nos podemos enfrentar.
-Es esto o cagarme en los calzoncillos, Valeria –respondió Nero con una sonrisa lastimosa. –Si no hago servir mi poder para mantenerme seguro y confiado ya me hubiese desmayado de miedo cuando atacamos al carnicero. Nunca he sido demasiado valiente, ¿sabes? Sólo soy un actor.
 La joven rechistó, pero no añadió nada más. No podía pedirle más a Nero, que en dos meses había conseguido manejar con bastante soltura al dragón de guerra y lo estaba haciendo bastante bien en la carrera a pesar de ser, como él mismo había dicho, “sólo un actor”. No¸ pensó con el semblante serio, no sería justo pedirle más.
Ella se encargaría de estar alerta por los dos.
Los aplausos y los gritos del público les recibieron cuando llegaron al tercer punto de control: una torre de gran altura desde la cual los aficionados eran testigos de la carrera. La gente les saludaba y les daba ánimos, agitando las manos y con pancartas –había varias pancartas con el nombre de Nero escrito- con tanto entusiasmo como si se estuviesen jugando ellos la vida en la competición.
 Nero respondió a sus saludos con una gran sonrisa, sus ojos brillando por la adoración que le demostraban, y tiró de las riendas levemente para que Estrellita soltase un rugido atronador que aumento aún más el frenesí del público. Valeria lanzó un bufido de fastidio y frunció el ceño, irritada ante tanto espectáculo.
Siguieron la senda de un caudaloso río de aguas verdes hasta llegar al cuarto punto de control, una catarata de deslumbrante belleza. En un precipicio que parecía cortado a cuchillo, el agua caía durante varios centenares de metros hasta llegar a un lago rodeado de montañas y bosques. El azul del cielo se reflejaba en el lagos y contrastaba con el amarillo de las hojas de los árboles, creando un paisaje único. Valeria cogió aire y se agarró una vez más con fuerza a las cintas de la silla de montar, un escalofrío de emoción y miedo recorriendo todo su ser en previsión de lo que iba a suceder.
 El dragón de guerra se elevó antes de caer durante más de quinientos metros, con la espuma y el sonido ensordecedor del agua cayendo tras ellos. Con sus ojos rojos protegidos tras las gafas, la joven pudo ver con todo detalle como el lago bajo la catarata se hacía cada vez más y más grande mientras su cuerpo se deslizaba lentamente hacia atrás.
Entonces, cuando apenas faltaban cincuenta metros para que chocasen contra el lago, Estrellita extendió las alas y viró hacia arriba, el impulso arrojando a Valeria contra la silla de montar. Con una sonrisa en su rostro que no conseguía reprimir, se dio cuenta que Nero había estado gritando durante toda la caída, primero de miedo y luego de emoción cuando dejaron atrás la catarata.
-¡Ha sido increíble! –exclamó Nero riendo. -¿Podemos repetir?
-Ya lo creo –respondió Valeria riendo a su vez. Desde luego que repetiremos, pensó mientras se apoderaba de ella un oscuro presentimiento, sólo espero que vaya tan bien como esta vez.
Con el cuarto punto de control superado a su espalda no tardaron en llegar a la meta, otro globo flotando en el aire. Habían acabado la primera vuelta.
Cuatro más para acabar la carrera.

1 comentario:

  1. Hola,

    En líneas generales creo que la acción es fluida y entendible, lo que me parece importante para un capitulo donde la acción es predominante. También me gusta que intercales el comentario de Valeria reprochando a Nero su falta de atención, ya que me parece que a parte de introducir variedad, permite que Nero explique su acción sobre el carnicero (me encantan estos toques de decisión cruel pero necesaria). Esta bien que lo expliques después, porque aunque ya me imaginaba que estaría actuando, siempre queda la duda de saberlo con certeza. La reacción de Valreia asumiendo toda la carga también me parece interesante.
    Por cierto, me hace gracia la facilidad con la que Valeria ha aceptado llamar al invento Peter-transmisor, ya que me da la sensación que a veces le pone pegas a todo y no soportaría lo vanidoso del nombre.

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