lunes, 6 de mayo de 2013

Capítulo 17 (Parte 2) - Una carrera de dragones


-El centella que iba en cabeza ha caído.
Nero esperó, pero Peter no añadió nada más. Teniendo en cuento lo mucho que le gustaba hablar al terrestre, estaba siendo bastante parco en sus comentarios a través de los Peter-transmisores. Al actor le hubiese gustado saber qué le había pasado y cómo le iba al otro centella que iba por delante, pero por lo visto eso no era importante para Peter.


-Ahora somos segundos –dijo Valeria a su espalda.
-Sí, tiene gracia la cosa –comentó Nero, tirando suavemente de las riendas hacia arriba para que Estrellita pasase una vez más por encima del torreón que era el punto de control. –De momento tiene razón.
La joven enarcó una ceja.
-¿Quién tiene razón?
-Miska. Ahora mismo somos los “segundones” de la carrera –dijo Nero con una sonrisa que se le murió en la cara al ver la mirada asesina que le lanzó Valeria.
Nota mental, pensó el actor tragando saliva, no bromear de Miska con Valeria. Jamás.
Llevaba más de treinta minutos de carrera y ya iban por la tercera vuelta. No habían tenido más incidentes desde aquél choque con el carnicero al principio, manteniendo una ventaja clara con sus perseguidores durante toda la segunda vuelta. De hecho, les estaba yendo tan bien que ya estaban alcanzando a los últimos equipos de la carrera.
Un dragón verde de poco más de seis metros volaba por delante suyo. Debía de pertenecer a algún equipo de las ligas menores en las cuales no participaban especiales, ya que al verles bajó de altitud y se hizo a un lado para evitar problemas. Era una sabia decisión teniendo en cuenta la diferencia de tamaño entre las dos bestias, pero aún así Nero vio a Valeria desenfundar su pistola observarles atentamente mientras les sobrepasaban.
Los participantes no tenían ninguna obligación de ceder el paso cuando les iban a doblar. De hecho, lo más normal es que no lo hiciesen y que el competidor en cabeza tuviese que esforzarse por conseguirlo, si es que lo lograba.
Doblaron a otros dos dragones verdes antes de llegar al segundo punto de control. Eran los últimos de la carrera, equipos formados por gente de Roa sin poderes dados por la Torre y con unos dragones que estaban varios niveles por debajo de los demás. Jamás podrían ganar la carrera, por muy amistosa que fuese.
El actor les miró de reojo, apoderándose de él el mismo sentimiento de compasión y culpa que sintió hace años, cuando le quitaron el papel de protagonista a otro actor para dárselo a él. El hombre, una estrella hasta ese momento, había estallado en lágrimas al enterarse de la noticia. Lo siento, le dijo el director de la obra en un vano intento de consolarle, lo siento mucho. Los dueños del teatro han insistido, y no he podido negarme. Verás, amigo mío, todos sabemos que tú le has dedicado más horas que nadie a preparar este papel. Pero Nero tiene más talento.
Y desde luego, Nero era más atractivo.
La vida no es justa, pensó notando un regusto amargo en la boca del estomago.
De repente el dragón de guerra se revolvió, arrojando a Valeria contra el actor. Nero soltó una exclamación de sorpresa, tanto por lo inesperado del movimiento como por el contacto de pequeños pechos contra su espalda.
Perfecto, Nero, un momento genial para pensar en tetas.
-¡Joder! –protestó la joven. -¿Qué demonios le pasa a esta bestia?
-No sé, no entiendo que…
Estrellita giró la cabeza hacia su amo, sus tres ojos observándolo con preocupación. Soltó un gruñido que sonó casi como una pregunta.
-¿Qué le pasa? –preguntó Valeria. –No me digas que está enferma.
-No, creo que es culpa mía –respondió Peter acariciando el cuello escamoso de la bestia con una mano para tranquilizarla. – Lo siento. Ahora lo soluciono.
Montar en dragón consistía en una cuarta parte conocer cómo tirar de las riendas y dar las órdenes cuando tocaba, y en tres cuartas partes en mantener un estado emocional adecuado. Los dragones podían oler cómo se sentía su amo y reaccionaban ante ello con mucho más rapidez y decisión que ante las órdenes expresas. Sin embargo, cuando el amo sentía una emoción desconocida para la bestia como la culpa o la compasión, el dragón no sabía qué hacer.
Nero se concentró, envolviéndose en la seguridad y confianza de un valiente héroe como una persona normal se viste un abrigo. Estrellita reaccionó casi al instante, volviendo la cabeza al frente y moviendo las alas con energía.
-Intenta que no vuelva a suceder –le pidió Valeria colocándose de nuevo en su posición en la silla de montar. -No me gustaría nada que perdieses el control del dragón justo cuando nos ataca otro equipo.
-No te preocupes –respondió Nero levantando el pulgar hacia arriba. –Está todo controlado, compañera. Puedes confiar en mí.
Valeria lanzó un bufido y murmuró algo que el actor no llegó a oír, pero que desde luego no sonaba muy bien.
Pasaron el segundo punto de control, el sol brillando con fuerza a sus espaldas mientras el dragón de guerra viraba hacia al este en dirección al siguiente punto. Hacia un buen día, sin apenas nubes y con una temperatura agradable, aunque Nero llevaba una resistente chaqueta de cuero, unos gruesos guantes de piel y una bufanda para resguardarle del aire frío de las alturas. Había pensando en ponerse también un gorro, pero lo había descartado porque le habían dicho que iba mal para el pelo.
-Tenéis tres dragones delante –les avisó Peter. –Dos arietes y un carnicero. Al ritmo que vais os los encontrareis en la torre; tened cuidado.
-¿Lo has oído? –le preguntó Valeria.
-Sí. Vamos a ello.
Aprovechó que Estrellita planeaba sobre una corriente ascendente para colocarse bien las gafas protectoras, que se le habían movido un poco, y comprobar por enésima vez que tenía los pies bien colocados en los estribos y las riendas firmemente sujetas.
No tenían ningún miedo, pero no estaba de más ser cauto.
Ya podía ver la torre con los espectadores y los tres dragones que se dirigían a ella. Volaban casi pegados, despacio, vigilándose los unos a los otros. Nero se dio cuenta se encontraban en una situación complicada. Si uno de ellos intentaba abrirse camino por la fuerza los otros dos podían unirse y derrotarlo, o el tercero podía aprovechar el combate para escapar y coger distancia. Intentar rebasarlos por velocidad tampoco era una opción; debía ser casi imposible adelantar a dos equipos a la vez.
Estaban atascados.
-Tenemos el sol a la espalda –comentó Valeria-, y están tan pendientes de ellos que no creo que nos hayan visto todavía. Yo diría que si cogemos altura y nos lanzamos en picado podemos dejar a un par fuera de la carrera antes de que reaccionen.
-¿Ah, sí?
Nero aún estaba mirando a los tres dragones, distraído con las maniobras que llevaban a cabo, cuando la antigua cazarecompensas ya había trazado todo un plan de ataque. Se rascó la mejilla un poco avergonzado.
-Es lo mejor que podemos hacer –continuó la joven. -Si seguimos volando como hasta ahora y nos unimos a esos tres lo tendremos jodido para rebasarlos.
-Tienes razón –dijo Nero, tirando de las riendas para que Estrellita cogiese altura.
El dragón de guerra, impulsado por sus poderosas alas, ascendió con rapidez. Con el aire golpeando su rostro, los puños cerrados sujetando las riendas y el cuerpo inclinado hacia adelante para no caerse, Nero no pudo evitar sonreír entusiasmado. Alzo la cabeza y ante sus ojos apareció un cielo azul, claro y prístino como las aguas de un perfecto estanque.
Ya habían cogido suficiente altura. Era el momento de atacar.
Estrellita cayó en picado hacia los tres dragones, que ya estaban a punto de llegar a la torre que hacía de tercer punto de control. La enorme bestia surcaba el aire como la flecha más letal del mundo, las extremidades pegadas al cuerpo, las alas plegadas, la cola recta y la cabeza apuntando al dragón más retrasado, un ariete de once metros que no sabía lo que se le venía encima.
Nero no pensó en lo arriesgado que era, ni en las miles de cosas que podían salir mal. No pensó en la gente, que desde la torre, veían como se abalanzaban sobre los dragones, ni siquiera pensó en si Valeria estaba bien sujeta a la silla de montar para la maniobra que tenía pensado realizar. Nero no pensaba en nada de esto porque se estaba concentrando, adoptando el papel de un feroz guerrero que no retrocedía nada para ganar, un guerrero cuyos sentimientos y emociones pudiesen guiar a Estrellita en el combate más efectivamente de lo que su personalidad cobarde jamás podría hacer.
Estrellita abrió las alas de golpe, corrigiendo su trayectoria tan bruscamente que el actor fue arrojado primero hacia adelante y luego hacia la derecha, raspándose la cara contra las escamas y haciéndose sangre en los labios. Apretó los dientes, ignorando el dolor, viendo como con la maniobra habían conseguido pasar justo por encima del ariete en vez de embestirlo directamente. Nero pudo ver la expresión de sorpresa de la piloto del dragón, medio cegada por los rayos del sol que le daban en la cara, un instante antes que el dragón de guerra golpease destrozando una de las alas del ariete con su garra.
El grito de dolor de la bestia avisó a los otros dos equipos de que algo sucedía.
-¡Rápido! –exclamó Valeria.
Dejaron al ariete tras ellos intentando aterrizar con un ala herida y se abalanzaron sobre los otros dragones, que se impulsaron hacia adelante espoleados por el pánico. El dragón de guerra rugió, ansioso de derrotar a un nuevo rival.
Nero se pasó la lengua por los labios, saboreando su propia sangre.
La torre estaba casi delante. El edificio entero parecía estar vibrando, lleno de personas que gritaban y chillaban, dejándose la garganta por animar a los equipos que pasaban a tan poca distancia. El carnicero ya había conseguido dejarla atrás, y el otro ariete estaba a punto de hacerlo cuando Estrellita se abalanzó sobre él.
 Las garras del dragón de guerra rasgaron las escamas de su rival, agarrándolo, pero fueron incapaces de causar más que rasguños al resistente ariete que movía las alas frenéticamente y retorcía el cuerpo para liberarse de la presa del dragón más grande. Sus puntiagudos cuernos rasgaron el aire a pocos centímetros de las alas de Estrellita.
-¡Vamos! –gritó Nero con rabia, escuchando como el dragón de guerra rugía con él.
¡Acaba con él!
El dragón de guerra empujó al ariete hasta aplastarlo contra la torre, en medio de los gritos de espanto de los espectadores, en medio de los gritos de euforia de Nero, que se tapó la cara con una mano para protegerse de la nube de escombros que saltaron por los aíres, cegándole.
Unas gotas de sangre cayeron sobre él cuando Estrellita bajó la cabeza, mordiendo al otro dragón en el costado y arrancándole un pedazo de carne del tamaño de un niño.
Nero parpadeó, aclarando su visión. Vio su mano ante él, la piel blanca cubierta con la cálida y rojiza sangre del ariete. Sus ropas también estaban cubiertas con sangre. Pero… no tenía sentido. El dragón estaba debajo suyo, ¿cómo se podía haber manchado tanto? Entonces escuchó un grito, un grito desesperado de dolor, y lo entendió.
No era la sangre del ariete la que le cubría. Era la sangre de las personas que estaban en la torre y a las que había matado.
El polvo rodeaba al dragón caído, pero partes del piso derruido eran visibles. Un brazo asomando entre los cascotes destrozados. Un hombre, con el cuerpo partido por la mitad, su rostro congelado en una expresión de sorpresa. Sangre derramándose por la fachada de la torre.
Nero se llevó una mano a la boca, horrorizado, su poder abandonándole como la llama de una vela que se apaga ante un vendaval. Estrellita levantó la cabeza, de repente congelada.
-Dios mío… la gente… qué he hecho.
-¡Cuidado!
Valeria lo empujó hacia abajo justo cuando una línea roja proveniente del dragón herido cruzó el espacio dónde había estado. La joven desenfundó la pistola y disparó a través de la nube de polvo.
No pareció servir de mucho, porque a los pocos segundos otra línea roja apareció, impactando en el pecho del dragón de guerra y arrancándole un grito de dolor. La bestia retrocedió, sus grandes patas arrasando los escombros del piso.
-¡Despierta, Nero! –gritó Valeria cuando un nuevo disparo impactó en Estrellita. -No podemos quedarnos aquí. Ese escolta nos acribillará con su poder.
El actor se giró hacia ella. Intento decir algo, cualquier cosa, pero no tenía palabras.
-Los accidentes pasan en las carreras de dragón, el público lo sabe, y les encanta. Ya sabes cómo es la gente de este mundo. Tienes que recuperarte, ¡vamos! - La joven le zarandeó de los hombros y lo abofeteó, sin respuesta. Al ver que nada tenía éxito, buscó su mirada con la suya hasta que captó su atención. –Escúchame, Nero, tienes que ser fuerte. Debes recuperarte. Yo… yo no puedo montar el dragón, sólo tú puedes hacerlo. Te necesito.
Los ojos rojos de Valeria le miraban fijamente. Eyre. Su rostro suave y redondeado era hermoso, tan parecido al de su prometida que resultaba doloroso. No puedo fallarla. Tenía sangre en la barbilla, unas gotas que se deslizaban cuello abajo. Levantó la mano para limpiarle la cara, pero la joven confundió  su gesto y le cogió su mano con la suya, apretándola para darle fuerzas
Qué extraño, ¿con lo fuerte que es, cómo puede tener la mano más pequeña que yo?
Un nuevo grito de dolor del dragón de guerra acabó por despertarle. Sujetó las riendas y tiró con fuerza, deseando escapar con todo su ser. Estrellita levantó las alas y huyó, tan rápido como pudo.

2 comentarios:

  1. Buenas,

    En general el capitulo me ha gustado bastante, lleno de matices. La escena final me parece muy buena, sobretodo la transición emocional de Nero de euforia a culpa. La descripción de los momentos previos a la envestida, cuando observan el cielo azul me parece un preludio perfecto para la acción. Que en los momentos de desesperación Nero vea a Eyre en Valeria no me resulta sorprendente, pero si muy efectivo. La ultimas líneas en que expresa su deseo de huida me han gustado mucho
    También me gusta la incertidumbre de la presentación, en la que no sabemos que ha ocurrido con el centella. Puede que sea un hecho totalmente fortuito o que deje entrever algo que esta por venir. A todo esto me encanta el comentario de Valeria al respecto, simplemente certificando que van segundos, puro sentido práctico.
    Encuentro interesante la forma en que acostumbras a preparar las situaciones, introduciendo pistas o elementos que nos dejan intuir lo que esta por venir. En este sentido la calma de la segunda vuelta antes de llegar a la torre sirve para crear expectación (o al menos a mi me da esa sensación) así como el comentario de Valeria diciéndole a Nero que procure no perder la concentración mientras son atacados, da a pensar que eso mismo esta por venir.
    Otra cosa que me ha gustado, es el punto en el que Nero reflexiona sobre su vida pasada cuando comienzan a doblar a los últimos corredores. Estos puntos en los que muestra empatia por los rivales pero aun así no piensa dar marcha atrás, pues al fin y al cabo son ellos o el. Para mi es lo mejor de Nero. También me parece genial como pasas de esto a la parte en que siente los pechos de Valeria. Real as life.
    Lo único que no me convence es cuando estrellita se gira para mirarlo después de que Nero pierda la concentración, a parte de que no le encuentro sentido teniendo en cuenta que están en pleno vuelo, me resulta en cierto modo infantil.

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  2. Hola Jaime,
    Me alegro que te haya gustado este capítulo, seguramente sea el que más acción tiene de lo que llevo de libro. Espero poder reflejar bien la tensión en estas escenas de acción tan largas.
    Lo que comentas de Estrellita mirando a Nero no lo acabo de entender, ¿no te imaginas el dragón girando la cabeza para mirarlo o el hecho en sí no te gusta?

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