lunes, 20 de mayo de 2013

Capítulo 18 (Parte 1) - Romeo y Julieta


Peter miró una vez más su reloj de bolsillo, mordiéndose suavemente el labio inferior al ver que, como era de esperar, cada vez les quedaba menos tiempo.
Voy a hacer tarde. Soy el guionista y voy a llegar tarde al estreno de mi propia obra. Y cómo no, tenía que ser por culpa de una mujer.


Se sentó en una silla al lado de Nero, pero a los pocos segundos se puso de pie y empezó a dar vueltas por la habitación, las manos a la espalda mientras mascullaba en voz baja quejas sobre las mujeres y su falta de puntualidad.
-Tienes que calmarte –le dijo Nero la cuarta vez que pasó delante suyo. El actor vestía un traje gris que le quedaba como un guante, una sedosa camisa blanca y unos zapatos verde oscuro de piel de dragón como nota exótica. Parecía estar tan calmado y relajado, sentado mientras hojeaba un periódico, que con sólo mirarle Peter se ponía más nervioso.-Tenemos tiempo de sobra. Además, fuiste tú precisamente quien le pidió que se arreglase.
-¡Ya lo sé! –dijo Peter, moviendo exasperado los brazos. Se detuvo un instante y volvió a mirar la hora, maldiciendo para sí al ver que ya habían pasado cinco minutos -¡cinco minutos!- desde la última vez que lo había comprobado. –Pero no pensaba que me haría caso. ¡Si nunca lo hace! ¿Por qué esta vez sí?
-Seguramente para fastidiarte –respondió Nero, medio en broma medio en serio.
Peter, congelado en un instante de revelación, enarcó una ceja: de repente todo encajaba. Sí, pensó haciendo una mueca, esto tiene mucho sentido. Esta tía es más que capaz de perder el tiempo arreglándose sólo para putearme. ¿Por qué lo iba a hacer si no?
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose.
Valeria entró a la habitación, su mano derecha acabando de colocarse un broche en forma de media luna sobre sus cabellos. Llevaba un vestido negro, escueto pero que realzaba su figura, y unos zapatos del mismo color que la hacían unos cuantos centímetros más alta. Pero lo que más sorprendió a Peter fue que incluso se había maquillado, aplicándose una sombra de ojos y pintándose los labios de un rojo carmesí que contrastaba con la palidez de su rostro.
Vaya, pensó Peter soltando un silbido de admiración, viéndola así nadie pensaría que pasa las horas muertas entrenándose para matar a gente.
-Puedo verte en la cara qué estás pensando, Peter –dijo Valeria levantando un dedo para avisarle. –Ni se te ocurra decir ninguna estupidez.
-Siempre dudando de mí, con lo bueno que soy –respondió el terrestre haciéndose el ofendido. –Sólo estaba pensando que hoy estás mucho mejor que las otras veces que te he visto arreglada. Bueno, quizás no tanto como la primera vez que nos vimos, sobre aquella terraza en Navar, cuando tú estabas medio desnuda… Pero claro, aquello fue irrepetible.
-No me hagas recordarlo –replicó la joven poniendo los ojos en blanco. Giro el rostro en dirección a Nero, que había dejado el periódico a un lado y la miraba con una expresión indescifrable en su rostro de actor de cine. –Estos zapatos son un poco incómodos, y a pesar de todo lo que me ha dicho la sirvienta no estoy muy segura si el vestido me hace el culo demasiado grande. ¿Qué te parece?
-La verdad es que se me hace un poco raro verte así en vez de con la ropa que llevas siempre –respondió Nero. –Pero estás preciosa.
Valeria no dijo nada; su sonrisa y el leve rubor que tiñó por un instante de rojo sus mejillas fue suficiente respuesta. Peter se frotó los ojos con las manos, sin acabar de creerse lo que había visto. ¿Cómo demonios se había convertido la antigua Cuervo Rojo, el terror de los bajos fondos de la ciudad de Fortuna, en una tímida muchachita de las que se sonrojan con un piropo? Era inquietante. La mirada del terrestre adoptó un aire calculador mientras pensaba hasta que punto era realmente inquietante y sí afectaba a su misión.
Pero no tenía tiempo para esto. Se estrenaba su obra.
-¡Vamos, vamos! –exclamó dando unas palmadas. -¡No puedo llegar tarde!
Salieron a toda prisa de la casa y se subieron al coche que les esperaba, un vehículo ruidoso, contaminante e insoportablemente lento en comparación con los coches de la Tiera, pero con unos mullidos asientos de cuero que casi lo compensaban. Peter se sentó en el asiento del medio, para poder darle instrucciones y gritarle que fuese más rápido al conductor si era necesario.
Por suerte, en cuanto el coche se puso en marcha el terrestre comprendió que no sería necesario: el conductor dominaba el vehículo, no le daba miedo pisar el acelerador y parecía saber el camino de memoria. Así que se puso cómodo en su asiento, estirando la espalda contra el respaldo y colocando el trasero en el sitio más blandito; y miró su reloj de bolsillo: las seis menos veinte. La obra de teatro empezaba a las siete, así que en principio llegarían a tiempo. A menos que se les pinchase la rueda, le diese un ataque de corazón al conductor, cayese un meteorito en medio de la carretera o pasase cualquier otro desastre.
Se mordió compulsivamente el dedo pulgar pensando que, quizás, sólo quizás, estaba siendo un pelín paranoico.
-Realmente te importa esta obra.
Peter enarcó una ceja ante el comentario de Nero.
-Pues claro que me importa –dijo Peter. -¿Por qué no iba a hacerlo?
-No sé, es sólo que… -el actor hizo una pausa, como pensando que decir a continuación. –Verás, te conozco desde que llegamos a este mundo, seis meses atrás. Y en todo este tiempo siempre te he visto centrado en superar la prueba de la Torre. Siempre haciendo planes, creando nuevos inventos o maquinando para conseguir más apoyos por parte de los patrocinadores.
-O para hacer quedar mal al equipo de Miska –apuntó Valeria.
-Sí, eso también –dijo Nero. –Aunque no es que hayamos conseguido mucho hasta ahora-. Levantó una mano y empezó a enumerar uno a uno con los dedos los planes que habían realizado durante los últimos cuatro meses para hundir a Miska. -¿Sobornar al cuidador de su dragón? Fracaso. ¿Envenenarla? Fracaso. ¿Convencer a los periodistas mediante pruebas falsas que es una tramposa? Fracaso.
El actor soltó un largo suspiro.
-Ya desde el principio las cosas no nos han ido bien con ellos. Nos hicieron quedar fatal en aquella fiesta, nos ganaron en la carrera amistosa…
-Pero el segundo disparo de Valeria la hirió en el brazo –intervino Peter, sintiéndose como si un profesor le estuviese corrigiendo los deberes. –Se perdió los clasificatorios para los mundiales.
-Sí –dijo Valeria con un tono que revelaba satisfacción-, ya le estuvo bien a esa zorra.
-Ya, pero te salvaron la vida –le recordó Nero.
-Sólo porque si hubiese muerto les hubiesen penalizado en la competición.
-Da igual, dejemos el tema –dijo el actor. –Nosotros les golpeamos, ellos nos devuelven el golpe; todos sabemos cómo va eso. La cuestión, Peter, es que parece que sólo te importe superar la prueba de la Torre. Por eso me sorprende tanto tu entusiasmo con esta obra.
Recuerda tu misión. Nunca  olvides tu deber con la Tierra.
Las palabras sonaron con claridad en la cabeza de Peter. No podía escapar de ellas, ni negarlas. Eran su propósito, su vida.
Pero aún así, a veces, se permitía el lujo de soñar.
-Siempre he querido crear algo, una historia que emocione a los demás. Que los haga reír, llorar o indignarse ante una injusticia, algo que haga que por un instante olviden sus vidas para vivir en otro mundo-. Bajo la vista a sus manos entrecruzadas, un tanto avergonzado. -En Navar me era imposible; yo no era más que un extranjero sin valor y la idea que tenía la gente de un espectáculo cultural era un combate a muerte entre arañas. Pero aquí, en Roa, soy un “especial”. La gente me escucha, he podido hablar con las personas adecuadas y el teatro tiene bastante éxito.
“Es mi oportunidad”.
Nero asintió con la cabeza, lentamente. En su rostro tenía una expresión ligeramente melancólica y una sonrisa que parecía amarga.
-¿Y de qué va? –preguntó Valeria. -¿De alguna cosa rara de esas que tanto te gustan?
-No, no, qué va –respondió Peter. –Es bastante normal, una historia de amor entre los dos herederos de dos familias enfrentadas. Yo la llamo Romeo y Julieta-. Hizo una breve pausa, creando interés, antes de soltar la bomba. –Y salen zombis.
Valeria frunció el ceño pero no dijo nada, al igual que hizo Nero. Se limitaron a quedarse mirándolo, perplejos como siempre que decía algo que no entendían.
-En fin, da igual –continuó el terrestre. –Ya lo veréis.
Suspiró desengañado. Deseando que llegasen ya a su destino, se puso a observar como el conductor llevaba el coche sin prestarle realmente atención, dejando que sus pensamientos repasasen el guión de la obra. No obstante, aún con su mente en otra parte, pudo escuchar como sus compañeros cuchicheaban entre ellos.
-¿Tú sabes que son “zombis”? –le preguntó Nero a Valeria en voz baja.
-Ni puñetera idea. ¿Algún tipo de comida?
Cuarenta minutos más tarde llegaron al teatro donde se estrenaba la obra. Bajaron del vehículo envueltos por el destello de los flashes de las cámaras, las preguntas de la prensa y los gritos entusiasmados del público. Peter alzó una mano para saludar, sonriendo al recibir más gritos de entusiasmo como respuesta, y sonrió al caminar por la alfombrilla roja que les habían preparado para entrar al local.
Me siento como una estrella de Hollywood, pensó con satisfacción, disfrutando de la fama como una estrella de pop adolescente. La verdad es que necesitaba algo así después de los últimos meses de duro trabajo. Una noche de descanso. Una noche sin tener que hacer la pelota a los patrocinadores, sin pensar en cómo superar la prueba, sin esa maldita Miska rivalizando constantemente con ellos. Una noche para compartir una buena historia con los demás.
Entonces, mientras caminaba sobre la alfombra roja, un grupo de periodistas se apartó revelando a un grupo de personas que esperaban ante la puerta del teatro. Empresarios de éxito, hermosas mujeres, y algún que otro especial. La élite de Roa.
-Oh, no –murmuró Peter, masticando las palabras. -Vosotros otra vez, no. Jodida ley de Murphy.
Entre el grupo, vestidos con sus mejores galas y conversando animadamente como si no tuviesen ningún problema, estaban Miska y su hermano.

2 comentarios:

  1. Hola,
    No me esperaba un salto temporal tan grande desde la última prueba, pero me ha parecido que está bien. Además pega perfectamente con la sensación de familiaridad que tienen entre sí en esta parte, como cuando Peter le recuerda a Valeria la noche de la lotería y ella se limita a poner los ojos en blanco, o como el que Valeria se sonroje ante el comentario de Nero. Esto me ha hecho pensar en cómo puede afectar psicológicamente a Valeria el volver a ser joven, al fin y al cabo es una cosa que todos nos planteamos, el corregir los errores pasados y tal, me da la sensación que es algo en lo que puede pensar.
    Luego hay algunas expresiones que al menos a mí me resultan demasiado teatrales, como cuando Valeria pone los ojos en blanco o Peter se frota los ojos con las manos, creo que la fluidez de la escena se resiente de estos recursos. Por lo demás, la aparición de Valeria con el vestido me ha gustado, generalmente este tipo de escenas me ponen a la defensiva, pero funciona con naturalidad. La presentación de Peter está bien, me ha parecido divertida su paranoia con que Valeria se retrasase a posta.
    Una cosa que no me ha convencido es que Valeria les pregunte si el vestido le hace el culo gordo, más que nada porque creo que ella es reacia a mostrarse vulnerable. Además lo hace en una forma que no le pega para nada a Valeria.
    Me ha parecido interesante la descripción de lo que han hecho en los meses que han transcurrido desde la primera carrera, creo que este salto temporal te puede dar mucho juego a la hora de presentar las relaciones que han establecido en estos meses. Al menos a mí esta forma de presentar los hechos me resulta más interesante que el progreso lineal de las relaciones. Lo único que me ha sorprendido es que intentasen envenenar a Miska. Cuando Nero lo comenta, no parece que lo diga con cierta acritud hacia Peter o Valeria (una decisión así parece más propia de ellos), por lo tanto parece que no hubo mucha oposición a la idea por su parte. Se me hace raro que Nero haya llegado a ese punto.
    La parte que más me ha gustado es cuando Peter confiesa sus ganas de crear algo, me da la sensación que hay muchos sentimientos encontrados en este punto. El cansancio de cargar con un deber, inquietudes creativas que son propias de su personaje, pero también un aire de "ahora o nunca", una cierta sensación de que no les queda mucho tiempo.
    Creo que esta bien como contrasta su necesidad de un respiro con la aparición de Miska al final (como apunte, decir que creo que la forma en que preparas el desenlace funciona muy bien, Peter esta durante todo el viaje en guardia, pensando en que algo puede salir mal, hasta que al final se relaja y entonces es cuando aparecen los problemas, tiene cierto toque amargo que personalmente me encanta)
    El detalle de Romeo y Julieta con zombis me ha parecido genial!

    ResponderEliminar
  2. Hola Jaime,
    Una vez más, gracias por comentar. Voy teniendo en cuenta lo que me dices para futuras correcciones.
    Es curioso lo de Valeria, yo por mi parte pienso que Valeria es muy directa, y no se corta en lo más mínimo si quiere preguntar algo... Pero quizás no lo he enfocado bien.
    Por otra parte, Nero sí que estuvo a favor de envenenar a Miska, aunque al principio se resistió un poco. No olvides lo que ha hecho hasta ahora para superar las pruebas de la Torre, y como eso va pesando poco a poco en su forma de ser.

    ResponderEliminar