lunes, 10 de junio de 2013

Capítulo 19 (Parte 1) - Amor, sueños y mentiras

Clarence dio una última calada a su cigarrillo antes de aplastarlo contra el cenicero. Al contrario que sus compañeros, que bebían y fumaban con total despreocupación, él prefería dejarse esos pequeños placeres para después de la reunión.


Se encontraba en una pequeña sala del periódico “Estrellas y Dragones”, sentado junto a una carísima mesa de madera nogal llena de licores de todo tipo, ceniceros y cuadernos de notas. Un retrato del histórico fundador del periódico en un marco dorado adornaba la pared tras la cabecera, como una presencia vigilante y atenta. El humo del tabaco inundaba la sala, a pesar de la ventana ligeramente abierta que daba a la calle. Aunque Clarence vestía sus mejores galas (el traje negro que llevó para la boda de su hermana y una esplendida camisa blanca prestada, que mucho temía que tendría que lavar para quitar el olor a tabaco), se sentía un poco fuera de lugar en un ambiente tan sofisticado. Al menos se había afeitado la barba de varios días que llevaba siempre y lucía un rostro fino como el de un bebé.
Junto a él se encontraba el director del periódico y tres periodistas más. Luthier, el gordo bigotudo que sabía más de dragones que cualquier criador. Nacard, siempre con una copa en la mano y un comentario ingenioso a punto. Franel, una enciclopedia viviente de las carreras, que en esos instantes tonteaba con la joven secretaria que le servía una bebida.
Sus nombres eran míticos dentro del mundillo de las carreras de dragón. Por su parte, Clarence los había admirado desde que no era más que un adolescente con granos que aspiraba a ser periodista. Había soñado con trabajar con ellos, con ganarse su respeto y, quizás, su admiración. Y ahora, tras años de duros esfuerzo persiguiendo a los especiales como un sabueso, de jugarse el pellejo por una entrevista y de arrastrase por las cloacas de la sociedad, por fin había obtenido su recompensa: le habían convocado a una de las reuniones periódicas en las que se decidía el curso del periódico.
Arrugó el rostro en una mueca de dolor. Desde que le habían comunicado la noticia que no había parado de tener retortijones en el estómago.
- Caballeros –dijo el director del periódico dejando caer la ceniza de su enorme puro sobre un cenicero-, será mejor que empecemos la reunión antes de que nos quedemos sin bebida. Hoy tenemos con nosotros a nuestro compañero Clarence –dijo señalando con la mano al periodista-, a quien estoy seguro conocerán.
-Clarence –le saludó Luthier con una leve inclinación de cabeza.
-Un artículo genial, Clarence –comentó Nacard con una sonrisa. –Mi mujer y sus amigas está encantadas; no paran de hablarme sobre él. Creo que nunca la había visto tan interesada por las carreras de dragones.
-Gracias –respondió Clarence con voz temblorosa y las mejillas al rojo vivo. Bajó la mirada, avergonzado por su reacción, pero al mismo tiempo orgulloso porque reconociesen su trabajo.
Aunque fuese por un artículo en el que sólo había puesto la firma. Es mío, pensó notando un nuevo retortijón. Es mi artículo. Mi noticia.
-¡Levanta la cabeza, muchacho! –exclamó el director, ofreciéndole a Clarence una copa de un licor que desprendía un fuerte olor a hierbas. –Has hecho un trabajo excelente en las últimas semanas. Cuando todos estábamos maldiciendo a esos desgraciados del “Heraldo de la Mañana”, vas tú y nos traes un reportaje completo sobre Miska, Nero y su amor secreto. Con un estilo propio, agresivo y provocador, tan diferente de tus otros artículos como la noche del día.
-No te lo tomes a mal –dijo Luthier acariciándose la punta del bigote con una mano mientras con la otra sostenía una copa medio llena, -pero tus otros artículos eran… bueno, aburridos. Sosos, sin una pizca de inspiración ni pasión. ¿Quién iba a adivinar que guardabas todo eso dentro? Pensaba que eras un dragón verde, y resulta que escondías todo un dragón de guerra.
Clarence no dijo nada, encajando con una sonrisa hueca las palabras que como martillazos destrozaban los cimientos de toda su vida. Aburridos, repitió para sí. Sosos, sin una pizca de inspiración ni pasión.
Cogió la copa que le ofrecía el director y la vació de un trago, tan rápido que apenas notó el líquido ardiente bajando por su garganta.
-Así que la pregunta que nos hacemos ahora, muchacho, -continuó el director-, es: ¿puedes conseguir más? La gente adora la historia de Miska y Nero.
-Esos dos son unas estrellas por sí mismos –dijo Franel, hablando por primera vez desde que había empezado la reunión Levantó tres dedos de su mano derecha, a los que fue señalando mientras exponía su argumento. –Primero: dominaron a un dragón de guerra a la primera, un logro de por sí excepcional y que no había sucedido nunca antes. Segundo: han demostrado que son buenos jinetes, Miska durante la temporada pasada y Nero en la carrera amistosa. Tecero, pero no por ello menos importante: tienen carisma.
-Sí, se podría decir que sólo tienes que poner una foto de cualquiera de los dos en portada para aumentar las ventas –corroboró Nacard. –Y juntos, con su amor prohibido que está condenado a acabar en desastre, será todo un éxito. -El periodista guardó silencio un momento, pensativo. –Me acabo de dar cuenta lo mucho que se parece esta historia a la de esa obra de teatro nueva, Romeo y Julieta.
-Mejor aún –dijo el director-; a nuestros lectores les gustará más aún.
Al final eso es todo lo que importa, pensó Clarence cogiendo una botella de licor para volver a llenarse la copa. Más allá de la magia de escribir buenas historias, el romanticismo de perseguir una noticia o la pasión de las carreras de dragón, lo más importante para un periodista era eso. Vender periódicos.
No era una sorpresa: lo supo desde el primer día que pisó la redacción. Pero resultaba amargo, puede que incluso decepcionante, descubrir de primera mano que personas a las que tanto admiraba pensaban así.
-¿Qué respondes, Clarence? Sé sincero. Si no te ves capaz, no pasa nada. Un buen periodista es capaz de reconocer sus propias limitaciones-. El director parecía sincero, pero el mensaje estaba claro. Si rechazo esta oportunidad, nunca pasaré de ser un fracasado. –Por supuesto, si aceptas y cumples las expectativas, serás recompensado. Aumento de sueldo, despacho propio, dietas pagadas…
-Y una preciosa secretaria para alegrarte la vista –apuntó Nacard con un guiño cómplice, provocando las carcajadas del director y los otros periodistas. Clarence rió con ellos, esperando que sólo él se diese cuenta de lo falso que sonaba.
Se llevó la copa a los labios y dio un breve sorbo para ganar tiempo. Notaba las miradas expectantes del resto de presentes clavadas en su persona, aguardando su respuesta. Era arriesgado. Una estupidez casi suicida. Habían bromeado y charlado con él como si fuese un viejo amigo, pero Clarence no tenía ninguna duda de que lo echarían a la calle de una patada si descubrían la verdad sobre el éxito de su artículo. Un éxito que, además, no tenía ni la más remota idea de si podía volver a repetir.
Aún así, no tenía otra opción. Era su sueño, y Clarence Maljan siempre seguía su sueño.
-Podéis contar conmigo –afirmó, bebiéndose el resto de la copa y esperando que el licor le ayudase con su dolor de estómago. –No os decepcionaré.

Tres días después
El bar era un sitio deprimente y oscuro que olía a tabaco y sudor. Estaba casi vacío, a excepción de un viejo desdentado que ojeaba un periódico y el aburrido dueño del local. Clarence estaba sentado en una vieja y roñosa silla de madera, con el cuerpo echado hacia adelante para no mancharse la camisa con el sucio respaldo. Ante él, un café oscuro y espeso le esperaba en una taza de un blanco amarillento. El periodista lo contemplaba dubitativo, debatiéndose entre la prudencia y la necesidad de echarse algo caliente al cuerpo.
Cinco minutos más tarde, cuando apareció la persona a la que esperaba, el café aún seguía intacto.
-Siéntate, por favor –dijo Clarence, mostrando una sonrisa de brillantes dientes y señalando a la silla vacía que había enfrente de él.  –Me alegro que hayas podido venir tan pronto. ¿Quieres un café, una copa…? Yo invito.
-No, no hace falta –respondió el hombre flacucho, que dejó una carpeta con documentos sobre la mesa antes de sentarse. –No quiero hacerte perder más tiempo. Aquí te traigo más fotos de Miska y Nero, así como varios artículos. De nuevo, gracias por aceptar mis condiciones. Entiendo que para un periodista de tu categoría le resulte molesto no poder redactar él mismo las noticias.
-No te engañare si te dijese que no es una molestia –respondió Clarence, recogiendo la carpeta. –Pero no sería el mejor periodista del “Estrella y Dragones” si rechazase una noticia tan buena como ésta sólo debido a mi orgullo. Además, unas pequeñas correcciones realizadas por mi experto toque y tus artículos no estarán tan mal.

-Perfecto-. Peter Rodriguez sonrió con satisfacción. Sus ojos observaron a Clarence como si éste no tuviese secretos para él. -Me alegro que nos entendamos.

2 comentarios:

  1. Hola,

    El personaje de Clarence me ha gustado mucho, me da la sensación que cree en una cierta moral pero está dispuesto a llegar más allá de lo que puede considerar correcto o satisfactorio si es necesario. También me ha gustado el detalle del dolor de estómago, unir el estrés emocional a la incomodidad física en momentos delicados hace más reales y vulnerables a los personajes. En general creo que todos los sentimientos o motivaciones que describes son interesantes y reales. Me hace gracia que él se vea diferente a los redactores, cuando en realidad es mucho más parecido a ellos de lo que piensa.
    También me ha gustado que no digas directamente que Peter le ha proporcionado las noticias, sino que dejas que vayamos atando cabos, relacionando lo que dice Clarence con el final del anterior capitulo, en que Peter se interesaba por quien había publicado la noticia de Nero y Miska. Al menos a mí no me resulta confuso y es interesante desenredar el significado de la amargura que desprenden sus reflexiones.
    La reunión de Peter con Clarence también me ha gustado mucho, sobre todo la descripción de la escena y el café. Lo único que no he entendido es la parte en que Peter le da más fotos de Miska y Nero, quiere decir esto que han cerrado un trato para darse más popularidad? Supongo que lo veremos adelante.

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  2. Hola Jaime,
    Me alegro de que no te haya resultado confuso que haya sido Peter le proporcionaba las noticias. He intentado jugar un poco con este tema, pero sin crear un suspense excesivo.
    He querido escribir como una persona mediocre, entendiéndose como una persona "normal", sin nada especial. Le pone ganas, tiene un sueño, pero no tiene lo necesario para realizarlo.
    Por suerte para él, ahí está Peter...

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