La enorme bestia rasgaba el suelo con una pata,
dejando profundos surcos en la tierra arenosa. Estiraba y plegaba las alas
lentamente, preparando los músculos, calentando para la inminente carrera.
El dragón de guerra estaba inquieto.
Nero acarició con cariño el flanco de la bestia
mientras realizaba profundas inspiraciones para calmarse y calmar a su vez a
Estrellita. El dragón soltó una especie de ronroneó y giró el cuello,
exponiendo sus sensibles escamas al toque del actor. Nero sonrió y prosiguió
con sus caricias, recorriendo con la punta de los dedos las escamas de la
bestia mientras cerraba los ojos y dejaba que sus pensamientos vagasen. Podía
escuchar a Valeria detrás suyo, mascullando para sí mientras comprobaba por
enésima vez el estado de sus armas. Podía sentir una suave brisa refrescante
meciendo sus cabellos y los cálidos rayos del sol bañando su piel.
Ya vuelve a ser
primavera, pensó el actor. Ya llevo un año en este mundo.
Abrió los ojos y miró hacia al oeste, a la posición
desde donde partía Miska, su hermano y el dragón de guerra Majestad. La mujer
de pelo azul lucía tranquila y con un aspecto tan arrebatador como de
costumbre, con un vestido de montar verde oscuro que realzaba sus formas y no
le molestaba al moverse. Miska reparó en Nero y le saludó con una mano, tan
despreocupada y alegremente como si acabasen de encontrarse en una fiesta.
Es una manipuladora,
pensó Nero mientras le devolvía el saludo y ponía una sonrisa en su rostro. Hará todo lo que esté en su mano para
conseguir ventaja. Seducir, intimidar, dar lástima, suplicar… Cualquier cosa.
No te puedes fiar de ella.
Todo lo contrario a Valeria. La antigua cazarecompensas
era franca y sincera; sus acciones nunca tenían una malicia oculta. Si te
odiaba te odiaba abiertamente, y si le gustabas era simpática y agradable. No
había doble juegos con ella ni doble sentidos. Incluso los problemas que habían
tenido entre ellos –como aquella discusión cuando se estrenó la obra de Peter-
se habían acabado diluyendo con el paso del tiempo hasta convertirse en nada. Aún así, debería haberme disculpado. Y ella también. Podías confiar en una
persona así. Podías creer en una persona así incluso cuando lo que te decía
parecía increíble.
En cambio, con Miska era al revés. Podía ser
simpática, encantadora, pero nunca sabrías realmente qué pasaba por su cabeza.
Podía amenazarte fríamente, cuando en realidad le gustabas. Podía sonreírte
coqueta cuando por dentro estaba pensando en apuñalarte. No se podía confiar en
una persona así.
De nuevo Estrellita se agitó bajo él, inquieta.
-Tranquila, muchacha –dijo Nero dándole unas
palmaditas. –Ya queda poco para empezar. Tranquila.
Todo estaba preparado. La radio –un modelo
modificado por él mismo y con autonomía para varios horas-, con la emisora de
deportes sintonizada. El micrófono, para comunicarse con sus compañeros
mediante los Peter-transmisores. Los prismáticos, para poder observar con
detalle la carrera. El lugar, una tranquila colina bajo la sombra de unos
árboles desde la cual podía seguir discretamente todo el recorrido. El asiento,
una cómoda silla con un blando cojín para el respaldo. Demonios, incluso se
había traído una cesta repleta de pastitas para picar, parecidas a los
cruasanes de su mundo pero más buenas. Le encantaban.
Estoy engordando,
pensó Peter al reparar en la curva de la felicidad que empezaba a formarse en
su barriga tras meses de deliciosa glotonería. Debería dejarlas, pensó mientras contemplaba las pastitas con
mirada acusadora… y coger a continuación una y llevársela a la boca. Mañana mismo empiezo. Hoy no es un buen día para ponerse a dieta.
Estaba nervioso. Nervioso y aburrido porque sólo le
quedaba esperar a que empezase la clasificatoria. Y mientras esperaba, su
cabeza no dejaba de dar vueltas y su mano no dejaba de acercarle pastitas.
¿Ganarían Nero y Valeria? Esperaba que sí, esos dos formaban un buen equipo,
tenían un dragón de guerra y contaban con su inestimable ayuda. ¿Habría dicho
la verdad la antigua Cuervo Rojo con lo de la primera Valeria Malecchio? ¿De
veras se había convertido en un ser con poderes divinos? Tendría que enviar un
informe a la Tierra cuanto antes mejor. Intentaría sonsacarle más información a
la joven, aunque no tenía muchas esperanzas de conseguir nada. Valeria sabía
guardar sus secretos.
-Prepárense caballeros –anunció el locutor con un
claro entusiasmo en su voz-, porque la carrera está a punto de comenzar.
El terrestre recogió los prismáticos. Entrecerró los
ojos; en la distancia podía divisar a los dragones preparándose para la salida.
Estrellita, estirando las alas y removiendo tierra con una de sus patas, impaciente
por empezar. Majestad, que permanecía inmóvil, resoplando con tanta fuerza que
nubes de arenilla se levantaban a su alrededor. Y así hasta otros ocho
dragones; los diez mejores equipos del país.
-¡Empieza la carrera!
Con una mano agarrándose firmemente a una de las
cintas de la silla de montar, Valeria se inclinó hacia la derecha para poder
apuntar mejor al escurridizo dragón centella. Era su última bala; su último
intento. Apuntó con cuidado al ojo de la bestia, su pistola firme e inmóvil a
pesar del balanceo del vuelo, y disparó.
Falló por poco menos de un dedo.
-¡Mierda!
Maldiciendo para sus adentros, la joven guardó la
pistola en su cinto, inútil ahora sin munición. Aún le quedaban un par de
cuchillos y la espada, pero de poco le servirían en una lucha entre dragones.
Tres vueltas habían pasado ya. Cuatro equipos habían
abandonado la carrera, derribados en combate por los dragones o por los poderes
de los especiales. Otros dos estaban demasiado retrasados para suponer una
amenaza. Eran los cuatro restantes, con Miska y su dragón de guerra Majestad a
la cabeza, quienes se disputaban la plaza para el mundial.
-¡Cuidado! –exclamó la voz de Peter en su oído. –
¡Bajad altura, rápido!
Al instante Nero ordenó a Estrellita que descendiese
en una rápido y brusco picado. Valeria, con los dientes apretados y el estomago
encogido, se sujetó a las cintas y pegó el cuerpo a la bestia para no salir
despedida ante la repentina maniobra. Luchando contra el viento que le sacudía,
giró el rostro para mirar hacia arriba.
Procedentes del equipo de Otome una serie de
relámpagos cruzaron el cielo como unas flechas de vibrante energía. La mayoría
se perdieron, inofensivos, entre las nubes; pero era tal su número que era
inevitable que unos cuantos consiguieran impactar. El dragón centella contra el
que Valeria había fallado su disparo aulló de dolor cuando varios relámpagos
chocaron contra él. Su grito fue respondido por un rugido de rabia de Majestad:
su ala derecha había sido atravesado por uno de los proyectiles.
-¡Hacia arriba, Nero! –gritó Valeria para que el
jinete la escuchase por encima del ensordecedor ruido provocado por el viento
al chocar contra ellos. -¡Arriba!
Estrellita estiró las alas y con una ágil maniobra
que parecía imposible en una bestia de sus enormes dimensiones transformó su caída
en picado en un suave y estable vuelo ascendente.
-¿Qué demonios ha pasado? –preguntó Nero.
-Parece que… -Valeria entrecerró sus ojos rojos,
aguzando la vista. El dragón centella se deslizaba lentamente hacia el suelo,
todo su cuerpo lleno de quemaduras. Su jinete y el escolta no eran más que dos
bultos oscuros, incinerados. Por su parte, el dragón de guerra Majestad apenas
podía volar, con una ala que lucía un ensangrentado boquete por donde había atravesado
el relámpago. –Parece que nos han hecho un gran favor –concluyó la joven con una sonrisa
depredadora.
Tras unos segundos, Nero asintió con la cabeza. Su
rostro sonreía con naturalidad, pero sus ojos no se apartaban de los dos
especiales calcinados.
Demasiado blando,
pensó Valeria sintiendo una punzada de lástima por el actor. Eres demasiado blando para tu propio bien,
Nero. No te hará ningún bien lamentarte por la suerte de tus enemigos.
-Han expulsado de la carrera al equipo de Otome por
asesinar a un rival –explicó en ese momento Peter. –En breve lanzarán las
bengalas para comunicar la noticia.
-Era de esperar –dijo Valeria.
El equipo de Otome eran cuartos en la última vuelta
con un dragón ariete que no destacaba por su velocidad. Debían de haber lanzado
todos esos rayos como un ataque a la desesperada; una última y remota
posibilidad de victoria. Si por un milagro tenían éxito y herían a los demás
dragones lo suficiente para ganar, perfecto. Si no, si cometían un error –como
así había sido- y alguien moría, lo peor que les podía pasar es que les
expulsasen de una carrera que ya tenían perdida.
Pensándolo con
frialdad, era la mejor opción. Yo hubiese hecho lo mismo.
Las bengalas estallaron, una negra y dos naranjas,
anunciando la descalificación del equipo de Otome. Su dragón, un ariete con el
rostro cruzado por una espantosa cicatriz fruto de un combate anterior, bajaba
la cabeza con aspecto derrotado.
-Vamos, Nero –dijo Valeria, poniendo una mano en la
espalda de su compañero para captar su atención. Cuando el actor se giró hacia
ella, la joven señaló con dos dedos extendidos al último rival que se
interponía en su victoria: Miska. –Su dragón está herido. No podrán evitar que
les sobrepasemos. Sólo tenemos que ir con cuidado de mantener suficiente
distancia para que Miska no pueda utilizar su poder.
-Será fácil –dijo Nero. Estrellita lanzó un rugido, anticipándose
a la inminente victoria.
Entonces el ariete de Otome se lanzó sobre ellos,
las puntas de sus afilados cuernos apuntando a la espalda del dragón de guerra.
A pesar de lo inesperado del ataque -¡Están
eliminados! ¿Qué coño están haciendo? -, Nero reaccionó con rapidez.
Estrellita giró sobre si misma y dio un bandazo hacia un lado, arrojando a
Valeria contra las duras escamas con tanta fuerza que el golpe le sacó el aire
de los pulmones y la dejó aturdida. La maniobra tuvo éxito y el ariete pasó de
largo con un rugido de frustración: su embestida sólo había logrado rozar el
flanco del dragón de guerra, dibujando una línea sangrienta entre las oscuras
escamas. Una herida superficial.
-¡Joder! –gritó Peter en su oreja. -¿Qué hace ese
hijo de puta?
Valeria ignoró los gritos del terrestre. Le dolía la
cabeza, tenía la visión borrosa y notaba como la sangre le caía por la frente. Las escamas me deben haber raspado,
pensó con una fría calma. Espero que no
sea grave. Parpadeó un par de veces, concentrándose en recuperar los
sentidos, y nada más hacerlo llevo una mano al cuchillo que guardaba en el
cinto.
Había un hombre medio agachado ante Nero; un hombre
que Valeria conocía. El pelo oscuro y largo recogido en una cinta de cabello.
El rostro serio, de facciones cuadradas, con los labios cerrados formando una
fina línea de resolución. El cuerpo esbelto y pequeño, que escondía una fuerza
descomunal.
Era Yajiro, el escolta del equipo de Otome, y
amenazaba a Nero con una espada alargada mientras con la otra mano se sujetaba
firmemente a la silla de montar.
-Un movimiento –dijo Yajiro, sus ojos marrones
clavados en ella -, y tu jinete muere.
Estrellita rugió de rabia. Valeria cogió con la
punta de los dedos el cuchillo, intentando juzgar si podía lanzarlo antes de
que el escolta pudiese reaccionar. Yajiro entrecerró los ojos y se agachó aún
más tras Nero, como si hubiese adivinado sus intenciones.
-¿Qué quieres? –preguntó Valeria. –Tu equipo ha sido
eliminado; ya no pintáis nada en esta carrera. Es más, os estáis arriesgando a
que os expulsen de las carreras de dragón para siempre.
-La carrera es secundaria –replicó Yajiro –Tenemos
un duelo pendiente, tú y yo. Y lo acabaremos ahora, antes de que ganéis este
clasificatorio y te vayas al mundial, donde lo más seguro es que mueras. Mi
honor me lo exige.
¿Honor? Valeria
estuvo a punto de echarse a reír.
-Está bien –respondió, sonriendo sin poder evitarlo.
Este tío es tan idiota que me cae bien.
–Bajaremos y tendremos nuestro duelo.
-Pero, la carrera…-empezó a decir Nero, pero se
calló cuando Yajiro le lanzó una mirada que era una promesa de muerte.
-No tenemos más remedio, Nero –dijo Valeria. Llevó
la mano al hombro, donde llevaba colgada la espada de la primera Valeria Mallecchio,
que aún conservaba el filo a pesar de los siglos pasados desde la muerte de su
señora. La espada de una diosa. –Desciende tan rápido como puedes y cuando nos
hayas dejado a los dos en tierra vuelves a la carrera. Tendrás que darte prisa.
Nero la miró, y por un segundo sus ojos azules
reflejaron un sinfín de preocupaciones y dudas. Entonces, de repente y tan
rápido que Valeria pensó que se lo había imaginado, desaparecieron: en la
mirada del actor sólo se veía una profunda confianza y seguridad.
-Cuenta con ello.
Hola,
ResponderEliminarAntes de nada, decirte que me gusta el aire de contención que tiene todo el capítulo, como de expectación antes del clímax. Todos los personajes muestran cierta inquietud en los momentos previos (incluso Peter que se aburre, no puede evitar picar pastitas). Además, el salto de la parte dedicada a él a la introducción de Valeria, donde ya están en la 4 vuelta, está muy bien. Al principio me descolocó un poco, pero luego te das cuenta que agiliza mucho la acción y evita que la emoción se pierda en los detalles meramente descriptivos de las primeras vueltas.
Me han parecido interesantes las reflexiones de Nero sobre Miska y Valeria al principio del capítulo, da la sensación que se debata entre dos amores. He pensado que tiene que ver con el capítulo anterior cuando les propone de quedarse en Ozone. Ya han pasado 4 años desde que Eyre murió, en parte es normal que Nero (sobretodo siendo el cómo creo que es) vaya dejando atrás la muerte de esta y el dolor de la perdida. Me pregunto si habrá un punto en que tire la toalla.
En cuanto al momento "Otome" (me ha dado por llamarlo así) me ha parecido muy bueno. Realmente llevamos tantos capítulos concentrados en la rivalidad Nero/Miska, continuamente superando a todos los demás rivales, que hasta me ha sorprendido que alguien pudiera "hacerles sombra". Casi parece injusto para Miska que una herida al azar le impida ganar la carrera (aunque eso está por ver, la última vuelta promete ser emocionante).
También me gusta que las sacudidas y cambios de dirección de Estrellita se vean reflejados en las constantes dificultades de Valeria para mantenerse sobre el dragón, más aun teniendo en cuenta sus dotes. La descripción de estas partes se entiende perfectamente y las reacciones de Valeria aportan peligro e inmediatez.
Relacionado con esto, no me esperaba para nada el ataque del dragón ariete de Otome, sobretodo después de que Valeria ya los descartase como rivales. Luego he pensado que sería Miska utilizando su poder, pero al aparecer el compañero de equipo de Otome, lo relacionas todo con el capítulo anterior en el que describes su primer enfrentamiento con Valeria y todo tiene sentido. En general me ha gustado mucho todo este capítulo, estas durante todo el tiempo suponiendo y sorprendiéndote.
Por ultimo solo señalar que me hace gracia que Valeria se ría del compañero de Otome por su referencia al Honor, al fin y al cabo para ella era muy importante no hace mucho, te hace pensar que ha cambiado más de lo que parece en esto años.
Hola Jaime,
ResponderEliminarMe alegro de que pienses eso, toda la primera parte del capítulo es como una anticipiación de lo que va a suceder a continuación.... que espero que te sorprenda.
Aunque los protagonistas son los que son y no puedo meter decenas de personajes, me gusta introducir escenas con otros rivales para recordar que es un mundo abierto, con más gente y que cada uno tiene sus motivaciones.
El mundo no se mueve por los caprichos de Nero, Peter y Valeria, aunque la historia sí lo haga.