lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo 20 (Parte 3) - El clasificatorio nacional

La hierba onduló como una mar encrespada cuando el dragón de guerra batió sus alas para coger altura. Valeria se lo quedó observando, con una mano apretando un lado de la cabeza para detener la pequeña hemorragia que le habían hecho las escamas de la bestia.


El terrestre gritaba en su oído, preguntando una y otra vez qué demonios estaba pasando y soltando maldiciones sin sentido. Harta de escucharle Valeria se quitó el Peter-transmisor y lo tiró a un lado.
Necesitaría toda su atención para el combate.
-Debemos enfrentarnos –dijo Yajiro. El pequeño hombre de rostro serio envainó la espada y adoptó una postura de combate: las piernas ligeramente flexionadas y separadas entre ellas,  el costado derecho adelantado y la mano sobre la empuñadura de su arma. Era una postura que Valeria reconocía, difícil de dominar y creada para realizar un rápido y fulminante ataque al desenvainar. –Soy la primera espada de Razza.  No puedo dejar que nadie rivalice conmigo, mujer u hombre. El honor me obliga.
-¿El honor? –replicó Valeria con un bufido desdeñoso. –No digas tonterías; no hay honor en este combate. Solo orgullo sin sentido. ¿A quién coño le importa quién es mejor con la espada? Por si no te has enterado la prueba de la Torre no tiene nada que ver con eso.
-Las pruebas de la Torre vienen y van; es su naturaleza el ser cambiantes como el humor de un niño –respondió Yajiro. –Yo he pasado veinte años entrenando con los mejores maestros, dominando el arte de la espada, siguiendo la senda del Vacío. Me gané el derecho a viajar por la Torre cuando derroté al resto de aspirantes en el torneo Esmeralda bajo los mismísimos ojos del Divino Emperador. Demostré ser el mejor, y tengo que seguir demostrándolo, por el honor de mis maestros, mis compañeros y el propio Emperador. Es un hecho inevitable.
El hombre hizo una pausa en su discurso durante un instante.
-Pensaba que lo entenderías –acabó diciendo, dubitativo. -Creía reconocer en ti un espíritu semejante al mío. Tú también eres una maestra de la espada.
Valeria sonrió, divertida ante el tono grandilocuente y los sinceros halagos de la primera espada de Razza. Sólo es un guerrero, pensó, no pudiendo evitar sentirse superior.
Arrastró discretamente el pie por el suelo, comprobando la consistencia del suelo tras la lluvia de los últimos días. Firme, suficiente para evitar resbalones inoportunos. De reojo observó la posición del sol, memorizándola para intentar luchar con él a la espalda para que sus rayos molestasen a su rival.
Durante su anterior combate había tenido ocasión de hacerse una idea de las capacidades de Yajiro. Mucho más fuerte que ella, casi igual de rápido y con una técnica impecable. No le daba vergüenza reconocer que era mejor espadachín que ella.
Es un combate estúpido, sí, pero también es emocionante, pensó la joven.
-Oh, te entiendo, pero estás equivocado. Yo no me entrené para ser un maestro de la espada –dijo Valeria desenvainando su arma. –A mí me entrenaron para ser como Valeria Mallechio, la mujer que superó las pruebas de la Torre.
“Y Valeria Mallechio siempre ganaba”.

Desde el ataque traicionero del dragón de Otome que parecía que los comentaristas de la emisora deportiva se habían vuelto locos. Gritaban como unos condenados, primero exigiendo un castigo ante tamaña violación de las reglas del deporte, luego preguntándose por qué los dos equipos habían bajado al nivel del suelo para dejar a Valeria y Yajiro. Los comentaristas habían vivido cientos de carreras de dragón, y jamás se habían encontrado con nada parecido. Estaban desconcertados.
Peter les entendía muy bien.
-Por los calzoncillos de Superman, ¿qué coño está pasando? –se preguntó con la boca llena de comida a medio masticar. Se había puesto de pie e intentaba seguir la acción con los prismáticos, aunque tanto Valeria como ese cabrón de Yajiro estaban demasiado lejos para verlos como algo más que manchas borrosas. Sólo podía distinguir con claridad a Estrellita, batiendo las alas en pos de Majestad que le sacaba un buen trecho de ventaja. –Joder, me cago en la puta.
Apretó los dientes con rabia, soltando mil y un insultos. Habían tenido la victoria al alcance de la mano. Debería haber previsto esto. Tendría que haber investigado más sobre el equipo de Otome. ¿Les habría sobornado Miska? ¿U otro rival de otro país, que temía enfrentarse a Nero y Valeria en la final? En todo caso, ahora ya era demasiado tarde.
Desistió de intentar averiguar qué pasaba con Valeria y Yajiro. Por lo que él sabía, esos dos bien podían haber dejado la carrera para librar un duelo, como unos samuráis de película.
El terrestre torció la cabeza hacia a un lado, pensativo. No, eso sería demasiado estúpido. Hasta para ella.
Siguió con los prismáticos a Nero, que cada vez reducía más y más la distancia que le separaba de Miska. Estrellita debía de estar volando con todas sus fuerzas, pero el dragón Majestad también se estaba esforzando al máximo, forzando su ala herida todo lo que podía y más para llegar primero al Camino de los Héroes.
Peter entendía las intenciones de Miska. El Camino de los Héroes había sido creado hace años por los organizadores de las carreras de dragón para aumentar el espectáculo del clasificatorio nacional. Construyeron seis enormes torres antes del cuarto y último punto de control, tres a cada lado de tal forma que había poco más de veinte metros de anchura entre las edificaciones paralelas. Clavaron una fila de lanzas de acero en las paredes de las torres, sus puntas apuntando hacia fuera y más que capaces de rasgar las escamas o las alas de un dragón. Luego clavaron otra fila idéntica, pero a unos diez metros por encima, y llamaron al “camino” que se formaba entre las torres y las lanzas el “Camino de los Héroes”.
 Los dragones debían pasar por este angosto camino, tan cerca de los espectadores que estos casi podían tocarlos. Tan estrecho que resultaría imposible a una bestia del tamaño de Estrellita adelantar a otro dragón de guerra; simplemente no había suficiente espacio.
Pero hay otras maneras de echar a un dragón de su posición¸ pensó Peter, los prismáticos pegados al rostro y el corazón desbocado en el pecho. Aunque espero que no tengamos que llegar a eso.
-¡Ya están aquí, ya los ven! –anunció en ese instante uno de los locutores, su aplomo ya recuperado tras el ataque traicionero de Otome. –Los dos dragones de batalla están a punto de entrar al Camino de los Héroes. ¿Quién llegará primero? ¡El público se ha vuelto loco!
-Así es, Roin. Desde aquí podemos oír sus vítores. Es sin duda un…
-Espera un momento, Max, porque parece que… si… ¡Sí, señores, el dragón de guerra Majestad ha entrado primero al Camino de los Héroes! ¡Por los pelos, pero lo ha logrado!  Incluso malherido, la poderosa bestia se niega a rendirse.
-¡Joder! –gritó Peter arrojando los prismáticos contra el suelo, inservibles ahora que los dragones volaban entre las torres. Subió al máximo el volumen de la radio, las palmas de sus manos cubiertas por sudor. -Vamos, Nero, tú puedes.
Puedes ganar. Hazlo. No dudes.
-La carrera aún no se ha acabado –dijo el locutor Roin. –Nero aún puede atacar a su rival para echarlo fuera del Camino. Majestad está demasiado herido para resistir.
-Ese es el problema, Max. Como tú mismo has dicho, Majestad está demasiado herido. Si Estrellita le ataca lo más seguro es que acabe estrellándose contra el suelo, con su alas rasgadas por las lanzas y su cuerpo destrozado. Tanto Miska como su hermano morirían y Nero sería descalificado.
-Es un ataque a lo desesperado, estoy de acuerdo. Exactamente como el que hizo Otome. Pero es la única posibilidad que le queda para llegar al mundial. ¿Después de todo, qué tiene que perder?
Tras un segundo de silencio, su compañero respondió:
-Todos sabemos la relación entre estos dos jinetes. La pregunta es, ¿se atreverá Nero Van Der Nero a sacrificarla para conseguir la victoria?

Gotas de sangre tiñendo la hierba. Una respiración entrecortada, que se iba apagando poco a poco. Una persona tirada en el suelo, un cuchillo clavado en una pierna y el pecho abierto por una herida profunda. Los dedos de su mano apenas tenían fuerzas para cerrarse sobre la empuñadura de una espada rota.
-Una muerte sin honor –musitó Yajiro. Sus ojos miraban hacia el cielo, pero ya no veían más que oscuridad. Su respiración sonaba cada vez más débil. –Las normas del duelo… mancilladas.
-Era un combate a muerte. Fue estúpido por tu parte pensar que había normas –replicó Valeria Mallecchio, fría como un témpano.
La joven guardó su espada en vaina que llevaba a la espalda y revisó el estado de sus heridas. Un corte feo en el brazo izquierdo. Varios moratones en la cara. Un par de costillas rotas, que dolían como mil demonios cada vez que respiraba.
Había salido muy bien parada.
El combate había sido feo, arriesgado. Se había visto obligado a recurrir a toda su habilidad e ingenio, a todos sus trucos y argucias, y aún así de no ser por un lanzamiento afortunado con uno de sus dos cuchillos –el otro lo había rechazado Yajiro con un golpe rápido de su espada- el desenlace podría haber sido muy distinto.
Pero he ganado. Padre estaría orgulloso.
Recogió el cuchillo del suelo y procedió a cortar la manga de su camisa, los dientes sujetando la manga mientras con el brazo bueno cortaba la tela para fabricarse una venda improvisada para el corte en el izquierdo. Una vez hecho esto, se dirigió hacia donde recordaba que había tirado el Peter-transmisor. Tras unos segundos de buscarlo con la mirada entre la abundante hierba, acabó localizándolo por el ruido que emitía. Se agachó para recogerlo y volver a ponérselo en el oído, pero no necesitó acercárselo tanto para distinguir lo que decía.

-¡Miska ha ganado! –gritaba Peter. -¿Por qué lo has hecho, Nero? ¿Por qué la has dejado ganar?

2 comentarios:

  1. Hola,
    Me ha gustado bastante el capítulo, sobretodo la estructura que utilizas para contar la historia, haciendo que la parte de Nero que en principio es la principal, solo aparezca de forma negativa en los comentarios de Valeria y Peter.
    La parte de Valeria es la que más me ha gustado. Ha sido interesante verla enfrentada a un personaje que en principio parece similar a ella y poder ver así las diferencias. Me gustan los matices que le da el que aplique la máxima de todo vale para ganar. Lo unció que me resulta problemático es como casa esta “inmoralidad” con el hecho que siempre cumpla sus promesas. Ya sé que no está directamente relacionado, pero bueno. De esta escena también me gusta mucho la descripción de la escena después de la batalla, muy bueno el Yajiro a pesar de solo haber aparecido brevemente.

    La parte de Peter puede que sea más corta, pero me resulta más emocionante. A través suyo sentimos los nervios sobre el desarrollo de la carrera y me encantan sus constantes referencias frikis, porque lo hacen parecer inofensivo cuando en realidad es tan calculador como Valeria.

    Por eso mismo me parece que lo que continua será muy interesante. Ni Peter ni Valeria tienen pinta de que se muestren comprensivos con Nero, cuando para ellos solo vale la victoria. Personalmente me habría sabido fatal que Nero hubiera embestido al dragón de Miska, sobre todo por las consecuencias que psicológicamente habría tenido en Nero, me da la sensación que ya lo ha pasado suficientemente mal. Me gusta más este desenlace, el trio Valereia-Nero-Miska puede dar mucho jugo todavía. Tampoco es un desastre tan grande, al fin y al cabo pueden volver a intentarlo el año que viene (si es que no se han matado antes).

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  2. Hola Jaime,
    El concepto de "honor" de Valeria no trata el jugar limpio para ganar. De hecho, la Valeria original tenía una mentalidad de hacer todo lo neceario para ganar... sin romper tu palabra ni traiconar a los suyos.
    Creo que el siguiente capítulo te sorprenderá, por cierto ^^

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