Unos
días antes
Majestad
estaba estirado en su cuadra, devorando pieza tras pieza de carne con
una
hambre que parecía no
tener fin. No sólo su ala derecha había quedado gravemente dañada
tras el clasificatorio, con el cartílago agujereado por el rayo de
Otome y los músculos hechos jirones por el esfuerzo de mantenerse
por delante de Estrellita, si no que además todo su cuerpo estaba
lastimado. Escamas rotas, heridas sangrantes, magulladuras...
Pero
nada de eso preocupaba a Miska. Con la suficiente comida un dragón
se podía recuperar de cualquier herida, incluso de la pérdida de
una o dos extremidades. En este caso, Majestad ya había devorado a
cuatro vacas enteras, e iba camino de la quinta. Salía muy caro
mantener a un dragón de guerra en forma para las carreras, pero
si ya antes iban bien de dinero gracias a los patrocinadores, ahora
que se habían ganado un puesto para el mundial iban absolutamente
sobrados.
Majestad se detuvo en su festín, alzando levemente su morro manchado
de sangre y vísceras en dirección a la entrada de la cuadra. Miska
se giró para ver que había llamado la atención de la bestia y
distinguió a una sirvienta, medio escondida tras las puertas de
entrada y con el rostro tan pálido que parecía estar a punto de
vomitar.
-Se... señora, ¿tiene un momento? -preguntó la sirvienta con voz
temblorosa. Sus ojos intentaban mirar a Miska pero se iban una y otra
vez a los restos sanguinolentos de las reses devoradas, esparcidos
por toda la cuadra durante el frenesí alimentador de Majestad.
-Tiene... tiene una visita.
-¿Quién es?
-El señor Nero Van Der Nero, señora.
Por
supuesto, pensó la mujer de
pelo azul. Ya tocaba.
El final del clasificatorio había sido muy caótico. Hacía sólo
unos pocos días, pero los recuerdos eran confusos. La emoción de
seguir viva, seguida por la eufórica sensación de victoria. El
público rodeándola, gritando, chillando como locos, deseando
felicitarla, tocarla, formar parte de su momento de gloria, ignorando
el dragón de guerra como si la bestia no pudiese hacerlos pedazos si
Miksa perdía el control de ella. Había sido... apabullante. Ella y
Nero no habían podido hablar desde entonces, y estaba segura que el
rubio viajero tenía mucho que decir después de dejarles ganar.
-Dile que voy enseguida -dijo Miska. -Acompáñalo al salón pequeño
y sírvele una taza de café de mientras.
La
sirvienta asintió con la cabeza y se marchó a toda prisa. Miska se
puso de pie, soltándose la cinta para el pelo que llevaba para
impedir que sus largos cabellos le molestasen cuando tenía que
atender a Majestad. Luego se despidió de la bestia con un cariñosa
caricia en
las sensibles escamas
del cuello -lo que fue respondido con un grave ronroneo, casi un
rugido-, y salió de la cuadra pasando de puntillas por entre charcos
de sangre y pedazos de carne. Saludó al ganadero que traía los
animales para el dragón, pidiéndole que no le sirviese ninguna otra
vaca hasta su regreso, y fue a su habitación para quitarse de encima
la ropa sucia y preparase adecuadamente para su encuentro con Nero.
Apenas cincuenta minutos más
tarde, duchada, maquillada, perfumada y con un sencillo y discreto
vestido verde que apenas enseñaba carne -sólo tenía un poco de
escote en forma de v-, Miska pasó a la habitación donde le esperaba
su visitante.
Nero estaba sentado en un sofá, conversando animadamente con la
misma sirvienta que le había avisado de su presencia. Entre los dos
había una mesa con un par de tazas de café vacías y una cesta en
la que sólo quedaban los restos de lo que debían haber sido
pastitas. La joven sirvienta estaba de pie apoyada contra una
ventana, sonriendo como una boba mientras jugueteaba con un dedo con
los rizos de su cabello y le ponía ojitos tiernos a Nero. ¡Pero
será posible!, pensó Miska sintiendo una punzada de algo
demasiado parecido a celos para su gusto. ¡Y parecía tonta, de
pie en la cuadra con cara de estar a punto de vomitar! El antiguo
actor lucía tan atractivo como de costumbre, con sus arrebatadores
ojos azules y su cabello rubio tan sedoso que daban ganas de
acariciarlo. Al escucharla entrar giró el rostro en su dirección,
revelando un pequeño moratón en
su mejilla derecha.
-Hola, Miska -le saludó con una inclinación de su cabeza.
-Hola, Nero. Perdona si te he hecho esperar mucho.
-Oh, no te preocupes. Marie me ha mantenido entretenido.
¿Marie,
eh? Ella ni siquiera sabía el
nombre de la chica... Nunca le había importado.
Mentalmente las llamaba a todas
igual: sirvienta. Me sé de alguien que va a hacer la
colada cinco días seguidos.
-Me alegro -dijo, sentándose al lado de Nero y haciéndole un gesto
disimulado a Marie para que saliera pitando, lo que la joven
sirvienta hizo en seguida. -¿Qué
te ha pasado en la cara? ¿Una herida del clasificatorio?
-No, en realidad no -respondió Nero pasándose la mano por su
mejilla y haciendo una mueca de dolor. -O bueno, sí. Peter me dio un
puñetazo.
-¿Por qué?
-Porque os dejé ganar, Miska.
Miska no respondió. Bajó la mirada y asintió, comprensiva y
paciente, aunque por dentro se estaba preparando para la conversación
que llevaba esperando desde hacía
días. Calculando sus siguientes acciones y las consecuencias
que tendría cada una de ellas.
-La verdad es que Peter se puso hecho una fiera -continuó Nero.
-Parece poca cosa, pero créeme, no querrías verlo enfadado. Ni
siquiera le vi venir que ya lo tenía encima, golpeándome y
tirándome al suelo como una bestia salvaje.
-¿Y Valeria, como se lo tomó?
-Oh, bastante bien. Me lanzó un cuchillo.
-¡Por las cumbres nevadas! -exclamó Miska llevándose la mano a la
boca.
-Sí, pero no te preocupes. Falló, así que no creo que quisiera
matarme. De haberlo querido puedes estar segura que ya estaría en el
cementerio.
Un encanto de mujer, esa Valeria. A Miska no le había caído bien
desde el principio, cuando en aquella fiesta estuvo a un pelo de
darle una patada en la cara. Esa mujer es
una marimacho mandona, bajita, con poco pecho y más peligrosa que
un saco de ratas rabiosas.
-No sé como acabará esto -dijo Nero. Con el rostro cabizbajo, los
ojos entrecerrados y una voz contrahecha parecía sinceramente
preocupado, pero Miska no podía evitar pensar si no era todo una
actuación. ¿Cómo podía fiarse de una persona como Nero, qué
podía cambiar completamente de carácter de un momento a otro y
parecer perfectamente sincero en cada instante? -Peter está moviendo
todos los hilos que puede, hablando con patrocinadores y con los
responsables de las carreras, intentando conseguir que nos den una
plaza para el mundial alegando que la intervención de Otome fue
ilegal y que no debería ser tenida en cuenta.
Miska frunció el ceño.
Entonces...
¿nos echarían a nosotros?
-Sé
lo que estás pensando: sí, es imposible -terció Nero,
malinterpretando su expresión-. Se dio un caso similar hace muchos
años y los árbitros decidieron conceder otra plaza para el segundo
clasificado. Pero eso es historia antigua, de antes de que apareciese
la Torre y las carreras de dragón se volvieran tan populares.
Además, se ve que el presidente de la asociación que controla este
deporte es muy estricto en estos temas y no permite saltarse las
reglas, ni siquiera cuando estaría justificado.
-Vaya,
lo siento mucho, Nero.
-Sí,
es una lástima- El antiguo actor hizo una pausa, pasándose una mano
por sus perfectos cabellos dorados. -Mis compañeros dicen que les he
traicionado, ¿sabes? Creen que no tenía nada que perder atacándoos,
y que si no lo hice fue porque me he enamorado de ti.
-¿Y
es cierto?
Nero
la miró fijamente, sus ojos azules tan cerca que Miska podía verse
reflejada en ellos.
Aquí
viene. Desde el principio sabia
que pasaría esto. Jugaba con los hombres, manipulándolas,
seduciéndoles para conseguir lo que quería de ellos. Lo había
hecho toda la vida y era muy buena, pero antes o después siempre
acababa en una de estas situaciones: con un hombre mirándole a los
ojos a punto de declararle su amor. Al menos esté es
guapo, y bastante simpático. Supongo que un par de besos y algún
tocamiento por debajo del vestido no haría ningún daño,pero no me
puedo arriesgar a nada más. No es que no me apetezca un buen
revolcón, pero...
-No.
Miska
se quedó congelada. Luego, conforme el significado de esas dos
letras llegaba a su cerebro cortando todo su monólogo interno,
parpadeó un par de veces, lentamente.
-Perdona,
¿qué acabas de...?
-Eres presumida, manipuladora y puedes llegar a ser toda una zorra si
te conviene, pero eres mi amiga, Miska. No quiero matarte. Joder, no
quiero hacerte ningún mal. Preferí perder el clasificatorio,
ganarme el odio de Valeria y Peter y estar un año más en este mundo
que arriesgarme a matarte.
Miska abrió la boca, pero estaba tan sorprendida que no sabía qué
decir.
-Soy raro, ¿verdad? No te engañes, no soy diferente al resto de
viajeros. Quiero pasar las pruebas de la Torre, resucitar a
Eyre y al resto de la gente del pueblo, y estoy seguro de que para
lograrlo haré muchas cosas de las que no estaré orgulloso. De
hecho, ya llevó unas cuantas -confesó con voz resignada. -Mis manos
están manchadas de sangre.
Como
las de todos.
Silencio. Unos segundos después, sin que Miska hiciera nada por
detenerle, Nero se puso de pie.
-Adiós, Miska. En realidad sólo venía a desearos buena suerte en
el mundial, a ti y a tu hermano. Espero que lo ganéis.
Salió de la habitación, dejando a la viajera de la Torre perdida en
sus pensamientos.
Hola,
ResponderEliminarLa verdad es que me he divertido mucho leyendo el capítulo, el coqueteo de Nero con la sirvienta y las reacciones de Miska son muy efectivas. Además las reacciones de Peter y Valeria eran de esperar, lo del cuchillo está muy bien.
Pese al tono romántico del capítulo, hasta el final no he imaginado que era lo que creía Miska que venía Nero a decirle. No sé porque creía que sería más amenazador. Eso sí, una vez "desvelado" me parece genial que Nero le de calabazas, no creo que Miska vaya ahora a perder la cabeza solo porque todo no haya ido según su experiencia, pero es muy interesante.
Otro punto que me ha gustado es cuando Nero malinterpreta los pensamientos de Miska al fruncir está el ceño, cuando en realidad solo está preocupada por si les quitaran el puesto en el mundial a su hermano y a ella. Realmente de esto va todo en esta parte, de la incapacidad de saber lo que piensan los demás. Creo que juegas muy bien con ello en este capítulo.
Hola Jaime,
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado. En realidad, Miska y Nero son muy parecidos. Miska es más manipuladora (lleva más tiempo viajando por la Torre), pero los dos basan su éxito en sus actuaciones y en un poder que no inspira ninguna confianza.