Todo
el mundo muere, más pronto o más tarde. Incluso Dios muere. Es ley de vida.
Pero Valeria no pensaba morir como un cordero esperando a que la llevasen al
matadero, demasiado atemorizada como para luchar por su vida. No, ella era Valeria
Mallechio. Si tenía que morir, sería peleando.
Con
una sacudida se deshizo del miedo que la paralizaba. Lucha, pensó mientras ordenaba a sus doloridas extremidades que se
moviesen, intentando incorporarse para arrojarse sobre su enemigo antes de que
éste pudiese atacarla. Vamos, joder. Puedo hacerlo. Estando tan cerca el uno
del otro Magnus tendría que tener más cuidado al usar su látigo o podría
lastimarse a sí mismo. Eso le daba, ¿cuánto? ¿Dos segundos más de tiempo para
atacar? ¿Uno? Tiempo de sobra.
Apoyó los pies con fuerza contra el suelo para
coger impulso, las rodillas dobladas y los puños apretados. De tan cerca, un
gancho fuerte y bien colocado lo dejaría fuera de combate.
Magnus
levantó el brazo. Valeria cogió el último impulso para arrojarse sobre él.
Su
pie izquierdo resbaló entre la gravilla suelta.
¡No! Es demasiado rápido, no voy a…
-¡Quieto!
Magnus
se quedó inmóvil, con el brazo alzado a punto de ejecutar el golpe mortal y el
rostro congelado en un grito de rabia. Sólo su látigo continuaba agitándose
débilmente en su mano.
Valeria
no se detuvo a pensar qué había sucedido. Colocó bien el pie e iba a atacarle cuando
un estallido de luces cegadoras apareció de la nada ante el rostro de Magnus. Apenas
había tenido tiempo de parpadear que un árbol golpeó al hombre enviándolo por
los aires. El movimiento provocó que unas cuantas hojas amarillas cayeran sobre
ella, cubriéndola.
¿Qué? ¿Qué demonios…?
-Ése
ha sido el mejor homerun que he visto en mi vida –comentó alguien.
El
especial con el cuerpo cubierto por tatuajes que respondía al nombre de Ulakele
había arrancado un árbol de más de cuatro metros de altura y casi uno de
anchura, raíces incluidas, y lo manejaba como si fuese una gigantesca maza. Detrás
de él y a una prudente distancia había un grupo de participantes de la carrera
entre los que se encontraban Miska y su hermano.
-¿Te
encuentras bien? –preguntó la mujer de pelo azul, caminando hacia la joven
lastimada con una expresión preocupada en su rostro. –Escuchamos estallidos y
gritos, así que vinimos hacia aquí y nos encontramos con esto…
-Calla
–le ordenó Valeria levantando la mano. Se puso de pie, tambaleante, y buscó con
la mirada a dónde había ido a parar Magnus. –Tengo que acabar esto. Tengo que
acabar con él.
Localizó
al psicópata tirado entre unos arbustos boca arriba a una decena de metros de
distancia. Tenía el brazo izquierdo doblado en un ángulo imposible, heridas por
todo el cuerpo y parecía haber perdido el conocimiento, pero aún respiraba. Su
látigo había desaparecido. Estaba indefenso.
Valeria
recogió su cuchillo roto del suelo. Aún partido en dos, el filo podría cortar
sin problemas una garganta.
-No
creo que sea buena… -empezó a decir Miska, pero cerró la boca y dio un paso
atrás al ver la mirada que le lanzó Valeria. Su hermano se colocó frente a
ella, protector. El resto de especiales guardaban silencio y se limitaban a
mirar como la antigua Cuero Rojo caminaba hacia el caído con paso lento pero
implacable.
-Si
lo matas os expulsarán de la carrera –dijo Ulakele.
Esas
palabras consiguieron que Valeria se detuviera en seco. Se giró hacia el negro
tatuado, observándole con una desconfianza que fue respondida con una ancha
sonrisa de blancos dientes.
-Vamos,
hazlo –continuó Ulakele, el árbol apoyado en su hombro como si no fuese más que
una ramita. –Eso es lo que están esperando todos, que acabes con él. Un
competidor menos. Dos, de hecho. ¿Es que no recuerdas las reglas, mujer? ¿Tanto
te ha cegado el frenesí de la batalla que has perdido la cabeza? No se permite
la violencia antes de la carrera: el espectáculo se iría a la mierda si nos
matamos entre nosotros antes de subirnos al dragón. Puedes estar segura que ese
hijo de tritón será castigado por atacarte –dijo señalando en dirección al
hombre caído-, pero si lo matas ten por seguro que expulsarán a tu equipo.
¿Castigado?,
pensó Valeria sintiendo como la rabia y la frustración subían por su garganta
como una bilis amarga que apenas podía contener. ¿Castigado? Ese loco la había atacado por sorpresa y había estado a
un pelo de matarla. Era demasiado peligroso, poderoso e impredecible. A un
hombre así no le importaban las reglas; si le venía de gusto volvería a
atacarla. Tenía que acabar con él ahora que se le presentaba la ocasión.
Pero
no podía hacerlo. Estaba atada por su promesa a Nero, y prefería morir que
faltar a su palabra.
Maldiciendo
en silencio, dio media vuelta. Varios especiales parecían desengañados por la
falta de acción, pero ninguno de ellos salvo Miska dijo nada.
-Me
alegro que hayas tomado esta decisión –dijo la mujer con tono amable. –Entiendo
que quieras vengarte de Magnus, pero has hecho lo que era mejor para tu equipo.
Es lo que intentaba decirte antes.
Valeria
sonrió, asintió levemente y se acercó a la mujer de pelo azul lo suficiente
como para poder poner la mano sobre su hombro. Su hermano se tensó, preparado
para actuar, pero Miska le hizo un gesto con la mano para que se tranquilizara.
-No
me gustas, Miska –dijo Valeria tras unos instantes, duras palabras que
acompañaban a una fría sonrisa. -Eres una zorra manipuladora, pero a mí no me
engañas. No eres mi amiga, y yo no tendré miedo en hacer lo que haga falta-.
Puso un poco de fuerza en los dedos, sólo lo necesario para recalcar el mensaje
mientras miraba fijamente a los ojos verdes de la mujer. -Nos veremos en la
carrera.
Se
apartó de Miska, caminando de regreso al campamento para que le atendiesen sus
heridas. Sus ojos se cruzaron por un instante con los de Ulakele y no pudo
evitar que un estremecimiento le recorriese la espalda.
Valeria
no le había preguntado por qué la había ayudado, ya que la respuesta era
evidente. El poderoso hombre tatuado de ancha sonrisa estaba seguro de su
victoria, y viéndolo manejar el pesado árbol como si nada Valeria no se sentía
muy capaz de discutir con él.
Hola,
ResponderEliminarLa parte del combate con Marcus me ha gustado, sobretodo el momento en que ella decide apostarlo todo a la desesperada y resbala con la gravilla. Me imaginaba que algo tenía que pasar para que ella no muriera, pero aun así ha estado emocionante. Lo que no me convence es la forma en que se salva, y no lo digo porque crea que el que Miska detenga a Marcus en el momento de ejecutar a Valeria me parezca forzado ni nada, sino más bien por el hecho de que un grupo de especiales fuera a ver lo sucedido. Que hacían juntos? y como llegaron tan rápido si se supone que la lucha apenas llevaba minutos? tiene que ver con el destello que ocurre detrás de Valeria? Y porque impiden que Marcus mate a Valeria y no utilizan la misma violencia para parar a Valeria?. Si su razonamiento es que les da lo mismo si se matan entre ellos (menos rivales) porque les paran? Y Miska no se libraría de sus mayores rivales si Valeria muere? Puede ser que intente manipularlos de alguna manera, pero la ventaja de quitárselos de en medio me parece demasiado grande como para ignorarlo, como es que Valeria no piensa eso? En fin, al menos a mí me da la sensación que las cosas no cuadran, y si bien entiendo el que el hombre tatuado este tan seguro de sí mismo que le da lo mismo ayudarlos, las motivaciones de Miska y los demás no me convencen.
Una última cosa, como es que si estaban tan juntos cuando Ulakele ataca con el arbol a Marcus, no hiere a Valeria también? igual no lo he entendido bien, pero no me parece convincente.
En la parte final cuando Valeria le dice que no se cree que Miska sea su amiga sí que me gusta, pero como todo el razonamiento anterior no me convence, pierde consistencia.
Hola Jaime,
ResponderEliminarTus comentarios me han hecho reflexionaba sobre esa escena, seguramente tenga que revisarla. En principio pensaba que la situación estaba clara: peligro, rescatada por los especiales que estaban cerca cuando está a punto de morir y luego la detiene Ulakele antes de que sea demasiado tarde. Pero tienes razón con lo que dices, no acaba de tener sentido.
Lo que si que no estoy de acuerdo es en la parte de Miska; hace dos capítulos la propia chica de pelo azul ya le dijo a su hermano que salían ganando si Nero y su dragón de guerra participan en la carrera: eran otro blanco para los rivales. Y lo de Ulakele el arbol pasa rozando a Valeria, recuerda que ella estaba agachada... quizás requiere una mejor descripción.
Ahhhh, no me acordaba de ese comentario de Miska, sorry. Ahora le veo mas sentido a Miska que era lo que mas me chirriaba.
ResponderEliminarLa escena del árbol igual no la he entendido bien, pero me da la sensación que al ser tan grande, es difícil que se salvara.