El
mundo que Peter veía se había reducido a unas siluetas difusas, unas figuras
sin forma en un mar de negrura. Ahora mismo era incapaz de distinguir un
elefante a medio metro, no digamos ya de ver el micrófono con el que podría
avisar a sus compañeros de la trampa. Aún así, recordaba que no había caído muy
lejos del despacho, así que cómo no podía levantarse se arrastró por el suelo
como un gusano apaleado en lo que creía era esa dirección, apoyándose en los
codos para avanzar mientras tanteaba con los dedos a su alrededor, buscando por
el tacto lo que su vista no podía encontrar.
-…es
una estrategia que parece tan estúpida que a nadie se le había ocurrido. ¿O es
sólo cobardía?
Peter
se concentró en la voz del comentarista, en la inflexión de su tono, en su
acento. Los cristales de la ventana rota se le clavaban en los brazos y le
cortaron los dedos, pero los ignoró. Su costado ardía y le producía un dolor
atroz con cada centímetro que se arrastraba por el suelo, pero lo ignoró. Sólo
importaba la radio, la carrera.
-No,
no es eso –respondió su compañero comentarista.-Cobarde no es la palabra que
utilizaría para definir a un hombre como Magnus. Si ha elegido tender esta
trampa, es porque está seguro de su resultado.
Vamos.
Su mano derecha chocó contra algo sólido a la altura de su cabeza; madera. Sus
dedos la recorrieron reconociéndola como la del mueble del despacho. El
micrófono debía estar cerca. Tenía que estarlo. Vamos.
-En
breve lo descubriremos, porque sólo faltan unos instantes para que Miska y Nero
lleguen al segundo dedo. Diez segundos más y…
Vamos.
No podía fallar ahora que estaban tan cerca de conseguirlo. Sus manos
recorrieron el suelo, rebuscando entre la lluvia de papeles que habían caído junto
con el mueble del despacho. Unas lágrimas de desesperación y dolor aparecieron
en sus ojos amoratados. Tenía que encontrar el micrófono. Se lo debía a sus
compañeros, a su misión. A la gente de la Tierra.
Su corazón se detuvo cuando a medio metro a su
derecha sus dedos tocaron algo suave y esponjoso. La cabeza del micrófono. Cerró el puño en el mango y se lo llevó al
rostro, gritando con todas las fuerzas
que le quedaban:
-¡Atrás!
¡Apartaros de la montaña!
******
Nero
tiro de las riendas tensándolas al máximo.
Estrellita
soltó un gruñido de protesta tirando el cuello hacia atrás, pero extendió las
alas al tiempo que giraba el cuerpo para frenarse, retorciéndose en el aire
como un caballo desbocado. Nero se protegió la cara con el brazo izquierdo cuando
los vaivenes de la enorme bestia le arrojaron contra la silla de montar y, un
segundo más tarde, contra las escamas que atravesaron el cuero de su chaqueta y
rasgaron su carne derramando la sangre.
Gritaba
de dolor cuando Valeria chocó contra su espalda, arrancándole el aire de los
pulmones y provocando que las escamas se hundieran más profundamente en su
brazo. Estuvo a punto de desmayarse, y ya temía que tendría que recurrir a la
resistencia sobrenatural de Noshern cuando Estrellita consiguió recuperar el
control y enderezarse en el aire.
Alzó
el rostro y durante un instante sus ojos se cruzaron con los de Miska, que lo
observaba en la distancia con una expresión de sorpresa.
-¿Qué
coño estás haciendo? –preguntó Valeria. -¡Ya los teníamos!
-Peter
me dijo que…
El
aullido de dolor de Majestad silenció el resto de su frase. El poderoso dragón
de guerra se dobló sobre sí mismo chillando como si le estuviesen matando, todo
su cuerpo plagado de contracciones, y un latido de corazón más tarde empezó a
caer, tan inmóvil y silencioso como un juguete al que se le ha acabado la
cuerda.
No
le había golpeado ninguna bola de fuego, rayo o cualquier otro espectacular
ataque mágico. No había habido ningún aviso. Era como si un dios de la muerte
le hubiese segado la vida.
Nero
tenía la boca abierta, pero fue incapaz de decir ni una palabra mientras veía
como Majestad caía a plomo sobre la segunda montaña de la Mano del Demonio. Con
el aliento contenido, las escamas de Estrellita clavadas en su brazo izquierdo
y su pelo pegajoso por la sangre, el actor no se sintió aliviado por no tener
que enfrentarse a Miska.
Recupera el control.
Los cabellos azules destacaban contra el negro del dragón de guerra que caía en
barrena. Puedes hacerlo.
A
poco más de una decena de metros del suelo Majestad logró amortiguar la caída
al desplegar de repente las alas y enderezar el cuerpo, aunque no fue
suficiente para recuperarse. Se estrelló contra un edificio de dos plantas y lo
tiró abajo en medio de una lluvia de polvo y escombros.
Nero
cogió una bocanada de aire, despacio. De repente sentía la garganta seca.
Miska
no se habían salvado. Magnus corría hacia el edificio en ruinas.
******
Miska
chilló cuando el brazo de su hermano cayó cortado al suelo.
-¡Ronick,
nooooooo!
Las
palabras se le murieron en la garganta hasta convertirse en poco más que un
quejido sin sentido. Gotas de sangre caliente –la sangre de su hermano- la
rociaron de arriba abajo y se mezclaron con la suya propia que le caía por el
rostro, pero Ronick apenas hizo una mueca de dolor antes de volver a ponerse
delante de Miska.
Esto no puede estar pasando,
pensó con un estremecimiento de horror.
-Es
una ventaja injusta que tengáis un dragón de guerra –dijo Magnus, su cara marcada
de cicatrices sonriendo divertida. –Ninguna otra raza hubiese podido resistirse
lo suficiente al poder de mi compañero para amortiguar la caída, ¿sabéis?
Un
látigo carmesí más rápido que el sonido golpeó el escudo de Ronick, arrancando
un pedazo de acero del tamaño de un puño. Fue seguido por otro azote y otro y
otro más, una lluvia de ataques sin pausa tan veloces como despiadados.
Majestad
yacía a unos cinco metros de distancia, medio enterrado entre la estructura del
edificio contra el que se habían estrellado. Su garra se retorcía agónicamente arañando
el suelo; todo su cuerpo se sacudía presa del dolor.
Ibamos a ganar el mundial.
El
escudo de Ronick cayó al suelo hecho pedazos.
Íbamos a salvar a nuestro mundo.
El
látigo atravesó el pechó de Ronick, que cayó de rodillas escupiendo sangre.
Apoyó el brazo que le quedaba en el suelo y giró su rostro, ese mismo rostro
que había visto crecer y acompañarle durante toda su vida, hacia ella.
-Huye,
Miska… Escapa.
El
látigo se movió como un relámpago escarlata y la cabeza de su hermano se
precipitó contra el suelo con un ruido seco. Un par de segundos después, su
cuerpo le siguió.
Miska
ni siquiera gritó. Se quedó congelada contemplando los ojos muertos de su
hermano, unos ojos que aún reflejaban la preocupación que había sentido en los
últimos momentos de su vida. Unos ojos que se apagaban.
En
su corazón, todos sus sueños se hicieron pedazos.
-Ahora
lo entiendes, ¿verdad? –le preguntó Magnus que había avanzado y se encontraba
sólo a un par de pasos de distancia, su látigo agitándose como una serpiente en
su mano. –Esto es lo que te ofrece la Torre; el espejismo de una esperanza.
Nunca estuviste cerca de conseguirlo. Sólo eres una más de los millones que han
muerto por una promesa.
Miska
levantó la cabeza y miró a Magnus a través de un solo ojo, el único que le
quedaba tras estrellarse Majestad contra el edificio y que una piedra suelta se
chocase contra su cara. Un único ojo con el que no podía hacer servir su poder.
-Ojalá te pudras en el
infierno –dijo la mujer de pelo azul.
Hola,
ResponderEliminarDe este capitulo me gusta el drama de la muerte de Ronick, creo que no caes en excesos y me gusta la amargura de Miska.
La tensión del momento de la trampa esta bien llevada, tanto en la parte anterior como en esta y la resolución me gusta, es inesperada y fulminante (justo lo que uno espera de una trampa).
También me gusta mucho el comentario de Magnus sobre la ilusión de esperanza que ofrece la torre. Esta bien porque te da a entender que esos no son sus motivos y le da un aire cínico y amargado. Me ha hecho al personaje mas interesante que el simple malo que esta loco y tiene un látigo de sangre molon.
En cuanto a la trama tengo algunas dudas, lo que mas me ha descolocado es la sensación de que en el anterior capitulo, Peter conoce los pormenores de la trampa a la que se enfrentan, ya que piensa que es mortal, mientras que aquí, en la parte en la que los comentaristas de la carrera hablan de la trampa, no tienen claro en que consistirá, ya que solo ven que esta escondido detrás de la montaña. Al menos a mi me ha dado esa sensación. Ademas el plan de Magnus se me hace raro, entiendo que se queda rezagado para acabar con los que van en cabeza, pero no significa eso que tendrá que acabar con todos los contendientes de la carrera para ganar? también puede ser que sea así y no tenga ninguna prisa en acabar con todos los que queden, pero me parece un plan muy arriesgado por su parte.
En la parte en que Nero ve que Magnus va a la carrera hacia el sitio donde se ha estrellado el equipo de Miska, tengo un problema de magnitudes y distancias. Quiero decir que están en una montaña, y caen durante lo que parece como mínimo 100 metros. En este caso puedo entender que ha tenido suerte y han caído cerca de donde estaba escondido Magnus, pero lo normal seria pensar que utilizaría a su dragón para acercarse a acabar con ellos. También puede ser que como el dice no tuviera en cuenta el tener que acercarse, pero queda todo en el aire de la forma en que esta redactado.
En cuanto a la parte en que Ronnick muere, tengo alguna objeción respecto a los poderes de Miska. Lo de que no puede utilizar sus poderes porque tiene un ojo dañado me ha parecido estirar demasiado.
Me gusta la forma en que empiezas su parte, con el corte del brazo de su hermano, da sensación de inevitabilidad y confusión, y realmente si no la miras el poder de Miska es poco efectivo, así que poco podía hacer ella para salvar a su hermano después de semejante caída. Como todo es muy rápido no te preguntas porque Miska no actúa, pero al final no acaba de cuadrar, al menos desde mi punto de vista.
Hola Jaime,
ResponderEliminarTienes razón con lo de la trampa, aquí se me han traspapelado los papeles. En principio iba a introducir una escena y luego cambié de idea y no la puse, pero la reacción de Nero no ha quedado correcta. Despiste mío...
El plan de Magnus es arriesgado, pero es su estilo. Confía en su poder y en el de su compañero para dejar KO a los equipos supervivientes.
Con la herida de Miska quería mostrar que la suerte también tiene un papel en las carreras, en este caso la mala. Piensa que su poder era realmente difícil de evitar, taparse los oídos no funciona y no cruzar las miradas ni un instante es bastante complicado.