El
hombre pálido caminó de vuelta por la zona restringida hacia la Torre. Era alto,
con la ropa gris destrozada llena de manchas oscuras y de ceniza, la capa de su
espalda reducida a poco más que unos jirones. Parecía un vagabundo, pero era un
monstruo cuyos ojos negros no eran más que un reflejo de su vacío corazón.
Gotas
de sangre fresca caían de la mano con la que había atravesado a Eyre.
-Te
mataré –prometió Nero abrazado al cuerpo cada vez más frío de la mujer con la
que se iba a casar. Su voz era odio y rabia, dolor y pena. Sus amigos, su
familia, su amor. Todo se lo había arrebatado. Todo. -Aunque tenga que
perseguirte por cientos de mundos, aunque me cueste el resto de mi vida, te
mataré, ¿me oyes? Acabaré contigo.
El
asesino tocó la torre y desapareció.
Nero
bajó el rostro y se quedó quieto, inmóvil como un muerto mientras sostenía en
brazos el cuerpo de Eyre. Una calma fría se fue extendiendo lentamente por sus
extremidades, un sentimiento tan poderoso que invadió cada fibra de su ser y de
su alma.
Venganza.
-Bienvenido
de nuevo, candidato.
Nero
abrió los ojos. Estaba estirado boca arriba en la sala del interior de la
Torre, iluminado por la débil luz que teñía las paredes y el suelo de un verde
apagado. A un par de metros sobre su cabeza flotaba el osito de peluche, que le
saludó entusiasmado con una mano al ver que se despertaba. Por encima del osito
el techo se perdía en las sombras.
-¿Cómo
te encuentras?
-Estoy…
-Nero apoyó una mano en el suelo perfectamente liso para incorporarse,
quedándose sentado con una expresión de desconcierto en su rostro. Hacía años
que el hombre pálido había asesinado a la gente de su pueblo. Años. Pero ahora,
la charla con su hermano, las explicaciones de Eyre sobre el origen de su
familia, la matanza y todo lo que había ocurrido después le eran más recientes
que la carrera del mundial que había sucedido sólo unos pocos días atrás. Los
ojos apagándose de Eyre mientras se desangraba en sus manos, incapaz de acabar
su última frase… Por Dios, pensó
retorciendo su mano derecha en una garra de rabia, siempre me perseguirá su muerte. Más que la de Miska, o la de
cualquiera de las decenas de personas que han muerto por mi culpa. Siempre. –Estoy harto. ¿Por qué me haces
recordar otra vez aquél día? ¿Por qué tengo que volver a vivirlo?
-No
te entiendo –respondió el osito. -¿No lo recuerdas? Ya te expliqué que…
-Calla
–le interrumpió Nero, alzando la voz hasta gritar. –Calla, calla, calla. No
quiero que me sueltes más historias sin sentido. Sólo quiero que me digas que
no volverá a suceder.
El
osito no respondió al momento. Se lo quedó mirando, sus pequeños y oscuros ojos
incapaces de reflejar ninguna emoción.
-No
puedo hacer eso, candidato.
-Hazlo
–ordenó Nero, sus ojos brillando con un fulgor dorado.
-¿Usando
tu poder contra mí? Es una reacción previsible; el 87.32% de los candidatos que
superan más de una prueba lo hacen. Por supuesto, es inútil. Como ya te
mencioné la primera vez que nos encontramos, no soy más que una representación
tridimensional de una entidad que existe en múltiples planos de existencia y
períodos temporales a la vez. Tu poder, por muy maravilloso que le pueda
parecer a tu limitado intelecto humano, es tan capaz de afectarme como un
pájaro de volar hasta el Sol.
A
pesar de sus palabras cargadas de un casual desprecio, el osito de peluche hablaba
en un tono perfectamente neutro, casi simpático. Al actor le ponía de los
nervios de una manera que no podía explicar, quizás como consecuencia de
revivir aquel día de pesadilla. Aún podía sentir toda esa ira, esa rabia
fluyendo a través de su cuerpo, exigiéndole actuar, vengarse del hombre pálido.
Acarició
esa sensación, atesorándola en su interior como una preciosa joya. Era
reconfortante. De no ser por el hombre pálido su vida hubiese sido perfecta.
Jamás hubiese matado a nadie, ni nadie hubiese muerto por él. Habría sido
feliz.
Se
puso en pie, sus ojos recuperando su color azul habitual.
-¿Qué
eres en realidad, Torre? ¿Un Dios? ¿O –añadió, reduciendo sus ojos a una fina
línea- un Demonio?
-Ni
una cosa ni otra. Sólo soy una herramienta.
Ninguna herramienta es consciente
de sí misma, pensó Nero.
-Mi
única función es escoger al nuevo Dios –continuó el osito flotando lentamente
alrededor del actor en una lenta espiral, lo que obligó a Nero a girar sobre si
mismo para seguirle con la mirada. –Seleccionar una única persona de entre los
millones de candidatos, y cuando ella muera, volver a repetir el proceso. Esa
es mi tarea, una y otra vez en un bucle que nunca acabará. Llevo haciéndolo más
tiempo del que podrías imaginar, no digamos ya contar.
-¿Y
cuántos candidatos han superado las pruebas y se han convertido en Dios? ¿O ése
también es un número demasiado grande para contarlo? –preguntó Nero en tono
mordaz.
-Treinta-y-dos.
-Treinta-y-dos
–repitió Nero para sí, frunciendo el ceño. –No son muchos.
-Hay
unos pocos candidatos, estadísticamente irrelevantes, que se niega a
realizarlas, pero la gran mayoría fracasa al intentar superarlas. Su dificultad
es evidente –dijo el peluche volador encogiéndose de hombros. –Sólo unos pocos
pueden llegar a ser Dios, pero el premio
merece los esfuerzos: poder absoluto sobre la realidad excepto en lo que afecta
a tu ser y a la Torre.
Difícil es quedarse corto,
pensó Nero. Por sí sólo, aun habiendo descubierto unas capacidades
sorprendentes en su poder, no creía que pudiese lograrlo. Había tantos otros
viajeros más astutos, más fuertes y preparados que él que parecía imposible. Por
suerte, no estaba sólo. Sus dos compañeros habían cruzado la Torre al mismo
tiempo que él, repitiendo equipo.
Valeria
era la mujer más peligrosa que había conocido. De hecho, toda ella era una
experiencia. Valiente hasta rayar en lo suicida, directa, orgullosa,
pragmática… Se podría escribir un libro sólo con lo que había descubierto de
ella este último año, y otro mucho más grande con lo que aún le quedaba por conocer.
Sus labios sabían a miel, y sus
brazos eran suaves y cálidos cuando me abrazaron.
Se
dio un leve golpe con los nudillos en la frente. ¿Qué estaba haciendo, suspirando
por una mujer cuándo el recuerdo de Eyre era tan reciente que aún podía oler su
aroma? Pero eso no es cierto, pensó una parte de él. Eyre murió hace casi cinco años.
Rechazó
esos pensamientos. Lo más importante es que podía confiar en Valeria, más allá
de cualquier duda. Le había dado su palabra en que le ayudaría, y la mujer
moriría antes que romperla.
Luego
estaba Peter. Aunque más raro que un perro verde, tenía recursos y conocimiento
de sobras. Tampoco podía negar su compromiso para superar las pruebas de la
Torre, no después de saber qué les había seguido ayudando por la radio con la
cara destrozada. Era un aliado muy valioso, desde luego, pero al contrario que
Valeria él perseguía sus propios intereses. Llegaría un día en que los suyos y
los de Peter chocarían, seguro, pero eso… eso sería en el futuro.
-¿Crees
que miento, candidato? –le dijo el osito,
malinterpretando el silencio pensativo de Nero. Se había quedado quieto
flotando en el aire, su rostro de peluche luciendo una expresión de
aburrimiento. –Debes de ser más lento de compresión que la media, o quizás
presentes algún rasgo de paranoia. Tu compañera de equipo, esa mujer que
responde al nombre de un antiguo Dios, ya corroboró mis palabras. Además,
mentir no entra dentro de mis funciones. No me está permitido.
Nero
alzó una ceja.
-¿Mi
compañera de equipo? –preguntó, antes de caer en la cuenta de a qué se refería
el peluche volador. Antes de la carrera del mundial, Valeria les había
explicado a él y a Peter que la Valeria Mallecchio original había superado
todas las pruebas de la Torre y se había convertido en Dios. -¿Cómo sabes eso?
-Como
ya te he mencionado antes –dijo el peluche en un tono que dejaba claro su
aburrimiento -, mi única función es escoger el nuevo Dios. Para ello se
consideró necesario que pudiese supervisar las acciones de los candidatos
durante las pruebas, por lo que puedo ver y oír a través de los ojos y oídos de
todos y cada uno de ellos, constantemente.
¿Puede escuchar y ver todo lo que
hacemos? Mil pensamientos cruzaron la cabeza de Nero, mil y
un recuerdos que de repente adquirían una nueva dimensión al saber que la Torre
había estado siempre ahí, observando. Un escalofrío le recorrió y se abrazó a
si mismo, horrorizado. Se sentía manchado, espiado en sus momentos más íntimos.
Se sentía… violado. Abrió la boca para decir algo, pero estaba demasiado
confundido, demasiado aturdido, y se quedó congelado con la boca abierta como
un idiota.
-No
sé porque muestras tanta sorpresa, candidato. Deberías haberlo entendido la
primera vez que nos vimos, cuando te dije que el “hombre pálido”, como lo
llamas tú, había matado a toda la gente de tu pueblo.
¿Había
sido así? No lo recordaba. En aquél primer encuentro con el osito de peluche
volador su mente no estaba en las mejores condiciones.
-Pero,
¿cómo puedes hacerlo? –preguntó Nero. -¿Cómo puedes observar las vidas de los
millones de candidatos? ¡Es horrible! Es…
-No
te equivoques conmigo, candidato –le interrumpió el osito. -No soy humano. No
tengo sentimientos como vosotros. Sólo soy una herramienta.
Nero
se quedó callado, el ceño fruncido y los labios apretados mientras valoraba la
respuesta de la Torre. No me gusta, no me gusta un pelo, pensó mientras
observa al peluche. Decía que era una herramienta, pero tras ese rostro
adorable de peluche, tras esa eterna sonrisa pintada, el actor creyó adivinar
un sentimiento que ninguna “herramienta” sentiría: desprecio.
Pero, ¿qué otro remedio tengo?
Tengo que jugar según sus reglas.
-Me
marcho de aquí; mis compañeros me estarán esperando –dijo Nero dando la espalda
al peluche y dirigiéndose a una de las paredes de la sala. –Pero puedes estar
seguro que volveré. Superaré todas las pruebas que haga falta, y al final
acabaré convirtiéndome en Dios y resucitaré a todos los que murieron aquél día
en mi pueblo-. Hizo una breve pausa, y luego añadió en voz baja: -Y a todos los
que he matado y han muerto para salvarme.
-Lo
que tú digas, candidato. Hasta otra –dijo el osito despidiéndole alegremente
con una mano.
Nero
tocó la pared y desapareció de la sala. Tras unos segundos, el peluche dejó de
mover la mano y se quedó quieto, flotando el aire y mirando la pared por la que
había desaparecido el candidato.
-Sí,
es cierto, Nero Van der Nero. Vuelve. Aún te queda mucho por divertirme.
Si
el actor hubiese seguido presente, hubiese reconocido en la voz de la Torre un
sentimiento que le era muy familiar: el ansia del público por presenciar un
buen espectáculo.
FIN DEL PRIMER LIBRO
Hola,
ResponderEliminarParece mentira pero ya ha pasado un año y medio desde que empezaste con el blog. Supongo que ahora estarás un tiempo para editarlo, pero espero que ya tengas planeada la continuación hehe. En fin, felicidades por el esfuerzo y el resultado! realmente creo que está muy bien. A ver si me lo leo todo seguido para ver qué efecto me causa sin el parón semanal de por medio.
En cuanto al capítulo, no me esperaba que pasaran directamente a la sala de la torre, pero tiene sentido. Al fin y al cabo una discusión entre ellos para ver si seguían juntos sobraba a no ser que quisieras separarlos. Tengo ganas de ver como interactuaran entre ellos, serán más recelosos de Nero ahora que saben que puede mimetizar sus poderes?
El revivir los recuerdos inmediatamente anteriores a convertirse en viajero de la torre y el choque que produce esto con las memorias de sus vivencias más recientes realmente da mucho juego. No me sorprende que los que llevan más tiempo acaben medio locos, al menos los que tienen orígenes más traumáticos. Cada vez parece que el trato es menos atractivo, pero supongo que una vez has iniciado el camino la derrota o abandono no es una opción fácilmente asumible. Relacionado con esto queda por desvelar la historia de Peter, que debe ver él al volver a la torre? Creo que de Valeria ya pusiste algo, pero también estaría bien profundizar en ella.
Volviendo a Nero, todas las reacciones psicológicas que desarrolla en esta parte me parece que están bien y son creíbles, lo único que se me hace un poco exagerado es cuando dice que se siente violado al saber que el vigilante de la torre les observa en todo momento. También he echado en falta que no intente interrogar al oso al decirle este que no puede mentir, aunque tampoco debe ser fácil saber que preguntar.
En cuanto al final, la escena con el oso de intenciones sospechosas está bien, tanto repetir que el solo es una herramienta no le hace sino parecer más sospechoso. En general te transmite la certeza de que todavía quedan muchas cosas por descubrir sobre la naturaleza de la torre, la mayoría de ellas perturbadoras como mínimo. Por cierto, es un bajón absoluto que no te puedas hacer inmortal al ser dios, tiene sentido por eso.
Hola Jaime,
ResponderEliminarPues sí, ahora un tiempo para revisar todos los comentarios, pedir más opiniones y revisarlo, que creo que puede quedar bastante mejor en una segunda versión. La continuación está pensada, subiendo poco a poco las apuestas hasta al final en que todos resucitan como zombis... ;)
Dudo de si introducir las escenas previas a la Torre de Peter y Valeria. Por una parte estarían bien por otra el misterio siempre es interesante... Veremos.
Nero no pregunta demasiado, no es tan paranoico como Peter ni desconfiado como Valeria. Aunque ha cambiado, aún hay mucho en él de aquél joven algo ingenuo que se iba a casar.
Te parece fuerte lo de "sentirse violado"? No sé, a mi me pareció adecuado para transmitir el descubrimiento de que todo lo que ha estado haciendo lo ha visto la Torre. Su intimidad se ha visto destruida... No sé, pensaré si es una expresión demasiado fuerte para este caso.
Hola,
ResponderEliminarBueno la verdad es que no estoy muy seguro de esa parte de mi comentario porque creo que es demasiado personal, objetivamente queda bien.