lunes, 13 de enero de 2014

Capítulo 27 - El juego de la Torre

El hombre pálido caminó de vuelta por la zona restringida hacia la Torre. Era alto, con la ropa gris destrozada llena de manchas oscuras y de ceniza, la capa de su espalda reducida a poco más que unos jirones. Parecía un vagabundo, pero era un monstruo cuyos ojos negros no eran más que un reflejo de su vacío corazón.


Gotas de sangre fresca caían de la mano con la que había atravesado a Eyre.
-Te mataré –prometió Nero abrazado al cuerpo cada vez más frío de la mujer con la que se iba a casar. Su voz era odio y rabia, dolor y pena. Sus amigos, su familia, su amor. Todo se lo había arrebatado. Todo. -Aunque tenga que perseguirte por cientos de mundos, aunque me cueste el resto de mi vida, te mataré, ¿me oyes? Acabaré contigo.
El asesino tocó la torre y desapareció.
Nero bajó el rostro y se quedó quieto, inmóvil como un muerto mientras sostenía en brazos el cuerpo de Eyre. Una calma fría se fue extendiendo lentamente por sus extremidades, un sentimiento tan poderoso que invadió cada fibra de su ser y de su alma.
Venganza.
-Bienvenido de nuevo, candidato.
Nero abrió los ojos. Estaba estirado boca arriba en la sala del interior de la Torre, iluminado por la débil luz que teñía las paredes y el suelo de un verde apagado. A un par de metros sobre su cabeza flotaba el osito de peluche, que le saludó entusiasmado con una mano al ver que se despertaba. Por encima del osito el techo se perdía en las sombras.
-¿Cómo te encuentras?
-Estoy… -Nero apoyó una mano en el suelo perfectamente liso para incorporarse, quedándose sentado con una expresión de desconcierto en su rostro. Hacía años que el hombre pálido había asesinado a la gente de su pueblo. Años. Pero ahora, la charla con su hermano, las explicaciones de Eyre sobre el origen de su familia, la matanza y todo lo que había ocurrido después le eran más recientes que la carrera del mundial que había sucedido sólo unos pocos días atrás. Los ojos apagándose de Eyre mientras se desangraba en sus manos, incapaz de acabar su última frase… Por Dios, pensó retorciendo su mano derecha en una garra de rabia, siempre me perseguirá su muerte. Más que la de Miska, o la de cualquiera de las decenas de personas que han muerto por mi culpa. Siempre. –Estoy harto. ¿Por qué me haces recordar otra vez aquél día? ¿Por qué tengo que volver a vivirlo?
-No te entiendo –respondió el osito. -¿No lo recuerdas? Ya te expliqué que…
-Calla –le interrumpió Nero, alzando la voz hasta gritar. –Calla, calla, calla. No quiero que me sueltes más historias sin sentido. Sólo quiero que me digas que no volverá a suceder.
El osito no respondió al momento. Se lo quedó mirando, sus pequeños y oscuros ojos incapaces de reflejar ninguna emoción.
-No puedo hacer eso, candidato.
-Hazlo –ordenó Nero, sus ojos brillando con un fulgor dorado.
-¿Usando tu poder contra mí? Es una reacción previsible; el 87.32% de los candidatos que superan más de una prueba lo hacen. Por supuesto, es inútil. Como ya te mencioné la primera vez que nos encontramos, no soy más que una representación tridimensional de una entidad que existe en múltiples planos de existencia y períodos temporales a la vez. Tu poder, por muy maravilloso que le pueda parecer a tu limitado intelecto humano, es tan capaz de afectarme como un pájaro de volar hasta el Sol.
A pesar de sus palabras cargadas de un casual desprecio, el osito de peluche hablaba en un tono perfectamente neutro, casi simpático. Al actor le ponía de los nervios de una manera que no podía explicar, quizás como consecuencia de revivir aquel día de pesadilla. Aún podía sentir toda esa ira, esa rabia fluyendo a través de su cuerpo, exigiéndole actuar, vengarse del hombre pálido.
Acarició esa sensación, atesorándola en su interior como una preciosa joya. Era reconfortante. De no ser por el hombre pálido su vida hubiese sido perfecta. Jamás hubiese matado a nadie, ni nadie hubiese muerto por él. Habría sido feliz.
Se puso en pie, sus ojos recuperando su color azul habitual.
-¿Qué eres en realidad, Torre? ¿Un Dios? ¿O –añadió, reduciendo sus ojos a una fina línea- un Demonio?
-Ni una cosa ni otra. Sólo soy una herramienta.
Ninguna herramienta es consciente de sí misma, pensó Nero.
-Mi única función es escoger al nuevo Dios –continuó el osito flotando lentamente alrededor del actor en una lenta espiral, lo que obligó a Nero a girar sobre si mismo para seguirle con la mirada. –Seleccionar una única persona de entre los millones de candidatos, y cuando ella muera, volver a repetir el proceso. Esa es mi tarea, una y otra vez en un bucle que nunca acabará. Llevo haciéndolo más tiempo del que podrías imaginar, no digamos ya contar.
-¿Y cuántos candidatos han superado las pruebas y se han convertido en Dios? ¿O ése también es un número demasiado grande para contarlo? –preguntó Nero en tono mordaz.
-Treinta-y-dos.
-Treinta-y-dos –repitió Nero para sí, frunciendo el ceño. –No son muchos.
-Hay unos pocos candidatos, estadísticamente irrelevantes, que se niega a realizarlas, pero la gran mayoría fracasa al intentar superarlas. Su dificultad es evidente –dijo el peluche volador encogiéndose de hombros. –Sólo unos pocos pueden llegar a ser Dios,  pero el premio merece los esfuerzos: poder absoluto sobre la realidad excepto en lo que afecta a tu ser y a la Torre.
Difícil es quedarse corto, pensó Nero. Por sí sólo, aun habiendo descubierto unas capacidades sorprendentes en su poder, no creía que pudiese lograrlo. Había tantos otros viajeros más astutos, más fuertes y preparados que él que parecía imposible. Por suerte, no estaba sólo. Sus dos compañeros habían cruzado la Torre al mismo tiempo que él, repitiendo equipo.
Valeria era la mujer más peligrosa que había conocido. De hecho, toda ella era una experiencia. Valiente hasta rayar en lo suicida, directa, orgullosa, pragmática… Se podría escribir un libro sólo con lo que había descubierto de ella este último año, y otro mucho más grande con lo que aún le quedaba por conocer.
Sus labios sabían a miel, y sus brazos eran suaves y cálidos cuando me abrazaron.
Se dio un leve golpe con los nudillos en la frente. ¿Qué estaba haciendo, suspirando por una mujer cuándo el recuerdo de Eyre era tan reciente que aún podía oler su aroma?  Pero eso no es cierto, pensó una parte de él. Eyre murió hace casi cinco años.
Rechazó esos pensamientos. Lo más importante es que podía confiar en Valeria, más allá de cualquier duda. Le había dado su palabra en que le ayudaría, y la mujer moriría antes que romperla.
Luego estaba Peter. Aunque más raro que un perro verde, tenía recursos y conocimiento de sobras. Tampoco podía negar su compromiso para superar las pruebas de la Torre, no después de saber qué les había seguido ayudando por la radio con la cara destrozada. Era un aliado muy valioso, desde luego, pero al contrario que Valeria él perseguía sus propios intereses. Llegaría un día en que los suyos y los de Peter chocarían, seguro, pero eso… eso sería en el futuro.
-¿Crees que miento, candidato?  –le dijo el osito, malinterpretando el silencio pensativo de Nero. Se había quedado quieto flotando en el aire, su rostro de peluche luciendo una expresión de aburrimiento. –Debes de ser más lento de compresión que la media, o quizás presentes algún rasgo de paranoia. Tu compañera de equipo, esa mujer que responde al nombre de un antiguo Dios, ya corroboró mis palabras. Además, mentir no entra dentro de mis funciones. No me está permitido.
Nero alzó una ceja.
-¿Mi compañera de equipo? –preguntó, antes de caer en la cuenta de a qué se refería el peluche volador. Antes de la carrera del mundial, Valeria les había explicado a él y a Peter que la Valeria Mallecchio original había superado todas las pruebas de la Torre y se había convertido en Dios. -¿Cómo sabes eso?
-Como ya te he mencionado antes –dijo el peluche en un tono que dejaba claro su aburrimiento -, mi única función es escoger el nuevo Dios. Para ello se consideró necesario que pudiese supervisar las acciones de los candidatos durante las pruebas, por lo que puedo ver y oír a través de los ojos y oídos de todos y cada uno de ellos, constantemente.
¿Puede escuchar y ver todo lo que hacemos? Mil pensamientos cruzaron la cabeza de Nero, mil y un recuerdos que de repente adquirían una nueva dimensión al saber que la Torre había estado siempre ahí, observando. Un escalofrío le recorrió y se abrazó a si mismo, horrorizado. Se sentía manchado, espiado en sus momentos más íntimos. Se sentía… violado. Abrió la boca para decir algo, pero estaba demasiado confundido, demasiado aturdido, y se quedó congelado con la boca abierta como un idiota.
-No sé porque muestras tanta sorpresa, candidato. Deberías haberlo entendido la primera vez que nos vimos, cuando te dije que el “hombre pálido”, como lo llamas tú, había matado a toda la gente de tu pueblo.
¿Había sido así? No lo recordaba. En aquél primer encuentro con el osito de peluche volador su mente no estaba en las mejores condiciones.
-Pero, ¿cómo puedes hacerlo? –preguntó Nero. -¿Cómo puedes observar las vidas de los millones de candidatos? ¡Es horrible! Es…
-No te equivoques conmigo, candidato –le interrumpió el osito. -No soy humano. No tengo sentimientos como vosotros. Sólo soy una herramienta.
Nero se quedó callado, el ceño fruncido y los labios apretados mientras valoraba la respuesta de la Torre. No me gusta, no me gusta un pelo, pensó mientras observa al peluche. Decía que era una herramienta, pero tras ese rostro adorable de peluche, tras esa eterna sonrisa pintada, el actor creyó adivinar un sentimiento que ninguna “herramienta” sentiría: desprecio.
Pero, ¿qué otro remedio tengo? Tengo que jugar según sus reglas.
-Me marcho de aquí; mis compañeros me estarán esperando –dijo Nero dando la espalda al peluche y dirigiéndose a una de las paredes de la sala. –Pero puedes estar seguro que volveré. Superaré todas las pruebas que haga falta, y al final acabaré convirtiéndome en Dios y resucitaré a todos los que murieron aquél día en mi pueblo-. Hizo una breve pausa, y luego añadió en voz baja: -Y a todos los que he matado y han muerto para salvarme.
-Lo que tú digas, candidato. Hasta otra –dijo el osito despidiéndole alegremente con una mano.
Nero tocó la pared y desapareció de la sala. Tras unos segundos, el peluche dejó de mover la mano y se quedó quieto, flotando el aire y mirando la pared por la que había desaparecido el candidato.
-Sí, es cierto, Nero Van der Nero. Vuelve. Aún te queda mucho por divertirme.
Si el actor hubiese seguido presente, hubiese reconocido en la voz de la Torre un sentimiento que le era muy familiar: el ansia del público por presenciar un buen espectáculo.

FIN DEL PRIMER LIBRO

3 comentarios:

  1. Hola,

    Parece mentira pero ya ha pasado un año y medio desde que empezaste con el blog. Supongo que ahora estarás un tiempo para editarlo, pero espero que ya tengas planeada la continuación hehe. En fin, felicidades por el esfuerzo y el resultado! realmente creo que está muy bien. A ver si me lo leo todo seguido para ver qué efecto me causa sin el parón semanal de por medio.
    En cuanto al capítulo, no me esperaba que pasaran directamente a la sala de la torre, pero tiene sentido. Al fin y al cabo una discusión entre ellos para ver si seguían juntos sobraba a no ser que quisieras separarlos. Tengo ganas de ver como interactuaran entre ellos, serán más recelosos de Nero ahora que saben que puede mimetizar sus poderes?
    El revivir los recuerdos inmediatamente anteriores a convertirse en viajero de la torre y el choque que produce esto con las memorias de sus vivencias más recientes realmente da mucho juego. No me sorprende que los que llevan más tiempo acaben medio locos, al menos los que tienen orígenes más traumáticos. Cada vez parece que el trato es menos atractivo, pero supongo que una vez has iniciado el camino la derrota o abandono no es una opción fácilmente asumible. Relacionado con esto queda por desvelar la historia de Peter, que debe ver él al volver a la torre? Creo que de Valeria ya pusiste algo, pero también estaría bien profundizar en ella.
    Volviendo a Nero, todas las reacciones psicológicas que desarrolla en esta parte me parece que están bien y son creíbles, lo único que se me hace un poco exagerado es cuando dice que se siente violado al saber que el vigilante de la torre les observa en todo momento. También he echado en falta que no intente interrogar al oso al decirle este que no puede mentir, aunque tampoco debe ser fácil saber que preguntar.
    En cuanto al final, la escena con el oso de intenciones sospechosas está bien, tanto repetir que el solo es una herramienta no le hace sino parecer más sospechoso. En general te transmite la certeza de que todavía quedan muchas cosas por descubrir sobre la naturaleza de la torre, la mayoría de ellas perturbadoras como mínimo. Por cierto, es un bajón absoluto que no te puedas hacer inmortal al ser dios, tiene sentido por eso.

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  2. Hola Jaime,
    Pues sí, ahora un tiempo para revisar todos los comentarios, pedir más opiniones y revisarlo, que creo que puede quedar bastante mejor en una segunda versión. La continuación está pensada, subiendo poco a poco las apuestas hasta al final en que todos resucitan como zombis... ;)
    Dudo de si introducir las escenas previas a la Torre de Peter y Valeria. Por una parte estarían bien por otra el misterio siempre es interesante... Veremos.
    Nero no pregunta demasiado, no es tan paranoico como Peter ni desconfiado como Valeria. Aunque ha cambiado, aún hay mucho en él de aquél joven algo ingenuo que se iba a casar.
    Te parece fuerte lo de "sentirse violado"? No sé, a mi me pareció adecuado para transmitir el descubrimiento de que todo lo que ha estado haciendo lo ha visto la Torre. Su intimidad se ha visto destruida... No sé, pensaré si es una expresión demasiado fuerte para este caso.

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  3. Hola,

    Bueno la verdad es que no estoy muy seguro de esa parte de mi comentario porque creo que es demasiado personal, objetivamente queda bien.

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